La Patagonia me mata: historias fantásticas de Valcheta

El embrujo de la casa rosada, una sepultura, la guitarra del salamanquero Bernabé Lucero, máquinas de escribir que escriben solas y hasta ovnis son los protagonistas de historias que se cuentan en el pueblo y lo invisten de una fantasía que, a esta altura, le es propia.

Valcheta es un verdadero oasis en el desierto. Tiene recursos naturales que la distinguen profusamente y sus vecinos son hospitalarios con el visitante.


Tiene también una rica tradición oral donde se relatan hechos y sucedidos rayanos en lo legendario y fantástico.


El embrujo de la casa rosada, un lugar característico emplazado a la vera del arroyo donde pasan hechos que dan miedo, donde las ánimas se enseñorean invisibles y en la oscuridad provocando ruidos como de caballos que llegan, relinchos, aperos que se bajan, pero si uno es valiente sale, y es en vano: no hay nadie. Pero se da fe que esparciendo vino no aparecen más.


Una sepultura que quedó en la parte urbanizada del pueblo, donde por las noches algunos vecinos suelen afirmar que habían visto en ese lugar una especie de fantasma o espectro acompañado por las luces malas.


La leyenda de la guitarra del salamanquero Bernabé Lucero cuyas cuerdas a veces suenan a su antojo sin que nadie las toque.


Y ese mismo Bernabé que quiso morir en el bajo del Gualicho debajo de una planta de molle, porque así –aseguraba- morían los hombres como él, y curiosamente en el cementerio de Valcheta sobre su sepultura creció una planta de molle, como cumpliendo aquella aseveración. ¿Coincidencia?


El Rodolfito, un querido personaje del pueblo que falleció muy joven y que fue sepultado sin pasar por la iglesia y, en el asiento de atrás de un taxi.


Las máquinas de escribir que durante la noche andaban solas en las oficinas de la Comisaría o las puertas que se abrían y cerraban en la Escuela Común N 15.


En la última alcantarilla en la salida del pueblo por la Ruta 4 que conduce a Pomona se solía aparecer a un vecino de barrio Usina un pequeño duende de larga barba blanca en la cual tenía arrollado un billete de un dólar de aquellos tiempos en los años 80.


Se cuenta y hay testigos que en un frondoso árbol de la casa y consultorio del Dr. Y amigo Cacho Zaher, se aposentaba un pajarraco rarísimo nunca visto en estos lares al cual el buen facultativo apodo “Clemente” porque no tenía cola y era casi todo de color negruzco, con el que conversaba mañana y tarde en sus ratos libres, Sus graznidos se sentían a varias cuadras.


En Valcheta también cuentan sobre el avistamiento de Ovnis y de luces de colores en el cielo.
Uno de los hechos más significativos ocurrió cuando más de 40 escritores del género fantástico recorrieron en su viaje al “centro de los confines” las calles de la localidad invitados por la Fundación “Ciudad de arena” y tomando fotografías de los lugares más pintorescos, en una de ellas apareció arriba del edificio de la comisaría un platillo volador, captada por la cámara de Alejandro Alonso, en septiembre de 2004.


La crónica dice: “Algunos dirán que es una paloma que vuela a posarse sobre la torre de los cables del tendido eléctrico o que es una hoja de diario al viento. Lo cierto es que en Valcheta, provincia de Río Negro, apareció un auténtico Objeto Volador No Identificado, y para colmo lo hizo mientras por las calles del pueblo peregrinaban los participantes del taller itinerante hacia “el centro de los confines”.


Una casa del barrio “Buenos Aires chico” donde se sienten ruidos de cadenas que se arrastran por el techo, llantos desconsolados y una pesada cortina que se sacude fuertemente, que solo se acaban con ofrendas y oraciones.


En el predio del bosque petrificado –cuentan, al decir de Borges, los hombres dignos de fe- un fantasma por las noches lo custodia y monta en cólera si algún depredador intenta llevarse alguna pieza de esas maderas milenarias.


Y –digno del mismísimo realismo fantástico- un árabe aficionado a robar aves de corral las sabía pintar de colores para que sus dueños no las reconocieran.


Entre misterios, leyendas, el valle de Valcheta es un oasis donde la fantasía convive con la realidad. –
Fantasmas en las reparticiones y en el bosque petrificado, vecinos pintorescos, mujeres montaña, sucesos extraordinarios, fantasmas, náufragos del Graf Spee que deambulaban por las riberas del arroyo, un pino con otro pino en el medio, un cruce de calles donde se juntan los carteles de los gobernadores Pagano y Castello, un árbol injertado por don Ángel Bellini de cuatro especies diferentes.


Entre misterios y leyendas el valle de Valcheta es un oasis donde la fantasía convive con la realidad, un hermoso lugar para visitar con encantos sin igual donde el turista se sentirá como en su casa.


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