En Roca se estudia la música de Astor Piazzolla como en ningún otro lugar en el mundo

Desde 2019 se dicte en el IUPA la Cátedra Libre Astor Piazzolla. Propone un abordaje de la obra del autor de Adiós Nonino con un encuadre académico único en el mundo. Entrevista con el baterista Daniel Piazzolla, nieto de Astor, y mentor de la cátedra.

Un tal Piazzolla en Roca un verano de fines de los 90 y su número teléfono dejado al pasar, el viaje de un joven estudiante roquense a Buenos Aires en busca de ese Piazzolla. Un colectivo equivocado, el oportuno plato de milanesas y una batería de mil cuatrocientos dólares.


Así comienza la increíble historia de una amistad entre Daniel Pipi Piazzolla, nieto de Astor y uno de los bateristas de jazz más sobresalientes de su generación, y Leo Álvarez, baterista roquense, impulsor de la carrera de Música Popular que dicta el Instituto Universitario Patagónico de Arte (IUPA) y de su proyecto más ambicioso: la Cátedra Libre Astor Piazzolla.


Única en el mundo, esta cátedra abierta creada en 2019 estudia la música del genial compositor nacido en Mar del Plata de un modo que no sucede en ningún otro lugar, con un encuadre académico que le permite abordar una obra compleja y a la vez sumamente popular. Solo basta con mencionar un nombre: Adiós Nonino.

La conexión roquense y la música del azar


Pero ¿cómo empiezan las historias? Muchas veces de modo azaroso. Y esta es una de ellas.
La Cátedra Libre Astor Piazzolla fue posible a partir de la amistad que une a Pipi Piazzolla y Leo Álvarez, nacida de un equívoco de Leo, que por entonces tenía 18 años y hacía muy poco que había llegado a Buenos Aires para estudiar batería con aquel Piazzolla que había visitado su ciudad para dictar una clínica que lo deslumbró.


Leo llamó al número que el nieto de Astor había dejado en Roca por si alguien seguía interesado y quedó en encontrarse en su casa de Núñez. Pero Leo se tomó el 152 al revés y en vez de ir a Núñez terminó en La Boca. Obviamente, llegó a casa de los Piazzolla a cualquier hora. O no tanto: era la hora de la cena y había milanesas.


Dada la hora, Pipi lo invitó a quedarse, cenaron las milanesas, hablaron de música. Pipi le pidió que le diera una mano con su batería porque tenía un show esa noche. Leo le dijo que sí y Pipi le hizo una oferta que Leo no rechazó: si lo ayudaba con la batería, él, Pipi Piazzolla, nieto de Astor, no le cobraría las clases. Así, nació una profunda amistad entre ambos que, entre otras cosas, hicieron posible, muchos años después, la creación de la Licenciatura en Música Popular y la Cátedra Libre Astor Piazzolla.


Pero la historia tiene un capítulo particular que termina de cerrar la unión de Pipi Piazzolla con Roca y con el IUPA en particular. Y es la célebre batería de mil cuatrocientos dólares. Hubo un tiempo en la vida de Pipi Piazzolla, hijo de Daniel, también músico, miembro de varias formaciones de padre Astor, que pensó en dedicarse a otra cosa. Tan otra era esa cosa que comenzó a estudiar Marketing en la Universidad de Palermo. Duró el tiempo que le tomó a un profesor recomendarles a sus alumnos, entre ellos Pipi, leer todos los días Ámbito Financiero y El Cronista Comercial.

Daniel Piazzolla es uno de los bateristas más destacados del jazz contemporáneo. Hace 25 años dirige el sexteto Escalandrum.


Fue solo una clase, la primera, y no más. Esa misma noche se lo comentó a su padre Daniel, que lo celebró revoleando los apuntes de su hijo, y a su abuelo, quien, tan feliz como su hijo, le dijo “Grande, pibe. Sé músico. Sé pobre, pero feliz”. La anécdota contada por Fernando Ríos en su libro “Escalandrum. Entre Piazzolla y el jazz” (Gourmet Musical) continúa unos días después, un sábado, durante una reunión familiar. Astor se acercó a su nieto y le dio un sobre con mil cuatrocientos dólares en billetes de 10 y de 20. “Tomá, comprate la batería”, le dijo el hombre que había reformulado el tango en los ‘60.

Y allá fue Pipi, que con sus ahorros apenas había juntado 250, a comprarse la batería que todo joven baterista de comienzos de los 90 quería tener: una Pearl Export bien rockera. Pero, de a poco, esa batería fue quedándole incómoda a medida que se iba corriendo hacia el jazz hasta prácticamente dejar de usarla. Varios años después, se la ofreció a Leo Álvarez, quien, por segunda vez tuvo de parte de Pipi una oferta que no quiso rechazar. Leo la aceptó, la usó un tiempo hasta que él también se corrió hacia el jazz.

Cuando volvió a Roca, se la trajo con él y la tuvo en su casa hasta que, de acuerdo con Pipi, la cedió al IUPA. El día en que eso sucedió, mayo de 2017, se inauguró la Licenciatura en Música Popular. “Tuve que viajar a Estados Unidos para estudiar música popular”, decía ese día el nieto de Astor, a modo de celebración por la apertura de la carrera.

“Yo creo que debería enseñarse Piazzolla en la primaria y en la secundaria no solo su música, sino cómo logró cumplir un objetivo de lucha”.

Daniel Piazzolla


En 1992, un par de meses después de la muerte de Astor Piazzolla, su nieto viajó a Los Ángeles para estudiar batería en el prestigioso Musicians Institute, donde tuvo como profesor a Joe Porcaro, padre de los hermanos Porcaro, fundadores de la banda Toto. En su libro, Fernando Ríos cuenta que, al advertir el apellido Piazzolla en la lista de sus nuevos alumnos, el viejo maestro quiso saber si existía algún parentesco entre aquel artista consagrado y este jovencito de pelo largo y escasos veinte años, recién llegado de la Argentina. Cuando Pipi le dice que se trataba de su abuelo, Porcaro produce un gesto inapelable. Le pide a toda el aula que se ponga de pie y le haga alabanzas.


“Ahí me dije que esto era a matar o morir y comencé a estudiar diecisiete horas diarias, durmiendo sólo cuatro”, dirá Pipi años después en una entrevista con La Nación. Semejante sacrificio tuvo sus frutos académicos: egresó de allí con un promedio de 9.75, quedando ubicado entre los mejores ocho estudiantes de batería de la escuela, lo que le garantizaba un boleto para la audición final, en la que se premiaba a los tres primeros. Quedó entre los tres primeros, por supuesto.


Pipi Piazolla volvió en septiembre de 1993 para dar comienzo a una carrera musical como baterista de jazz en diversas formaciones hasta poder formar la suya: Escalandrum, el sexteto que, partiendo del jazz, recorre todo el abanico de sonidos de la música popular argentina. Creada en 1999 por Damián Fogiel (saxo tenor), Nicolás Guerschberg (piano), Gustavo Musso (saxo alto y soprano), Martín Pantyrer (saxo barítono y clarinete bajo), Mariano Sívori (contrabajo) y por supuesto Pipi Piazzolla (batería), Escalandrum cumple este año 25 años de carrera con la misma formación de entonces y quince discos editados, el último de ellos, “Escalectric” (2023). Su punto más alto quizás sea “Piazzolla Plays Piazzolla” (2011), el disco que reversiona la obra de Astor premiado con el Gardel de Oro en 2012 y nominado al Grammy Latino en 2011.

Motivos para estudiar Piazzolla


“Me pone muy contento que mucha gente conozca más sobre la obra de Astor Piazzolla”, dice Pipi Piazzolla, conectado por videollamada con Río Negro. “Me muy contento que haya muchos grupos nuevos gracias a esta cátedra que interpretan esta música, que se sepa más de su historia, que gente que no tenga posibilidades de pagar para estudiar esta música pueda hacerlo de forma gratuita y poder interactuar con otros alumnos”.


Desde su creación en 2019, bajo la órbita del departamento de música a cargo de Nelson Vargas, la Cátedra Libre Astor Piazzolla convocó a casi 600 alumnos, quienes tienen la oportunidad de abordar dieciséis obras originales manuscritas de Piazzolla digitalizadas y ocho arreglos sinfónicos particellas para todos los instrumentos.

Verano del 99. Leo Álvarez y Daniel Piazzolla, en Roca.


“Leo es como mi hermano”, dice Pipi Piazzolla sobre el director general de la cátedra. “A él se le ocurrió la cátedra Astor Piazzolla antes de la pandemia y a mí me pareció genial, estábamos cerca del centenario de mi abuelo y había como mucha efervescencia respecto del Universo Piazzolla”.


“La obra de Astor es inmensa”, destaca Leo Álvarez. “Entonces, el formato de la catedra libre te permite abordarlo de una manera muy específica y dedicada al autor. A Piazzolla se lo estudia mucho en composición, en arreglos, en ensambles, pero de todo eso un poquito, no de la manera tan directa y profunda como se estudia en la catedra”.


Daniel, que está a cargo de la parte de batería de la cátedra de su abuelo, destaca la presencia del instrumento en la enseñanza del tango piazzolliano, dice: “Los bateristas no sabemos tocar tango, no tenemos oportunidad de integrar formaciones de tango porque nos echan a patadas porque tocamos con volumen muy fuerte, porque no conocemos los ritmos, pero, como me dijo la Tana Rinaldi una vez ¡la Tana Rinaldi! en vivo mientras yo estaba con ella en el escenario, que para ella el tango en el siglo XXI es con batería”.
Claro que para que así sea, aclara Pipi que hay que saber tocar suave, saber tocar escuchando porque “el tango no es un género en el cual haya un beat como en la música pop o en la música disco, que está fijo, no, se va moviendo, hay partes lentas, partes rápidas, partes que se aceleran, muchas dinámicas. Hay que aprender a tocar eso como bateristas para poder representar nuestra música nacional que es el tango. Pero viste, siempre estamos con el funk, el jazz, los ritmos latinos y a la larga, cuando salís del país, lo único que la gente quiere es que toques tus cosas. El tango tiene muy pocos bateristas, el Zurdo (Enrique) Roziner, Luis Ceravolo, Rubén Calegari, Oscar Guinta y no mucho más, pero todos tendríamos que saber y acá en esta cátedra lo podés lograr”.

El sexteto Escalandrum, formado por Daniel Piazzolla en 1999.

P: ¿En qué momento entra la batería en el tango?
R:
La batería entra en el tango ya en los años 50 con algunas orquestas, pero con algún detalle de tamborcito, algún rulo de plato. Pero no había un groove de tango, un ritmo base, eran todos colores. La batería arrancó como groove con mi abuelo en los años 60, con Pepe Corriale, con temas como Fuga y Misterio, Pulsación, María de Buenos Aires. Después, en los 70 esa batería se puso más funkera, con esos hi hat que venían de la serie Shaft, que arrancaba con hi hat en semicorchea. Así arrancaba los shows de Libertango. Ya pasaron casi 50 años y es como que no termina de entrar la bata”.

P: ¿Qué crees que interesa de la cátedra?
R:
La cátedra es meterte ahí y saber de verdad qué está pasando. Es una de las músicas más tocadas en el planeta, eso la gente ya lo sabe, mi abuelo es cada vez más popular, escribió más de 2500 temas y conocemos apenas el uno por ciento de su obra y eso atrae muchísimo. Sobre todo, a músicos inquietos que tienen ganas de mejorar. La de Astor es una música muy profunda con una historia muy rica, un tipo que peleó por sus ideales, que nunca transó y eso para los estudiantes es muy importante que lo sepan, más allá que la vida te lleve para otros lados. Saber que se puede pelear por los sueños. Yo creo que debería enseñarse Piazzolla en la escuela primaria y en la secundaria no solo su música, sino como logró cumplir un objetivo de lucha, que se conozca cada vez más su historia y que no sea solo un apellido de un par de temas.

P: ¿Se la había estudiado de esta manera, con una catedra con su propio nombre?
R:
Para mí no y la catedra es la única en el mundo así que creo que es la primera vez que se la aborda de ese modo y muy agradecido por eso.

P: ¿Cómo la pensaron desde el punto de vista académico?
R:
Tenés que ir de lo fácil a lo difícil. La primera obra que se toca es Libertango y Oblivion, temas que rápidamente uno puede captar. Participan Leo Álvarez y Daniel Álvarez, que son expertos en cuestiones académicas, saben cómo armar un programa, y Nicolás Guerschberg, mi compañero en Escalandrum, que es el tipo que más sabe de Piazzolla en el mundo, se sabe todos los temas de memoria, toda la historia, conoce a mi abuelo de punta a punta y lo toca increíblemente bien. Así se fue armando, por niveles hasta llegar a lo más difícil. Hay un segundo módulo donde ya directamente es tocar temas de todas las épocas, arrancamos con la orquesta del 46 y ahí vamos avanzando al último quinteto.

P: Hoy, que está cuestionado el nombre de CCK, ¿crees que debería llamarse Astro Piazzolla?
R:
Yo creo que un montón de instituciones culturales se deberían llamar Astor Piazzolla; también la avenida Callao debería llamarse Astor Piazzolla, pero es un deseo mío como familia y por lo que representa Astor en el mundo. Callao es muy significativa por el tema Balada para un loco, la luna rodando por Callao y toda esa fantasía que hay alrededor de ese tema, uno de los diez más populares de Latinoamérica. Además, él recorría mucho esa calle porque vivía en Libertador y Callao y Horacio Ferrer vivía por San Telmo, pero cuando lo iba a visitar iba no sé hasta qué calle y ahí se le ocurrió el tema.
Lo que no me gustaría es que su nombre entre ahí y quede manchado por una polémica por una boludez como las que ocurren siempre con estas cosas. Pero obvio que mi abuelo se merece todo eso siempre. Por lo menos el conservatorio de la ciudad de Buenos Aires se llama Astor Piazzolla, elegido por votación de docentes y estudiantes.


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