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Hernán Casciari llega con «Puro cuento» a Neuquén: «Lo único que me importa es tener una historia que contar»

Hernán Casciari regresa a Neuquén para presentar su nuevo espectáculo de narración oral basado en su último libro “Cuentos contra reloj”. En esta entrevista con Diario RÍO NEGRO, el creador de Orsai cuenta, entre otras cosas, el original método con el que escribió los relatos que leerá este domingo en el Cine Teatro Español.

El 20 de diciembre de 2022, apena dos días después de que el Seleccionado argentino se consagrara campeón del mundo por tercera vez, Hernán Casciari sintió el deseo irrefrenable de hacer algo que le salía casi naturalmente, pero que había dejado de hacer hacía siete años ya dirá el por qué. Era el deseo de volver a escribir un cuento.  

Aquel impulso al que no pudo ni quiso resistirse dio como resultado “La valija de Lionel”, un extenso relato inspirado en Lionel que Hernán Casciari leyó ese mismo día en el programa “Perros de la Calle, que conduce Andy Kusnetzoff por Urbana Play.  

El relato llegó a oídos de Messi y su esposa Antonella, Tik Tok mediante. Ambos se emocionaron hasta las lágrimas y se lo hicieron saber a Kusnetzoff y a Cascari mediante un audio. El impacto fue tal que Casciari decidió retomar la escritura. Eso sí, puso condiciones: le pidió a la producción de la radio que los viernes, de 9 a 10, les pidiera consignas a los oyentes, que le alquilaran un departamento al lado de la radio para escribir allí, de 10 a 12, un cuento a partir de la consigna surgida de los oyentes que leería a las 12.30, en vivo, en “Perros del la calle”.  

Todos esos relatos surgidos de circunstancias tan particulares dieron forma a “Cuentos contra reloj”, al hasta ahora último y tan impensado como esperado libro de Hernán Casciari. Pero tratándose de quien se trata, “Cuentos contra reloj” devino puesta en escena: “Puro cuento”, el espectáculo de narración oral en la voz del propio Casciari que esta noche presentará hoy, a las 21, en el Cine Teatro Español de Neuquén. 

Pero “Cuentos contra reloj” no iba a ser solo literatura. Hace mucho que para Casciari la literatura no es solo literatura. También es una puesta en escena. Es narración oral: leer en voz alta para quien quiera escuchar. Y parece que son muchos los que quieren. Los audiolibros son más consumidos que los libros propiamente dichos, dirá Casciari en una extensa charla con Diario RÍO NEGRO. 

También dirá otras cosas: que lo único que (le) importa son las historias, que los libros son apenas un dispositivo más para eso que más (le) importa y que es contar historias. También dirá algo, bastante, sobre   aquella polémica que se generó a fines del año pasado cuando aseguró que no creía en la literatura ni mucho menos en que se lea y que “proponerle al chico el libro como formato ideal es un error”.  Porque, antes como ahora, dirá que lo que necesitamos son historias y que las sepamos contar. 

P: ¿De dónde viene “Puro cuento”? 

R: Es un libro que escribí el año pasado con una producción muy sui generis, muy extraña: le pedí a la producción de la radio que les pidiera consignas a los oyentes de 9 a 10 de la mañana, yo me alquilé un departamento al lado de la radio para escribir los viernes de 10 a 12 y leer el resultado de esa escritura contrarreloj de 12 a 12.30 en el programa de Andy Kusnetzoff. Y lo hice durante todos los viernes de 2023, un proceso que me divirtió un montón y del que salió un libro que se llama Cuentos contrarreloj. Varios de los cuentos que voy a leer alá tienen que ver con ese libro, además de otros cuentos de otros libros, por supuesto. Pero me interesan estos porque tiene muy poco rodaje en escenarios. 

P: También tienen muy poco rodaje en el proceso porque era lo que tenía que salir a esa hora. No tenía mucho rodaje mental creativo cada uno de esos textos. 

R: Eso fue lo que me gustó, el desafío del taller literario, el desafío de amateurismo. Tampoco tengo mucho tiempo para ponerme a escribir cuentos. Tenía muchas ganas de escribir algo nuevo y muy poco tiempo. Y se me ocurrió algo que logró engañar a mi cerebro y resultó muy divertido. A mí me gustó mucho hacerlo, pero, por supuesto, en el trabajo de dos horas hay algo que es muy necesario. Que la idea te la dé otro, por ejemplo, es muy necesario. Porque cuando vos escribís, la mayor parte del tiempo de escritura está en encontrar el tema porque después posar las yemas de los dedos sobre el teclado no es de largo aliento. Lo que te cuesta no es escribirlo, lo que te cuesta es desarrollar una idea, encontrar un final y yo me valí un poco de los oyentes que tiraron historias que eran buenísimas y después algo antes yo no tenía que es una enorme experiencia. No me cuesta nada tirarme a la pileta de una hoja en blanco como me pasaba a los 20 años o a los 30. Ahora es imposible que yo no pueda salir con algo. 

P: ¿Cómo es “Puro cuento” en escena? 

R: Busco que sea muy evidente la ausencia de todo. Incluso en escenarios bien grande más me gusta que la mesa sea bien chiquita y que haya solamente agua porque lo que estoy buscando es esa comunión prehistórica, el chabón que cuenta y nada más. Si ocurre, y a veces ocurre, lo que sucede es que la gente de verdad empieza a ver cosas en su cabeza cuando estoy contando. A veces pasa. Y cuando pasa es maravilloso, no hay teléfonos, no hay música. No hay nada.   

Portada la edición de Orsai que incluye el cuento «La valija de Lionel».

P: ¿Cuál fue el origen en este volver a tener ganas de escribir? 

R: La propuesta fue mía hacia la radio. Yo siempre voy, leo cuentos, charlo con los oyentes, es algo que me gusta. Pero cuando Argentina salió campeón el 18 de diciembre, dos días después de eso, el 20 de diciembre, y después de siete años sin escribir cuentos porque estaba con otras cosas que me divertían más que escribir cuentos, escribí algo por necesidad, porque se me estaba saliendo por las orejas, y fue el cuento La valija de Lionel. Y ese regreso involuntario al proceso de escritura me divirtió un montón. Y entonces le dije a la productora de la radio voy a intentar hacer esto los viernes, necesito que me tiren ideas y un departamento dos horas para poder hacerlo. Y salió bárbaro. Pero no estoy hablando del libro sino del proceso, me divirtió un montón. Sentía a mediados de cada semana ‘uy, el viernes tengo el cuento’. Es como cuando vas a jugar al fútbol con tus amigos, algo lindo va a pasar el viernes a la noche. Del mismo modo funcionó lo del cuento. 

P: ¿Por qué dejaste de escribir en su momento? 

R: A finales de 2015 tuve un infarto y el médico me prohibió, a riesgo de vida, volver a fumar y no pude escribir más. Obviamente, una tara mental, mi cabeza estaba acostumbrada a fumar y escribir desde los 13 años, nunca hice una cosa sin la otra y cuando intenté escribir sin fumar no sentí ningún placer por la escritura y la dejé inmediatamente. 

“Para mi, escribir es una posibilidad más de contar historias. Ya ni siquiera me importa si escribo o no. Mientras pueda contar está todo bien”.

Hernán Casciari.

P: Y ahí es cuando aparece todo lo demás que fuimos conociendo y que no tenía que ver con la escritura. 

R: Exacto. A la vez que me subo a un escenario interpretativo y no tanto para leer fue en marzo de 2016 y el infarto fue en diciembre de 2015. Me tomé esos dos meses de readaptación y empecé a trabajar de otra cosa. 

P: ¿Y ese trabajar de otra como siguió para vos? Aparece Orsai como algo más que una revista. 

R: Sí, pero el mundo personal de dejar de escribir y empezar a interpretar arriba de un escenario va por una avenida y Orsai va por otra. Orsai es hacer la revista en 2010, empezar a editar mis libros en mi propia editorial, que va a crecer muchísimo en pandemia y eso genera una comunidad mucho más grande a la que le propusimos, además, invertir en series de televisión, en películas y ahora en teatro comercial. Pero todo eso forma parte de mi vida como gestor cultural, no como escritor e intérprete. 

Casciari en Urbana Play, el lugar donde todo sucedió.

P: ¿Qué fue lo que te motivó a volver a escribir ya sabiendo que no ibas a volver a fumar? ¿Fue el Mundial y esa circunstancia tan particular o ya venías con ganas de retomar? 

R: No, para mi escribir es una posibilidad más de contar historias. Ya ni siquiera me importa si escribo o no. Mientras pueda contar está todo bien. Lo que me gustó de ese 20 de diciembre, cuando volví a posar los dedos sobre el teclado con efectos de transmisión literaria y no de anotar algo para el teatro, sino algo muy puntual que fue escribir un texto para la revista Orsai, un texto larguísimo, literario, con los recursos de la literatura que había dejado de hacer hacía mucho tiempo. Me gustó lo que ocurrió entre los dedos y el teclado en ese rato por eso le pedí a la producción que me permitiera jugar a eso los viernes de 2023. Jugué, publiqué un libro y ya dejé de escribir de vuelta. Ya jugué un rato con eso y ahora estoy jugando con otra cosa. 

Cada vez tenemos menos tiempo para comprender; entonces, necesitamos encontrar nuevas maneras de que nos cuenten una historia y seamos felices”.

Hernán Casciari.

P: ¿Con qué Hernán Casciari al volver a posar los dedos en el teclado para fines literarios después de siete años de no haberlo hecho? ¿Te reencontraste con aquel que fumaba mientras escribía? 

R: No, porque las cosas que yo escribí cuando fumaba, fumaba porro y mucho, salían en tres días, un cuento me salía en tres días porque no tenía otra cosa en qué pensar más que en ese cuento. Hoy me resultaría imposible usar tres días solamente para escribir un cuento, tengo cosas mucho más entretenidas que hacer.  

Sin embargo, el cuento como unidad tiene algo muy valioso, ocurre que yo no le puedo dedicar más de dos horas a esa cosa valiosa. Lo que descubrí el año pasado escribiendo del modo en que lo hice, y que yo no lo sabía, es que no podés escribir humor en dos horas. Podes escribir drama porque el drama tiene un final cerrado, te lo encontrás rápidamente. El humor, en cambio, tiene una complicación de corrección muy fuerte. Hay mucha corrección, necesitas revisar al otro día para saber si está bueno y acá yo no tenía un segundo día para revisar. Por eso es un libro lleno de cuentos dramáticos.  

Otra cosa es hay un montón de cuentos que no son autorreferenciales, que no tienen que ver conmigo ni con mi familia ni con mis amigos. Toda literatura es autorreferencial, en este caso, como eran historias de los oyentes, son historias contadas en tercera persona sobre personajes que no soy yo en un porcentaje altísimo. 

El libro a mí me gustó mucho y noto que a los lectores también porque se vendió muchísimo y tiene un boca a boca muy intenso. Pero es muy distinta a mi forma de escribir tradicional. 

P: ¿Crees que está vuelta tuya a la literatura fue un estímulo para volver a leerte después de tanto tiempo si escribir? 

R: No, yo creo que nadie me lee. Los libros se venden como fetiche. La gente me escucha. La lectura no existe más. De hecho, todos mis libros desde hace un tiempo largo, al lado del cuento tienen un código QR para que las personas puedan escuchar el cuento por mi voz y yo sé fehacientemente porque soy consciente de cuantas visitas tienen esos audios que el 85 por ciento de las personas que me compran el libor los escuchan. Es tremendo el crecimiento exponencial, año a año, entre la gente que lee y la que escucha. 

P: ¿Te gustó lo que quedó de esta forma de escribir tan novedosa para vos? 

R: Me divirtió un montón. Y repito no estoy hablando tanto del resultado, que también me parece alucinante, escribir un libro tecleando solamente los viernes me parece genial, una etapa de mi vida que no tenía prevista, pero, sobre todo, destaco la diversión, lo que me divirtió hacerlo. No solo escribir, sino leer a las 12.30 en voz alta. Y saber que el que escribe confía en los matices que le va a poner el que interpreta. 

Yo no escribí esos párrafos buscando la gran revolución gramatical ni sintáctica. Yo escribí esos párrafos sabiendo que en una hora iba a haber un chabón que lo iba a leer muy bien: yo salía del departamento, me daban aire y leía lo que acaba de escribir a partir de lo que los oyentes habían tirado dos horas antes. Ese cuento leído está en el QR del texto escrito. Cuando comprás el libro, tenés un código QR. Cuando entrás lo primero que ves es la charla de los oyentes a las nueve y media de la mañana de la cual yo me iba a nutrir para escribir un cuento en dos horas y que lo iba a leer tal como quedó ese día. El libro no tiene más que correcciones de tipeo, no le cambiamos ni una sola palabra de lo que escribí cada viernes por la mañana. 

P: ¿Qué tipo de literatura viste que salió de ese procedimiento? 

R: Una literatura nada autorreferencial, muy anclada en la realidad. Por ejemplo, un día se cumplían 40 años de democracia, otro día se cumplía un aniversario de Cromañón entonces aparecían textos que jamás en mi vida hubiera escrito por mi propia voluntad, pero que estaba impelido a escribir entonces salían esos temas y salieron textos que salen de un lugar que yo no estoy y me encanta eso. 

P: ¿Y a esta vuelta a la escritura, le sigue algo más? 

R: Para mí fue un juego de 2023. Ahora estoy jugando a estar arriba del escenario con mi vieja en calle Corrientes. Y lo que hago es muy superior a escribir un cuento a nivel de diversión, pero mucho eh. No encuentro una razón por la cual escribir cuentos cuando estoy escribiendo cosas logísticamente mucho más complejas y superiores. Estamos haciendo una película con diez mil socios y es escribir un cuento también. Escribir las reglas de juego de esa película, tratar de que todo ocurra, todo eso para mí tiene una diversión superior a la de ficcionar un rato algo. 

P: De lo que se trata es de contar historias, en definitiva. 

R: Lo único que hago es contar historias. Y la escritura sería uno de los métodos posibles. Tengo muchos métodos. Todo es escribir, en definitiva: un cuento, un guion, una adaptación, o que sea. Lo importante es que haya algo para contar. 

P. ¿Qué proyectos tenés activos en este momento? 

R: Estamos en la etapa de posproducción de dos series y dos películas. Una de esas películas, que va a tener mucha repercusión, es la ópera prima de Diego Peretti dirigiendo cine con un guion que escribimos con Diego y el Chiri Basilis. También está en posproducción “Canelones”, con Verónica Llinás y Darío Barassi, basada en otro cuento mío. Estamos en los inicios de una producción animada sobre la infancia de Dibu Martínez con dibujos de Liniers y guion mío. Estamos comenzado este año con un proceso para producir teatro comercial en la calle Corrientes, la primera es “La señora que me parió” y la estrenamos la semana pasada con guion mío y protagonizada por mí. Y el gran proyecto de Oras que empezó hace dos años y que va a concluir a mediados de 2026 es la universidad narrativa de Orsai y que abrirá en un año y medio o dos en la ciudad de Mercedes y con eso me retiro. 

P: El año pasado se generó una polémica a partir de unas declaraciones tuyas sobre los libros. ¿Qué creés que pasó con eso? 

R: Se difundió un recorte de unos pocos segundos de una conversación de una hora, una cosa que pasa todos los días con los recortes, es bastante más veloz, interesante y efectivo hablar sobre esos recortes que sobre la conversación competa. Pasa siempre todo el tiempo. El recorte busca clickbites y consigue una efervescencia tanto para lo bueno como ara la mola porque el recorte no se puede defender solo.  

Si de esta conversación que estamos teniendo hacemos un recorte muy chiquito de un dicho mío sin tu pregunta y sin tu contexto seguramente va a salir un montón de gente a decir ‘este gordo está equivocado’, cosa que sería verdad porque el recorte no es fidedigno. 

Todo eso habla a las claras de lo mismo que venía yo diciendo en esa conversación, que cada vez tenemos menos tiempo para comprender entonces necesitamos encontrar nuevas maneras de que nos cuenten una historia y seamos felices. 


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