Literatura regional: Damián Catini habla de «Cosas», su segundo libro

Poeta y narrador, Damián Catini nació en las afueras de Bahía Blanca, pero vive en Regina desde hace poco más de diez años. “Cosas”, su segundo libro, reúne poemas, ensayos, cuentos breves y textos en prosa que oscilan entre la narrativa y el relato.

Damián Catini es un tipo flaco, ni muy alto ni muy petiso, que no habla en voz muy alta ni con muchos aspavientos y lo que dice lo piensa bastante bien. En 2021 el FER publicó Mi novia y yo, su primer libro de poemas, donde ya hay una mirada personal sobre la vida cotidiana y un sutil sentido del humor. En diciembre del año pasado salió de imprenta Cosas, integrado por poemas, ensayos y cuentos breves y algunos textos en prosa que oscilan entre la narrativa y el ensayo.


Esta diversidad de géneros en un mismo libro podría dar la impresión de un cajón de retazos sin mucha hilación, si no fuera porque en cada texto está la mano firme y la mirada certera de un escritor que está bien encaminado en sus primeros pasos, o mejor dicho: en Cosas -y esto no se ve muy seguido ya podemos encontrar una poética definida. Catini lo presentará el mes que viene en Villa Regina y luego en otros lugares de la región.


Además de estos libros este docente y escritor publicó algunos textos ensayísticos en el portal web La Tapa, de Villa Regina, y en la revista web Trafkintu. En 2021 participó del proyecto Crónicas Migrantes de la revista Anfibia y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM, parte de la ONU) con un texto que trata de los trabajadores golondrina del Alto Valle de Río Negro.


Catini vive desde hace algo más de una década en Villa Regina, donde trabaja como docente en el área de Sociales del IFDC, y nació en 1985 en Aldea Romana, cuando en ese lugar todavía se producían hortalizas para abastecer a la cercana ciudad de Bahía Blanca. Su madre falleció cuando él tenía solo tres años. En varios pasajes del libro se menciona esa falta. “Después de que fallece mi vieja, mi viejo dejó el trabajo en el campo -cuenta Catini- y nos fuimos a vivir al centro de Bahía Blanca. Mi viejo tenía un locutorio en el shopping La Barrera. Después fuimos a vivir a Saavedra, donde mi viejo tenía una fábrica de premoldeados. Llega el 2001, nos fundimos y volvimos a vivir a Bahía Blanca. Yo tenía 15 años”.


Aprendió temprano Catini que hay golpes muy fuertes en la vida y quizás por eso en su manera de mirar el mundo hay algo de melancolía. Luego de la secundaria completó el profesorado de Geografía en la Universidad Nacional del Sur. En 2011 se mudó a Villa Regina, ciudad con la que estuvo relacionado desde chico porque unos parientes de su abuela vivían allí.


“Ellos siempre nos decían a mí y a mis hermanos que acá había laburo, que viniéramos después de recibirnos”, cuenta Catini y agrega que mudarse de Bahía Blanca a Regina no fue un cambio muy brusco: “Yo no sentí nada porque nunca me consideré bahiense. Viste que está la figura del bahiense que es como un preporteño. Como nací en Aldea Romana, que era como el cinturón hortícola de Bahía, entre gente de campo, y después viví 7 años en Saavedra que tiene 2000 habitantes, nunca sentí el quiebre entre Bahía y Regina”.

Hasta los 35 años creí que me iban a convocar para la selección. Cuando cumplí 36 me quedé tranquilo: ya no era que no me convocaban por malo sino por la edad… «

Damián Catini

P: Volviendo a este último libro: ¿Cómo se te ocurrió armarlo de esta manera?
R:
Era una necesidad que venía desde hace años. Tenía muchos textos de distinto género, medio inclasificables y necesitaba darle un cierre a eso. Y me encontré con gente que decía que yo había escrito libros, en plural, pero yo tenía solo uno, Mi novia y yo. Así que para que la realidad se adapte a la ficción, quise sacar otro libro. Y al principio no encontré una forma de organizarlos temporalmente. Una vez que los tuve todos juntos le pedí a Lena Díaz Pérez que escribiera un texto para la contratapa porque eso le iba a dar un formato de libro a los textos. Alguien ajeno que diga: “esto es un libro”. Ahora lo leo y encuentro asociaciones que a veces me gustan y otras me dan impresión, porque hay textos sobre fantasías sexuales y después otros sobre escenas de la infancia y eso no sé cómo puede caer…

P: La infancia es un tema importante en el libro por cómo se relaciona con la búsqueda de un sentido. En uno de los poemas se lee “La génesis y las palabras gastadas no se llevan bien” y en otro -titulado justamente “infantil”- dice “yo miraba desde abajo”. ¿Te parece que la infancia es esa instancia de mirar desde otro lado para recuperar un sentido?
R:
A veces se vive el mundo infantil como inocente en un sentido peyorativo, pero en realidad esa inocencia tiene que ver con la bondad. El mundo adulto te invita a ser astuto para poder avanzar, el mundo infantil no tiene esas estrategias, o no las ha desarrollado todavía porque se vale de otras.

Creo que lo de escribir tiene que ver con la necesidad de captar una parte de la realidad que no está dicha».

Damián Catini

P: Esa mirada infantil que está en otro plano también tiene que ver con la cuestión de la vista, que está en el texto titulado “Mirar con un solo ojo” en que el narrador ya es un adulto y dice “Mirar con un solo ojo no es mirar la mitad de las cosas”. Es muy interesante que lo recuperes como una posibilidad de mirar las cosas de una manera original
R:
El tema de la mirada es porque a los cinco años me quedé medio ciego del ojo derecho, veo todo borroso con ese ojo. Fue de un momento para otro. Después consultamos a todos los oculistas del país y ninguno nos supo decir qué había pasado exactamente. Cuando Duhalde era gobernador repartían lentes y me dieron unos culo de botella de los que mis amigos se reían, y yo les decía: “estos me los regaló Duhalde” (risas).

P: ¿Cuándo empezaste a escribir?
R:
Creo que vino en principio de escuchar música con carga poética. Yo me crié con las canciones de Sui Generis, Serú Girán, la música que escuchaba mi hermana que es más grande. Porque no tenía libros en casa. Creo que lo de escribir tiene que ver con la necesidad de captar una parte de la realidad que no está dicha, eso que nace de niño, o sea con tratar de decir algo que a uno le pasa pero no están las palabras para decirlo. O quizás también fue por la imposibilidad de hablar, de chico siempre fui muy tímido. El cambio fue cuando llegué a Regina. Yo ya venía escribiendo textos con una intención literaria, pero por ese entonces empecé a trabajar de docente, y a comprar libros de poesía. Y tenía 25 años y quería entender la vida. Con eso se cruzaron los libros y la escritura de una manera más sistemática, más ordenada.

P: ¿Qué libros leíste en esa época?
R:
Me compré la obra poética de Benedetti, después la de Gelman, la de Pizarnik… Me pasaba que quedaba atado al estilo de cada poeta que iba leyendo. Ahora leo algunas cosas de esa época y digo “esto es muy Bennedetti” y trato de por un lado ir sacándomelo de a poco, pero por otro lado trato de disfrutar la parte Bennedetti que tengo en mí. Esa ecuación es difícil, saber cuánto es estilo que uno va robando y cuánto es que uno es cursi. Yo soy cursi. Y no descarto nada. Anoche me quedétoda la noche viendo videos de Mala Fama. Y para mí el teclado de esa banda está al mismo nivel que Tarkovsky. Hoy veo que hay gente que descarta muchas cosas por lo que está pasando a nivel político. No escuchan a Fito Páez porque es kirchnerista…

P: Hablando de la política actual: ¿Fuiste a las marchas que se dieron hace unas semanas en defensa de la cultura?
R:
Sí, fui. Pero siempre me encuentro en contradicción con cualquier tipo de movimiento político en general. En ese caso fui a apoyar lo que está sucediendo con la cultura, en una semana voy a estar en apoyo de lo que está pasando en docencia. En este caso en particular se armó una multisectorial que incluye un montón de voces y uno no siempre está de acuerdo con todas. En las asambleas de Unter me sucede lo mismo. Sufro por la pérdida de tiempo en asambleas que lo único que hacen es ver quién saca más votos. Y no veo mucha riqueza en los debates. Me gustaría que se discuta más cuestiones específicas de la educación: si está funcionando la ESRN, el nivel primario… aunque no sé si el gremio es el lugar para esas discusiones.

A veces se vive el mundo infantil como inocente en un sentido peyorativo, pero esa inocencia tiene que ver con la bondad”.

Damián Catini.

P: ¿Y en el IFDC donde trabajás cómo se vive esa situación?
R:
En el IFDC hemos logrado este año con un grupo de docentes armar una jornada de debate coyuntural y político junto con estudiantes, para dialogar acerca de lo que estuvo pasando en el país antes de las elecciones. La idea era fomentar el espíritu crítico y discutir políticas, organizamos el debate en cuatro ejes: salud y trabajo, medio ambiente, derechos humanos y educación. Participaron pocos estudiantes, pero los que fueron se sintieron muy conformes por el tipo de discusión que se dio. Deberíamos retomarlo porque la semana que viene arranca de nuevo educación y estamos en un momento no solo de mucha incertidumbre, sino también en el que es muy difícil debatir.

P: ¿Cómo fue tu relación con el fútbol, otro tema que aparece en varios textos del libro?
R:
Yo hasta los 35 años creí que me iban a convocar para la selección. Cuando cumplí 36 me quedé tranquilo: ya no era que no me convocaban por malo sino por la edad… (risas). Jugué siempre muy mal pero con muchas ganas. Siempre me interesó jugar y la mística del futbol, no ser hincha de un club en particular. Son esas cosas que están en el ADN de uno y cruzaron la vida. Por eso me sentí muy identificado con el libro Andá pa’ allá, bobo de Gerardo López: esa escena en que el pibe se acerca la pelota y la huele, el pibe que rellena el fixture… cuando uno completa un fixture está llenándolo de ilusiones.

P: En el próximo libro que estás armando vas a volver sobre el fútbol, ¿no?
R:
Quiero hacer más poemas como el que hay en el libro sobre Caniggia y Garrincha. Lo que trato de hacer es ver reflejada mi vida en esos jugadores. Mi nuevo proyecto es hacer algo en esa línea con goles, canciones y escenas de películas.

Por Mauro Moschini


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