Cuando los padres no toleran la sexualidad de los hijos
El discapacitado mental leve o moderado es eternizado en la niñez.
Entre las personas que padecen una discapacidad mental, los que tienen un nivel leve o moderado están capacitados para desarrollar su sexualidad, según los especialistas, aunque los padres, la escuela y la sociedad en general coartan esta posibilidad y los eternizan en la niñez, producto de los fantasmas y prejuicios que tienen.
«La posibilidad de efectivizar cierta cuestión sexual estaría dada en las personas que padecen una discapacidad mental, leve o moderada», destacó Cristina Oyarzábal, profesora de ciegos, investigadora en la problemática de las discapacidades, especialista en Ciencias de la Educación y psicoanalista.
Remarcó que la discapacidad mental «raramente ofrece por sí misma riesgos para una adecuada elaboración de la sexualidad».
No obstante, a pesar de esta posibilidad «hay un problema de gran prejuicio en relación a esto porque en la realidad concreta no está posibilitada la función sexual para estos sujetos», señaló tras advertir que «los mayores riesgos provienen de la resistencia parental para hacer frente a la sexualidad del hijo». La especialista remarcó el entorno natural de estimulación sexual que se da desde el nacimiento en cualquier chico «convencional», es decir sin discapacidad.
Pero en los chicos con alguna discapacidad mental «generalmente esto no se da», añadió. Los niños convencionales, de los 3 años a los 5, empiezan a conocer la diferencia anatómica de los sexos, empiezan a preguntar sobre el origen, empieza la curiosidad sexual.
«En general los chicos con discapacidad leve o moderada no hacen las preguntas sobre el origen y la sexualidad; sin embargo no hay nada que justifique desde el punto de vista intelectual o cognitivo que un niño moderado o leve no haga este tipo de preguntas, es decir que más bien eso parecería ser una resistencia de los padres por lo cual los chicos no preguntan», señaló Oyarzábal.
Frente a la discapacidad mental circulan fantasmas en los propios padres y en la sociedad. «Hay muchos fantasmas de los padres de que los chicos, por la ingenuidad que tienen, sean víctimas fáciles de un abusador, de lo que se conoció casos. Pero en realidad en esos casos se trató de alguien conocido, cercano, porque no tienen una vida social, están internados en la escuela o en la casa», explicó.
Para la experta, si el chico está enseñado como cualquier chico a cuidar de su intimidad, aprenderá como el otro. «En las escuelas tampoco está habilitada la posibilidad de abordar este tema; es un tema tabú y se reprime, porque los maestros, en la generalidad de los casos, para tranquilizarse, los tratan como niños».
Otro fantasma es que llevados por los impulsos sexuales -y se tiene la idea de que esos impulsos no son educables- terminan siendo unos desbordados, «y a veces terminan siéndolo porque hay mucha prohibición, y entonces ¿qué hacen con esa pulsión sexual que está presente como en cualquier persona?». «Cuando estos chicos o jóvenes quieren tener un novio o una novia -continuó- termina siendo un como sí, juegan a que son novios, como los nenes chiquitos, porque en realidad los padres no los dejan viajar solos, no les dejan lugares para estar solos en la casa».
«»Esta cuestión de no permitir la sexualidad los eterniza como niños, cuando en realidad no se justifica para nada que no puedan hacer una vida de pareja y tener derecho al matrimonio como un derecho social y humano. Eso en general esta coartado», lamentó.
-¿Qué queda, entonces? -Trabajar más con los padres, con grupos de padres; cuando son jóvenes con discapacidad mental leve tienen todas las aptitudes para una vida social y sexual; es, por ejemplo, similar a los casos de gente que funciona con eso que se denomina como normal bajo por falta de estimulación. Estos chicos no funcionan como normal bajo por falta de estímulo sino por la patología que tienen.
La especialista describió una experiencia que se realiza en Estados Unidos, donde hay casos en los que un grupo de 4 o 5 jóvenes viven solos en una residencia con un coordinador, estudian y trabajan, hacen artesanías y después las venden.
Esto está administrado o supervisado por los padres, «pero acá lo que pasa en general es que los padres piensan en tenerlos con ellos toda la vida», dijo Oyarzábal, para remarcar el sentimiento de posesión de estos padres.
Finalmente, resaltó que «lo mejor es que cuando son jóvenes dejen de vivir con los padres, que los mismos padres armen un proyecto para crear un lugar donde puedan vivir, y ellos ir a visitarlos como se hace con un hijo convencional». (Télam)
Es un derecho de todos
«Emprender campañas destinadas a modificar las actitudes negativas y los prejuicios sociales ante la sexualidad, el matrimonio y la paternidad o maternidad de las personas con discapacidad», es uno de los aspectos contemplados para la Convención Internacional Integral y Amplia de Naciones Unidas para Promover y Proteger los Derechos y la Dignidad de las Personas con Discapacidad.
Dentro de los distintos niveles y tipos de discapacidad, los más excluidos de toda circulación social y sexual son los discapacitados mentales, aunque existen numerosos obstáculos y prejuicios frente a la discapacidad física o sensorial.
Prejuicios y barreras que olvidan la condición de persona, de ser humano de quienes padecen una discapacidad, y niegan derechos elementales tales como la posibilidad del placer, siendo que el placer es el movilizador de gran parte del actuar en la vida. Los expertos para la Convención Internacional plantean, asimismo, «garantizar que las leyes no discriminen a las personas con discapacidad en materia de matrimonio, procreación y herencia patrimonial; garantizar que las personas con discapacidad cuenten con la información necesaria sobre educación sexual y planificación familiar; promover la protección y el apoyo especiales para las mujeres con discapacidad durante los períodos de embarazo, parto y lactancia».
Este texto se enmarca en la preocupación manifiesta por el comité de expertos de la entidad, quienes corroboraron la misma preocupación que tiene la población y los familiares de los discapacitados, acerca de que «las personas con discapacidad continúan siendo objeto de graves discriminaciones». En relación a esta verificación, se agrega un comentario: «Debería hacerse referencia específica a la discriminación múltiple a la que a menudo enfrentan las personas discapacitadas», tras lo cual se plantea añadir que el sector se encuentra en una situación «a menudo agravada por otras formas de discriminación basadas en el sexo, la edad y otros factores».
Porque los pactos y convenciones internacionales, los instrumentos de Derechos Humanos, y el sentido común referido al respeto y tolerancia por las diferencias -sentimiento a menudo ausente desde las instituciones en general y la población- plantean el principio de la igualdad en el desarrollo individual de todas las personas.
Lo privado
Otro tema son las masturbaciones compulsivas. La escuela termina generando aquello mismo que teme, igual que los padres, porque tanta represión de la sexualidad hace que se desbordan por algún otro lugar.
Remarcó que el tema es «complicado».
«No es fácil de trabajar; yo atendí chicos que se masturbaban compulsivamente y las maestras los retaban. Yo les decía que no es que está mal que se masturben, lo que está mal es que lo hagan delante nuestro».
«La masturbación es algo normal. En todo caso que sepan que es del orden de lo privado y no de lo público; las maestras tomaron algo de esto», relató.
Oyarzábal continuó: «Entonces uno preguntaba ¿Y fulanito donde está? Está en el baño masturbándose, decían; pero no se trata de eso: uno no tiene por qué saberlo, porque es privado de cada uno».
La especialista consideró que aunque la cuestión es «elemental, los discapacitados mentales quedan como excluidos de toda humanidad, porque a uno con un hijo normal no se le ocurriría hacer eso. Hay cosas de sentido común».
Al contextualizar el comportamiento general que tienen los padres con hijos convencionales frente a la sexualidad, la experta destacó que «en general los padres le perdonan, entre comillas, la sexualidad a los hijos por la procreación. Si no, es como intolerable.
«Estar cerca de la sexualidad de los hijos como los hijos cerca de la sexualidad de los padres es una cosa del orden de lo intolerable psíquicamente».
«Por eso, en estos hijos que no van a dar descendencia -en los casos en que por su edad mental no pueden ser padres- se les hace imposible habilitarlos, y no se dan cuenta que les están quitando mucho de su humanidad, de su vida», alertó.
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