La historia de «Last Train To London», el icónico hit de la Electric Light Orchestra

El 31 de mayo de 1979, la Electric Light Orchestra editó “Discovery”, su octavo disco, que incluye los hits “Confusion”, “Don’t Bright Me Down” y la icónica “Last Train To London.

Jeff Lynne el icónico líder de la Electric Light Orchestra, reformuló la banda y abrió el camino para el synth pop de los ‘80.

1979 fue un año complejo para las bandas de rock. En realidad, los últimos años de esa década los fueron, pero, especialmente, 1979. ¿Qué hizo la Electric Light Orchestra al respecto? Lo que casi todas las bandas de rock de entonces que forjaron su reputación en los ‘70: tomarse el último tren a Londres para irse a la discoteca.


“Discovery”, el octavo disco de estudio de la banda inglesa de Birmingham, editado el 31 de mayo de 1979, es, en parte, es cierto, la respuesta dance & pop de parte de un proyecto que había nacido por el deseo de su fundador, el icónico Jeff Lynne, de incluir una sección de cuerdas de cámara de manera estable en una banda de rock.


En 1979, Lynne se deshizo de esa parte fundacional de la banda, la redujo a un cuarteto más cercano a lo que años después serían las bandas de synth pop y grabó un disco que marcó un cambio definitivo en su sonido. Pero, tan importante como eso, fue que marcó el principio del fin de la Electric Light Orchestra, en 1986.


Si abordáramos a la Electric Light Orchestra (ELO)a partir de “Discovery pensaríamos que se trata de una banda de música disco, pero no. No lo era. Ni siquiera la fue ese año de 1979. Sólo tres de los nueves temas de Discovery remiten a la música disco. Pero ¡vaya qué tres temas!: “Confusion”, “Don’t Bright Me Down” y la icónica “Last Train To London”, el himno que puso a la banda en las bandejas de todos los discs jockey de la época y a Jeff Lynne como un ícono de la música disco, cuando en realidad no le era.


Influidos -a veces en exceso- por Los Beatles , la Electric Light Orchestra era justamente eso, una orquesta con aires de folk rock, progresivo algunas veces y sinfónico en otras. Hasta 1979, ELO estaba hecha de guitarra, batería, bajo, piano y sintetizadores Moog y el cuarteto de chelos y violines que, en algunas ocasiones, se expandía hasta conformar una orquesta completa.


Pero la cosa se les estaba poniendo cuesta arriba, sobre todo en lo económico. La gira promocional de Out of Blue, el antecesor de Discovery editado en 1977, había sido grandilocuente hasta el exceso, una grandiosa excursión que incluía una réplica gigante de la nave espacial de la portada de su álbum.


ELO se redujo al baterista Bev Bevan, el tecladista Richard Tandy y el bajista Kelly Groucutt, además del propio Jeff Lynne en guitarras y voz. Así, Discovery se convirtió en el primer proyecto de la ELO sin componente orquestal, lo que supuso la salida de Mik Kaminski, Hugh McDowell y Melvyn Gale. De forma confusa, Kaminski, McDowell y Gale aparecieron en vídeos promocionales del disco, como puede verse en, por caso, “Last Train To London, aunque no habían participado en la grabación.


El ingeniero de la ELO Reinhold Mack desempeñó un papel clave en este cambio. En un momento dado, le dijo a Lynne: “Prescindamos de las cuerdas, prescindamos de los coros y hagamos boogie por una noche”. Y así fue. Lynne empezó a probar algo musicalmente, un sonido asociado con grupos como los Bee Gees más que con los Beatles, la influencia más célebre de la ELO. Todas las pistas de acompañamiento se grabaron en cuestión de días, una vez que el grupo se reunió para las sesiones en marzo y abril de 1979. Después, se puso en marcha un enorme proceso de postproducción antes de que Lynne completara finalmente las letras.


A diferencia de, por caso Paul Stanley en Kiss, el interés de Lynne por los sonidos disco no surgió de sus visitas a las discotecas de moda, sino que remonta a su juventud. “Sí, fui a Studio 54 una vez”, dijo Lynne a Billboard en 2015. «Estuvo bien, supongo. Estaba lleno de estrellas de cine y todo eso. Solo me gustaba el bombo haciendo bang, bang, bang, bang”.


El proyecto también dio cabida a más rockeros directos como “On the Run”, la balada infravalorada “Need Her Love” y algunos mágicos viajes de vuelta a su sonido original por capas como en “The Diary of Horace”.


Pero la canción del disco fue sin dudas su canción disco: “Last Train to London”. Abre con un riff de clavinet cargado de cuerdas sintetizadas con un Yamaha CS-80 y apoyadas por el piano eléctrico Fender. La letra se refiere a los tiempos en que ELO viajaba en tren entre Londres y Birmingham. En un tono parecido al de los Bee Gees, Lynne expresa su ansia por dejar esos trenes de una vez para disfrutar de la noche.


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