Adrián Moyano habla de “Su silencio nuestro tayül”, su nuevo libro

Editado por Espacio Hudson, reúne textos de diverso registro: algunos periodísticos y otros que abordan cuestiones históricas tomando como orientación la experiencia del pueblo mapuche.

Por Mauro Moschini

Como en los primeros libros de Adrián Moyano –Crónicas de la resistencia mapuche, del 2007, del cual se agotaron varias ediciones, y Komütuam. Descolonizar la historia mapuche en Patagonia, de 2013– en Su silencio nuestro tayül, editado a principios de este año por la editorial Espacio Hudson, se compilan textos de diferentes registros: por un lado, periodísticos (algunos de ellos originalmente pensados como columnas radiales y otros como posteos de Facebook) y, por otro lado, textos que abordan diferentes cuestiones históricas tomando como orientación la experiencia del pueblo mapuche.


La diferencia de este libro más reciente es la brevedad de la mayoría de los textos y que por primera vez Moyano publica en forma de libro algunos poemas que hasta ahora solo había difundido en algunas actividades públicas y por Facebook. La brevedad y heterogeneidad de estos textos, además de hacer de este libro una muy buena manera de empezar a leer a este autor marca una diferencia mucho más marcada respecto de sus anteriores tres libros (A ruego de mi superior cacique, Antonio Modesto Inakayal, de 2017; Por su valentía se llaman tigres, de 2019 y Digno del renombre de bravo, de 2022), todas obras de “divulgación histórica” que – con una extensión considerable– reconstruyen la historia de varios líderes mapuche según se las puede rastrear en las fuentes coloniales y en los aportes más recientes de la historiografía.


Moyano tenía 27 años cuando llegó, en 1991, a orillas del lago Nahuel Huapi. Contaba con alguna experiencia en el oficio de periodista y un título de Licenciado en Ciencias Políticas. “Yo ya había venido varias veces acá de mochilero, y antes aún con mi familia”, comienza a contar Moyano desde Bariloche, a través de una videollamada. “La verdad que el panorama que se me abría en Buenos Aires –continúa– no me gustaba. Si bien en ese momento disfrutaba de algunos aspectos de la vida urbana como el rock o el fútbol, no estaba cómodo en una gran ciudad”.

«El libro entró en imprenta en el peor momento: diciembre del año pasado, cuando no se sabía lo que iba a pasar con el sector editorial. No es que ahora se sepa mucho, pero en ese momento la incertidumbre todavía era mayor», cuenta Adrián Moyano.


Con el grupo de amigos con que llegaron a la ciudad cordillerana tenían pensado seguir viaje hacia una zona más rural, pero Moyano muy pronto pudo comenzar a trabajar como periodista de radios y medios gráficos. “Las circunstancias de la vida hicieron que me quedara acá. No me imagino viviendo en un lugar que no sea cordillera, que no sea territorio mapuche. La familia de mi compañera –continúa Moyano– vive en Neuquén capital y vamos relativamente seguido allá. Cuando volvemos de Neuquén para este lado, al pasar Rankilwau (el cartel de Vialidad dice Cañadón del Carrizo) yo siento que vuelvo a casa. Cuando empiezo a ver los primeros cipreses cerca de Traful ya me siento bien. Mi lugar es este espacio territorial a pesar de no haber nacido acá”.

P: ¿Cómo comenzaste a armar este nuevo libro?
R:
La idea fue de Danae Fiore, una arqueóloga de mucho renombre en el ámbito académico, que terminó escribiendo el prólogo. Coincidí con ella, sin conocerla todavía, en la película Jinetes de Roca [dirigida por Sebastián Díaz, estrenada en mayo de 2024]. Después ella me sugirió que reúna esas publicaciones más bien breves, que siguen teniendo como hilo conductor una visión descolonizadora de la historia mapuche, aunque no son ensayos de divulgación histórica, y también hay bastante primera persona. Después vi que a alguna gente mapuche también le pareció interesante. Entonces lo hablé el año pasado con el editor, Cristian Aliaga, que lamentablemente falleció hace poco. Y el libro entró en imprenta en el peor momento: diciembre del año pasado, cuando no se sabía lo que iba a pasar con el sector editorial. No es que ahora se sepa mucho, pero en ese momento la incertidumbre todavía era mayor.

No me imagino viviendo en un lugar que no sea cordillera, que no sea territorio mapuche».

Adrián Moyano.

P: Para quienes conocían tu trabajo como periodista y divulgador de historia, llama la atención, sobre todo, la presencia de textos poéticos, como el que le da título al libro…
R:
Ese texto viene de 2014, de las épocas del colectivo Mamül Muley. Acá hay una plazoleta con un monumento a Francisco Moreno donde todos los años Parques Nacionales lleva adelante su acto institucional. Nosotros fuimos a la tarde y llevamos imágenes de algunas de las personas mapuche que fallecieron en cautiverio en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata, en la época que era dirigido por Moreno. Entre ellas estaba Inacayal, Tropachún o Margarita Foyel, entre otras personas. Y hay una foto, célebre para quienes estamos en esta tarea de descolonizar la historia, donde –entre otras personas– están Inakayal, Foyel, uno de los hijos de Sayweke, que no falleció ahí, felizmente para él, y también están algunas mujeres con niñitos en brazos, entre ellas Tropachún, con una expresión inmensamente triste, como aferrándose a su bebito. Están en silencio, obviamente, en el silencio de la cautividad, de otra humillación que es la fotografía de los captores. El texto termina diciendo “(…) Su inquietud nuestro nervio, su desdicha nuestro fuego. / El silencio de sus rostros, nuestro tayül”.
Tayül es un canto mapuche sagrado, que vincula a las personas con su respectivo newén, o sea, es una expresión musical pero que tiene un profundísimo anclaje en el Az Mapu o manera mapuche de entender la vida. De ahí viene el título del libro.

P: En la contratapa del libro más reciente de Jorge Spíndola hay unas palabras tuyas. ¿Animarte a escribir en verso surgió del intercambio con poetas como Jorge?
R:
Una vez en mi casa, un sábado a la noche, coincidieron justamente Jorge Spíndola y Bernardo Colipán. También estaba Vanesa Gallardo Llancaqueo –que muy probablemente en breve tengamos un libro de ella– y obviamente mi compañera Anahí Mariluán. Había otros compañeros y compañeras también. Y bueno, Jorge y Bernardo son tremendos poetas. Después de la sobremesa empezaron a recitar sus poemas. Y yo no tenía nada para recitar. Entonces una compañera, una lamgen, me dice: ¿Por qué no leés los párrafos de Crónicas… donde hablás del kamarikún?

Cuando uno viene a vivir en el territorio, como se dice habitualmente, la mirada de pueblo no siempre coincide con la nacional, porque la realidad del pueblo mapuche no es la del pueblo guaraní o la del pueblo Qom».

Adrián Moyano

P: ¿La brevedad de los textos también es algo buscado?
R:
Está el imperativo de escribir más breve porque uno se pregunta quién va a leer en la actualidad un ensayo de divulgación histórica de 400 páginas. Hay público para eso, pero es el que en un punto ya tiene la inquietud o ya está de este lado. Pero siempre está el desafío o la inquietud de llegar a nuevos públicos, a gente más joven. Así que este libro obedece a esa inquietud por un lado, y a los imperativos de la época por el otro. No me acuerdo si antes o después de esa noche que te contaba recién, conocí a Javier Milanca, que en ese momento escribía en lo que él llama el formato de pichi epew, pequeños relatos. En una entrevista periodística él me explicaba que entendía su escritura como herramienta de movilización y que cuando se dan lecturas callejeras y están los carabineros en la otra cuadra no da leer media hora. Entonces eso me quedó en algún lugar.

P: Pero no solo estuviste publicando libros. Desde que publicaste tu anterior libro hasta ahora escribiste un guión para cine…
R:
Participé en dos producciones: escribí el guión de Mankewenüy. Amiga del cóndor, una docu-ficción que protagoniza mi compañera Anahí Mariluán. Ahí nos partió en dos la pandemia. El proyecto empezó antes y se paralizó en ese año y medio que no se pudo filmar. También se modificó bastante la intención original, porque no se pudo hacer lo que estaba previsto y se apuraron los tiempos.
Más cerca en el tiempo escribí el guión de Vuelve a navegar el wampo, que se estrenó el año pasado por Encuentro. También tuvo mucha suerte en el Festival Audiovisual de Bariloche porque obtuvo premios. Está disponible en YouTube.

P: En 2022 estuviste en la Universidad Friedrich Schiller de la ciudad alemana de Jena presentando un trabajo
R:
Sí, ya estuve tres veces participando de varias actividades. Esa universidad integra una red de universidades de Chile, Argentina y Alemania, conformada originalmente para estudiar la literatura patagónica. Lo interesante para mí de esos viajes es la chance de hablarle del pasado y el presente del pueblo mapuche –con la perspectiva descolonizadora que uno pretende aportar– a jóvenes estudiantes que se acercan a esta temática por el interés que genera Patagonia en el exterior y que tal vez no están tan informados porque su prioridad es la literatura.

P: En uno de los textos del Su silencio… contás que te iniciaste como periodista en 1984. Por esos años hubo nuevos abordajes del tema de los pueblos originarios. ¿venía de antes de que llegaras a Bariloche tu interés por estas cuestiones?
R:
Lo que pasa es que en Buenos Aires lo que yo veo es que hay una mirada más de conjunto, nacional en el sentido de jurisdicción. Cuando uno viene a vivir en el territorio, como se dice habitualmente, la mirada de pueblo no siempre coincide con la nacional, porque la realidad del pueblo mapuche no es la del pueblo guaraní o la del pueblo Qom.
Creo que ya había vuelto la democracia o estaba por volver, y recuerdo que fui a un festival en el Luna Park donde, entre otros, estaba el Coro Qom Chelaalapí (que después se hizo bastante conocido por el laburo de Tonolec), muchos cantores inscriptos en el folklore pero de proveniencia indígena y León Gieco. Esa fue la única vez que vi a Aimé Painé cantar. Yo estaba lejos del escenario, en la popular. Recuerdo una mujer muy bella con un canto que te paralizaba, sola con su kultrún puso en silencio a los varios miles de personas que estábamos ahí adentro


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