Música, cine, libros, arte y San Lorenzo: el viaje por la cultura popular, de Bergoglio a Francisco
Jorge Mario Bergoglio fue electo papa el 13 de marzo de 2013. Desde entonces y hasta su muerte, ocurrida en las primeras horas de ayer a sus 88 años, fue Francisco. Uno y otro gustaron del tango y la música clásica, Dostoievski, el neorrealismo italiano, Caravaggio y, por supuesto, San Lorenzo de Almagro.
“Bergoglium”. Aunque un instante antes habían dicho “Georgium Marium”, en ese laberinto sonoro que era el latín para nuestros ansiosos oídos, no fue hasta que pronunciaron su apellido, también en latín, pero ya más amigable con nuestra comprensión que nos dimos cuenta. Pero hasta ahí nomás. Porque todos quienes estábamos siguiendo la transmisión televisiva aquel mediodía del miércoles 13 de marzo de 2013 dudamos. Aunque en latín, era claro que habían dicho Bergoglio.
Por primera vez, la Iglesia Católica Apostólica Romana quedaba en manos de un cardenal del hemisferio sur, más precisamente de América Latina. Pero, más precisamente aún, de Argentina. Por primera vez en casi dos mil años, el obispo de Roma, el sucesor del apóstol Pedro era argentino. O, lo que es lo mismo: el papa era argentino.
Era lo mismo, pero no sonaba igual. Porque si gustábamos creer -y decir- que “Dios es argentino”, ¿qué podíamos esperar ahora que, acaso más tangible y terrenal, también el papa lo era?
Jorge Bergoglio, ya consagrado como papa Francisco, se convirtió rápidamente en una de las figuras más importantes dentro la cultura popular, sobre todo porteña. Pero también allende la General Paz: posters con su imagen se ofrecían junto con las de Gilda, Messi y Carlitos Gardel. También stickers, mates y todo tipo de merchandising imaginado. Una memorabilia que vaya a saber uno dónde, doce años después ha ido a parar.
Hubo sin dudas un efecto Francisco durante el primer tiempo de su papado, sobre todo durante su primer año. Cientos de balcones en la ciudad de Buenos Aires, su ciudad, al fin y al cabo, estaban decorados con banderas blancas y amarillas del Vaticano. Independientemente de cuán practicantes hayamos sido hasta entonces, un papa argentino fue para la cultura popular un imán difícil de resistir.
¿Qué se suponía que esperábamos de tal cosa? ¿Qué cuestiones de nuestro imaginario se activaron con su figura? ¿Seríamos acaso un país mejor, una mejor sociedad, algo, lo que sea, mejor de lo que habíamos sido hasta entonces? Francisco, nacido el 17 de diciembre de 1936 en el barrio de Flores de la ciudad de Buenos Aires, ungido papa en el anochecer romano de aquel miércoles 13 de marzo de 2013, lo fue durante poco más de doce años hasta su muerte, sucedida en la madrugada argentina de ayer. Y nosotros seguimos siendo nosotros. Nada pudo cambiar eso. Para bien y para mal.
De Bergoglio a Francisco
¿En qué momento un hombre común se convierte en uno extraordinario? No los aspectos formales, institucionales, sino aquellos menos evidentes. Bergoglio, que era un hombre común, se convirtió en papa Francisco, una figura determinante para el mundo.
Jorge Mario Bergoglio, que fue sacerdote, maestro de novicios, provincial de los jesuitas argentinos, rector de una facultad, obispo auxiliar, arzobispo de Buenos Aires y cardenal, partió de Argentina un 26 de febrero de 2013 rumbo a Roma para participar del cónclave que buscaría al sucesor del renunciado Benedicto XVI. Nunca más volvió de aquel viaje, literal y metafóricamente. Porque efectivamente, jamás regreso al país y porque ya no volvería a ser el mismo que había llegado a Roma: quince días después, era elegido como nuevo papa. Él, que había dejado todo organizado para su breve ausencia, no regresaría más a la Argentina.
Se lo espero, pero no. Ningún gobierno, ni el de Cristina, ni el de Macri, ni el de Alberto Fernández ni el de Milei pudieron darse ese gusto de recibirlo acá. Él, en cambio, los recibió a todos allá. Eso sí, a Cristina más que a nadie. ¿Qué pensaba de cada uno de ellos? Basta con mirar las fotos.
Francisco: música, cine y arte
¿Qué sucede con el hombre común cuando lo habita un hombre extraordinario? Conviven. ¿Y qué hay de los hábitos y gustos de ese hombre común devenido en extraordinario? En Francisco habitaron los hábitos, pero, sobre todo, los gustos de Jorge Mario, tanguero y futbolero hincha de San Lorenzo.
“En pintura admiro a Caravaggio: sus lienzos me hablan”. “En música amo a Mozart”. “La Strada de Fellini es quizá la película que más me haya gustado”. “Amo muchísimo a Dostoievski y Hölderlin…”
En una entrevista de septiembre de 2013, concedida a La Civiltà Cattolica, una revista católica italiana de la Compañía de Jesús, fundada, Francisco revelaba sus gustos artísticos, musicales y literarios.
“He sido aficionado a autores muy diferentes entre sí. Amo muchísimo a Dostoievski y Hölderlin. Me gusta recordar aquella poesía tan bella que me ha hecho tanto bien espiritual…”. Francisco llevaba apenas unos meses como Papa cuando se abrió de manera inédita en la citada entrevista. Eran los gustos de Jorge Mario.
“He leído ‘Los Novios’ tres veces, y ahora lo tengo sobre la mesa para volverlo a leer. Manzoni me ha dado mucho”. También mencionó a Dante (“La Divina Comedia”), Leopoldo Marechal y Gerard Manley Hopkins , un jesuita británico muy innovador del siglo XIX. Aparte de clásicos como Calderón o Lope, entre los escritores españoles citó a José María Pemán .

En Buenos Aires, solía escuchar música clásica por Radio Nacional los sábados por la tarde, pero su amor por la música le venía de niño, cuando escuchaba ópera por la radio, junto a su madre. Según contara el propio Francisco, las primeras canciones las aprendió de un tío abuelo materno, “un viejo pícaro, y que nos enseñaba a cantar cantitos medio subiditos de tono en dialecto genovés. Por eso, lo único que sé en genovés son cosas irreproducibles”.
“Amo a Mozart , obviamente. Aquel ‘Et Incarnatus est’ de su Misa en Do es insuperable: ¡te lleva a Dios! Me encanta Mozart interpretado por Clara Haskil. Mozart me llena: no puedo pensarlo, tengo que sentirlo”, confesaba aquella vez. También le gustaban Beethoven, Bach y Wagner .
En cuanto a cine, “‘La Strada de Fellini’ es quizá la película que más me haya gustado. Me identifico con esa película en la que hay una referencia explícita a San Francisco. Luego creo haber visto todas las películas de Anna Magnani y Aldo Fabrizi cuando tenía entre 10 y 12 años. Otra película que me gustó mucho fue ‘Roma Cittá aperta’ . Mi cultura cinematográfica se la debo sobre todo a mis padres, que nos llevaban muy a menudo al cine”.
Francisco, antes conocido como Jorge Mario Bergoglio, se formó en la ciudad de Buenos Aires. En sus calles, sus cines, sus plazas y cafés y, por qué no también sus canchas –al fin y al cabo, cuando le preguntaron en una de sus primeras apariciones públicas siendo papa, qué le pedía a Dios, el respondió que gane San Lorenzo.
“Bergoglium”. Aunque un instante antes habían dicho “Georgium Marium”, en ese laberinto sonoro que era el latín para nuestros ansiosos oídos, no fue hasta que pronunciaron su apellido, también en latín, pero ya más amigable con nuestra comprensión que nos dimos cuenta. Pero hasta ahí nomás. Porque todos quienes estábamos siguiendo la transmisión televisiva aquel mediodía del miércoles 13 de marzo de 2013 dudamos. Aunque en latín, era claro que habían dicho Bergoglio.
Registrate gratis
Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento
Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Comentarios