Chau «Guau!»: Árbol despide su disco más exitoso con un show en Neuquén

La banda que supo darle frescura y desprejuicio a la escena de los 90 y los primeros 2000 vuelve al Alto Valle. Este sábado, ofrecerá un concierto donde tocará todas las canciones de su disco más exitoso, además de un recorrido por todo su cancionero.

Árbol en Club Paraguay, de la ciudad de Córdoba, hace un par de semanas.

Inquieto árbol este Árbol. Extraño, también. Capaz de unir aquel DF mexicano con este Haedo familiar. ¿De qué raíces hablamos cuando hablamos de este Árbol hecho de los sonidos de ese laboratorio que fueron los años 90? Extrañas raíces la de este extraño Árbol.


Pablo Romero, una de las cuatro partes de este Árbol, estaba en el fondo de su casa de Haedo cuando atendió el llamado de Diario RÍO NEGRO. Este fue la semana pasada. No hacía mucho que había llegado: venían de tocar en Córdoba, Río Cuarto y San Luis. Y no faltaba mucho para que volviera a salir: Comodoro Rivadavia, Trelew, Viedma, Pico y Bahía Blanca, fueron los destinos reciente. Este viernes será el turno de Neuquén.


Árbol, la banda formada a fines de 1994, al occidente de la Capital Federal donde sabemos que está agite, celebra los (más o menos) veinte años de Guau!, el disco que los acomodó en el mainstream, con una extensa e intensa gira por el país, luego de haber estado en España. Y lo dicho: mañana, a las 21 (puerta a las 20), en Casino Magic (Planas 4005, Neuquén). Las entradas, las que quedan, que no son muchas, siguen a la venta en Flipper, Croma y Nikkel y, por sistema, a través de tuentrada.com.


“Vamos a hacer todas las canciones de Guau!”, avisa Pablo Romero desde la comodidad de su patio en su Haedo natal. “La idea de esta gira es darle un cierre a este disco bisagra para nuestra historia y para la época. Vamos a tocar todas las canciones, no en el orden en que aparecen en el disco. Quien quiera escuchar este disco entero, en vivo, esta va a ser la última oportunidad”.


Grabado en 2003, editado en 2004 y producido de manera conjunta entre Gustavo Santaolalla, Aníbal Kerpel y la propia banda, Guau! incluía los hitazos “Pequeños sueños”, “Trenes, camiones y tractores”, “El fantasma” y “Prejuicios”.


La lírica del disco abordaba asuntos problemáticos como los trastornos alimentarios (“Chikanoréxika”), el consumismo desenfrenado reflejado en la mala alimentación (“Comida chatarra”), la historia de un bravo gaucho travestido (“SoylaZoila”), el maltrato y el bullying (“Prejuicios”).


En Guau!, la banda profundizó su experimentación con diferentes estilos e instrumentaciones, combinando, por ejemplo, cumbia y hardcore en “Chicanoréxika”, o combinando chacarera con cierta dosis de tango en en “Soylazoila”.


Pero, sin dudas, la joya del disco es la impecable versión vocal de “Jijiji”, el clásico de Los Redondos que Árbol versionó de un modo tan particular, exponiendo las virtudes vocales de todos sus integrantes para reemplazar las cuerdas de la guitarra de Skay por sus propias cuerdas vocales. Este “Jijiji” supo ser “el” momento de los shows de Árbol hasta que en 2004 decidieron incluirlo en un disco.


Si “Jijiji” dio origen al pogo más grande del mundo, a partir de Árbol, y más allá de su versión de “Jijiji”, se trató del pogo más divertido del mundo. Porque eso fue Árbol siempre, una banda fresca y divertida de ver y escuchar. Y si algo mantiene la banda, veintipico de años después, es esa frescura, no ya sus vivos, que lo siguen siendo; sino sus discos: aún sigue siendo música fresca veintipico de años después.


Por entonces, la banda era un quinteto formado por Eduardo Schmidt (voz, violín, acordeón, arreglos de vientos y cuerdas), Pablo Romero (voz, guitarra), Sebastián Bianchini (voz, bajo, guitarra, Chapman stick, sintetizadores), Martín Millán (voz, batería, percusión, sintetizadores, xilofón) y Hernán Bruckner (voz, guitarra, sintetizadores).

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Esto fue a partir de 1996, porque en 1994, cuando todo comenzó los nombres eran otros. Más precisamente, dos: el bajista Patricio Pizarro y el baterista Matías “Chávez” Méndez. En 1996, la formación original grabó Jardín frenético”, su primer disco. Al poco tiempo, Méndez y Pizarro dejaron la banda y sus lugares fueron ocupados por Bianchini y Millán, completando la formación clásica de Árbol que grabaría el grueso de la discografía: el homónimo de 1999, Chapusongs (2002) y Guau! (2004). Stop aquí: en 2006, Edu Schmidt se va de Árbol.


La banda sigue cuatro años y dos discos más: Hormigas (2007) y No me etiquetes (2009). Y nuevamente stop: la banda se toma un descanso de sí misma por tiempo indeterminado. De todos modos, todos se siguen frecuentando como viejos amigos, juntándose a comer y a tocar después de comer. En eso, Pablo Romero se mudó a México, pero cada tanto viene. Como ahora.

«Volvimos porque no gusta hacer esto y nos gusta hacerlo juntos. Componer y girar, de eso se trató siempre Árbol”, dice Pablo Romero, guitarra y voz de Árbol.


En 2017, casi siete años después de aquel parate, Árbol decidió volver como banda abriéndose a nuevos desafíos. Y cinco años después editó Hongo (2022), su séptimo y por ahora último disco porque ya están trabajando en uno nuevo.


“Lo que nos mantiene activos es poder disfrutar de nuestra música, hacer canciones nuevas, poder editar viejos demos de canciones que habían quedado guardadas y n os parecía interesante sacarlas. Hace unos días editamos una versión de ’Ya lo sabemos’, junto a Sebas Teysera, de La Vela Puerca. Ya empezamos a trabajar en un disco nuevo… por eso volvimos, porque no gusta hacer esto y nos gusta hacerlo juntos”, explica Pablo Romero. “Componer y girar, de eso se trató siempre Árbol”.


Quedó claro por qué volvieron en 2017, pero, ¿por qué pararon en 2010? “El proyecto que habíamos empezado en 1994 necesitaba descansar”, apunta Pablo. “Para no terminar de quemarlo. Es muy importante parar y descansar hacerlo. Para no quemarlos, fundirlos a veces hay que tomar distancia de los proyectos y darse un poco de aire para renovar muchas cosas. Inteligentemente, tomamos ese descanso”.


Durante ese descanso como músicos de Árbol, los músicos de Árbol se siguieron frecuentando como los viejos amigos que siempre fueron y para cuando decidieron volver como banda la cosa ya estaba aceitada. Y aunque no hubo mucho por acomodar, hubo cosas por acomodar como, por caso, saber del lugar de cada uno en la banda y saber respetarlo.


“Una de las cosas por las que decidimos volver es porque nos gusta estar ente nosotros”, replica el guitarrista. “Estar entre nosotros, girar, tocar y estar los cuatro juntos. Mas allá del dinero, más allá del éxito, siempre tuvimos claro que nosotros cuatro somos una familia y que eso es lo principal: la música y estar bien entre nosotros”.


Una de las cosas que pasa cuando recorremos la música de Árbol, la de antes y la de ahora, es esa identidad sonora que caracterizó siempre a la banda. “Lograr una identidad sonora es lo mas difícil para cualquier banda”, afirma Romero. “ Poder haber logrado eso y tocar cosas nuevas que mantengan esa identidad sonora para mi es muy valioso”.


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