Premios Oscar: un cachetazo a la corrección política
La ceremonia que hizo todo lo posible para ser inclusiva, equitativa y equilibrada quedará en el recuerdo por un cachetazo. ¿Qué aplaudimos?, ¿de qué nos reímos?
La corrección política es aburrida. Y a veces tan impostada que sus hilachas quedan expuestas aún en la ceremonia con más profesionales de la actuación.
La entrega de los Oscars del domingo, que hizo lo imposible para mostrarse inclusiva, equitativa, y sin prejuicios, quedó -quedará- en el recuerdo por unos pocos minutos: los que transcurrieron desde que el humorista Chris Rock hizo un violento chiste sobre la alopecia de Jada Pinkett Smith hasta que su marido, el también actor Will Smith se levantó, subió al escenario, le estampó una cachetada a Rock y volvió a su asiento al grito de “Saca el nombre de mi mujer de tu puta boca”.
Fue algo tan inesperado para una ceremonia que se rige por el minucioso y milimétrico encastre de skecthes , presentaciones y entregas de premios, que muchos pensaron que era parte del show. Pero no. A Will Smith le molestó que se burlaran de la alopecia de su mujer y todo lo que se le ocurrió fue pegarle al cómico.
¿Fue un chiste violento y de mal gusto? Si. Pero no el único.
Por caso, apenas tres minutos después, una de las conductoras de la ceremonia, Amy Schumer, hizo una broma que debe haber caído igual de mal.
Schumer se acercó a Kirsten Dunst, nominada a mejor actriz de reparto, y Jesse Plemons, nominado a mejor actor de reparto, ambos por la película “El poder del perro”. Schumer paseaba entre las estrellas mientras hablaba de los “rellena asientos”, esas personas que acuden a la gala sólo para sentarse cuando un actor se levanta, para que en la pantalla no se vean espacios vacíos. “Les explicaré lo qué hacen los rellena asientos. Aquí tenemos a una (dijoseñalando a Dunst). ¿Te puedes levantar e irte al baño, cariño?”, le dijo Schumer a Dunst mientras la echaba de su asiento para sentarse con su marido, Plemons. “¿Sabías que esa es mi esposa?”, le preguntó él, y ella bromeó: “¿Estás casado con esa rellena-asientos? Eso sí que es raro”. Es posible que a Dunst no le cayera bien. Y tampoco a los “rellena asientos”. Y tampoco a Plemons.
¿Más chistes duros de digerir? Schumer arrancó felicitando a Leonardo Di Caprio por su gran tarea ante al cambio climático. “Va a dejar todo más limpio y verde para sus novias”, dijo Schumer y luego explicó: “porque él es sucio”.
Hubo más. Hubo un montón. Es lo que suele ocurrir en cada ceremonia de entregas de premios. Contratan a humoristas para que hagan más distendida la larga ceremonia. Y suelen contratar a cómicos que, en la mayoría de los casos, son ácidos, y políticamente incorrectos.
Entonces, ¿hablamos del cachetazo porque se hizo viral y fue inesperado?, ¿hablamos porque hubo un chiste ofensivo con una enfermedad?, ¿nos molesta porque Will Smith demostró que sólo es políticamente correcto de la boca para afuera pero que a la hora de actuar decide que “por amor uno hace locuras” y actúa de forma de forma violenta respondiendo al chiste violento?, ¿o porque creemos que el humor no es humor si lastima a alguien?. Pero entonces, ¿no nos reímos de cosas que no admitiríamos en público que nos dan risa? , ¿o el problema es la dimensión que alcanza el chiste al hacerse sobre un escenario y para todo el mundo?. Y peor aún: ¿existe un humor que no ofenda a nadie?
A DiCaprio lo puede haber ofendido que le digan sucio, tanto como los rellena asientos pueden haberse sentido ofendidos por haber sido considerados una categoría inferior a las estrellas de Hollywood.
Chris Rock no se caracterizó nunca, en toda su carrera, por hacer chistes “blancos” (como se llama al humor de salón). El mismo Chris Rock tiene un repertorio humorístico que incluye chistes como: “Estuve en casa de Michael Jackson y ví a un niño salir corriendo y dijo: ‘¡Espera, sálvame!’” , o “La única vez que los actores actúan en los Oscars es cuando pierden. Recuerdo cuando Halle Berry ganó el Oscar, Nicole Kidman estaba sonriendo tan ampliamente que tendría que haberse llevado cualquier premio por su gran actuación”, o en 2016 cuando condujo los Oscars y le escupió el plato a los propios organizadores de la ceremonia: “He visto por lo menos 15 personas negras en este montaje del video de apertura de la ceremonia. Bienvenidos a la elección de los blancos”.
La que quizás fuera a ser recordada como una ceremonia inclusiva (fue emocionante de verdad ver a todos aplaudiendo en lenguaje de señas el Oscar al actor de Coda y luego a mejor película del 2022), terminó demostrando que la corrección política es, a veces, puro marketing. Como prueba, el llanto de Wil Smith, consagrado mejor actor por su papel en Rey Richard, donde encarna al padre de las tenistas Venus y Serena Williams. “Quiero ser embajador del amor. El arte imita a la vida, y yo he parecido el padre enojado. El amor te hace hacer cosas increíbles”, dijo llorando y antes de suplicar: «Espero que la Academia me vuelva a invitar”.
Abajo, todo el auditorio estaba aplaudiéndolo, como si nada hubiese ocurrido.
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