El trágico comienzo del entrenamiento pre-antártico en Copahue, en 1949
El 23 de mayo de 1949, tres integrantes del ejército que realizaban el entrenamiento en Copahue, para viajar al continente blanco, murieron en medio de una tormenta de nieve.
Cada año, con temperaturas bajo cero, las tres Fuerzas Armadas entrenan durante 25 días en la cordillera neuquina. Se preparan para viajar a las bases argentinas desplegadas en la Antártida. El lugar de este entrenamiento es la zona de Caviahue-Copahue que tiene condiciones climáticas semejantes al continente blanco.
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El lugar fue elegido hace muchos años, en 1949. Y el 23 de mayo de ese año, fue una fecha clave, triste.
Según la historia que recopila la Fundación Marambio, en febrero de 1949 el coronel Hernán Pujato había realizado el “Curso Invernal en el Centro de Adiestramiento Ártico en Alaska”, dictado por el ejército de los Estados Unidos. Entusiasmado, cuando regresó a la Argentina, le puso nombre a su proyecto “Expedición Científica a la Antártida Continental Argentina”. Ya había elegido como sede el área de Copahue. Próxima al volcán, presentaba condiciones geográficas y climáticas similares a las que encontrarían llegados al Continente Blanco y además, tenía un precario refugio militar.
Pero las cosas no salieron bien. “El 23 de mayo de 1949, es una fecha que no debemos olvidar, porque se recuerda el fallecimiento en actos del servicio de los tres primeros voluntarios integrantes del Ejército Argentino seleccionados por Pujato para integrar la Expedición, que finalmente se realizó en el año 1951 y fundó en la Bahía Margarita al sur del Círculo Polar Antártico la “Base “General San Martín”, en esos momentos la más austral de la República Argentina y del mundo”, dice el escrito de la Fundación Marambio.
Efectivamente, aquel 23 de mayo de 1949, mientras se entrenaban en las inmediaciones del refugio, los tres hombres fueron sorprendidos por un violento temporal de nieve y viento, que les impidió regresar.
El 24 de mayo, alertados por la desaparición, el Ejército designó a Pujato como “Jefe de la comisión de auxilio para la búsqueda de los desaparecidos en la montaña”. No encontró al teniente primero Arnoldo Serrano, ni al subteniente Adolfo Ernesto Molinero, ni al soldado conscripto (Clase 1928) Emiliano Jaime, que cumplía su servicio militar obligatorio en el I Batallón del Regimiento 10 de Infantería de Montaña.
El 3 de julio de 1949, Pujato regresó a Buenos Aires. Y poco después, escribió un artículo para recordarlos en la “Revista Militar”: “Allá arriba en la Cordillera Andina, arrullados por los vientos huracanados y envueltos en grueso sudario de nieve, han quedado los camaradas (…) “En la lucha titánica y sin cuartel con el huracán invernal, cayeron vencidos. Aún no han vuelto sobre el escudo, porque la montaña hermosa y bravía, donde rindieron sus vidas de hombres jóvenes, optimistas y fuertes, los retiene como si fueran su mejor presa. Fueron voluntarios, porque eran valientes”.
Los cuerpos de Molinero y Jaime fueron hallados recién el 8 de diciembre de 1949, debajo de un árbol, por una patrulla militar. Hubo que esperar casi diez años, hasta 1958, para encontrar a Serrano. El cuerpo fue descubierto por unos puesteros en la cumbre de un cerro totalmente alejado del refugio militar.
En “Reminiscencias…”, escrito por el teniente coronel Jorge Julio César Mottet, el autor escribe: “¿Qué pasó aquella desgraciada tarde? No hay nada escrito que nos permita comprobarlo, solamente suposiciones. Por alguna razón que sólo puede dar lugar a conjeturas, los cuerpos del subteniente Molinero y del soldado Jaime fueron encontrados juntos debajo de un árbol. Al parecer, allí buscaron refugio del temporal y se presume que quizás Molinero o Jaime claudicaron ante la violencia de la tormenta o se lesionó. Mientras Serrano se alejaba en busca de ayuda (…) Varios años después, cuando ya pocos recordaban la tragedia y el misterio de la desaparición de Serrano, su cuerpo – o mejor dicho, su esqueleto – fue encontrado … totalmente apartado del sitio donde se encontraron los restos de Molinero Calderón y Jaime. Todo motiva a pensar que, desorientado por el viento blanco, se desvió de la senda hasta terminar en la cumbre de un cerro. Se supone que allí debe haber sufrido una horrible caída ya que sus huesos mostraban fracturas, especialmente de costillas y sus esquíes también estaba rotos”.
Desde 1950, hay un monolito que los recuerda. Y también un cartel, como referencia histórica, con sus nombres.
Fuente: Fundación Marambio
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