«Cris Miró (Ella)», una serie sobre orgullos y prejuicios

Cris Miró murió a los 33 años, en 1999. En sólo cinco años logró convertirse en un símbolo de la comunidad LGTB+. Una serie, disponible en TNT y Flow, cuenta su vida.

Quizás no tenga muchos datos novedosos ni permita conocer en profundidad a Cris Miró, pero la serie que se estrenó por TNT y Flow el domingo y lunes pasado respectivamente, puede servir para pensar cuánto cambiaron algunas cosas en 25 años, desde que ella murió, a los 33 años, en 1999. Y cómo en los breves cinco años que tomó la escena, se convirtió en un ícono de la diversidad sexual.


Lo primero que impacta en esta recreación de ocho capítulos, basada en el libro del periodista Carlos Sanzol, “Cris Miró. Hembra, vivir y morir en un país de machos”, es el parecido de Mina Serrano, la actriz trans española a que se pone en la piel de la vedette argentina.


Pero no sólo eso. Aunque el esfuerzo y el deseo parecen haber estado más consagrados a su carrera artística que al activismo político, Cris Miró trascendió como un símbolo de la comunidad LGBTQ+: fue la primera travesti que se hizo famosa como vedette de un espectáculo de revista en el teatro Maipo, protagonizó obras de teatro, hizo temporada en Mar del Plata y se ganó la aprobación de un público enorme. Todo en la década del ‘90, en medio de una escena que nada tiene que ver con la de ahora. El humor, las frases, el contenido de las obras, y también las entrevistas a las que se vio sometida, estaban cargadas de prejuicios a los que ella supo hacerles frente.


Algunas pocas imágenes remiten a la infancia de Cris Miró, a su casa, a la relación con su padre, su madre, su hermano. Pero el foco de la historia son esos cinco años, acelerados, en los que tuvo lugar el descubrimiento, el ascenso y el triste final.


El primer capítulo muestra cómo Cris Miró, ya una figura magnética y carismática en el under porteño, llama la atención de Marito Delmonte (que claramente se refiere a Juanito Belmonte, una figura emblemática de la época). Es él, no sólo el que le insiste y la acompaña a dar una prueba ante Lino Patalano, reconocido productor teatral que en aquel entonces buscaba figuras para relanzar el Maipo. Belmonte/Delmonte se transforma en una figura fundamental en la carrera de Miró: es el que le aconseja cómo moverse en el ambiente, qué decir, qué callar. Este es un momento clave en la corta carrera de Miró. Estudiante avanzada de odontología hasta ese momento, decide dejar sus estudios para dedicarse a su pasión, el teatro de revista. Aún si esa decisión implica romper los lazos familiares sobre todo con su madre, que no acepta la elección de su hija. En cambio, tanto su padre (César Bordón) como su hermano (Agustín “Soy Rada” Aristarán), la aprueban, la acompañan.

En la serie, el padre y el hermano en el debut de Cris Miró en el teatro Maipo.


Katjia Aleman es la encargada de ponerse en el papel de la madre y de darle matices a esa relación que fue ripiosa al principio y se transformó en cómplice y amorosa después.


La serie, que cuenta con el guión adaptado por Lucas Bianchini y Martín Vatenberg, que también la codirige junto a Javier Van de Couter, abarca un período breve pero intenso, en el que la peor parte del contraste con la actualidad se la llevan los medios de comunicación: ahí están, como recuerdo, la entrevista que le hizo Mirtha Legrand (“Bueno, no sé cómo tratarte Cris, te digo la verdad. Señorita, Señor”, o “¿Votaste en mesa de caballeros, no?, o “Tenés barba?, pero también: “Me resulta difícil hacerte estas preguntas porque no quiero lastimarte, no quiero molestarte, quiero que estés cómoda y feliz”, y “Yo creo que en este momento no hay vedette más sexy, más mona que Cris Miró”), la invitación al piso de Susana Giménez, con Tu Sam hipnotizándola para acercarle una pelota de fútbol, o los movileros de los programas que buscaban saber cuál era la enfermedad que aquejaba a la vedette y revisaban su basura para saber si estaba ocultando un tratamiento.


La serie muestra el momento en el que ella recibe el diagnóstico, un diagnóstico que sólo comparte con su hermano, que fue su guardián más fiel, y también se detiene en la decisión, personal, de no seguir con el tratamiento contra el HIV que la hacía sentirse mal.


Es posible que nada de lo que muestre la serie sea a esta altura una revelación. Pero sí es, además de una biopic respetuosa, una radiografía de un momento de la sociedad, y de una persona que por convicción, talento y estrella, abrió un camino que hoy otras personas pueden transitar con mayor libertad.


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