Histórico: ocho penitenciarios condenados a perpetua por la muerte de un preso
Fue por el delito de tortura seguida de muerte del interno Argentino Pelozo Iturri. Los otros imputados fueron penados por no denunciar el hecho y uno fue absuelto.
En un fallo histórico, ocho penitenciarios fueron condenados a prisión perpetua por la tortura seguida de muerte de uno de los internos, Argentino Pelozo Iturri, en la Unidad de Detención N° 9 de Neuquén.
En total fueron 15 los penitenciarios acusados por el hecho, entre los cuales se encuentra el celador, los agentes de la requisa, el enfermero del penal, el médico de la ex U9, el jefe de Seguridad interna y quien fuera el director y el subdirector de la ex U9. Gabriel Grobli, quien fuera el jefe regional de la zona Sur de los penales federales también fue acusado por omisión de denunciar la tortura y la presunta complicidad en el encubrimiento.
El presidente del Tribunal Oral Federal para este juicio, Marcelo Grosso, fue el encargado de leer la sentencia por la que se le dio prisión perpetua y se ordenó detener a Orlando Horacio John, Pablo Ángel Muñiz, Javier Elix Pelliza, Pablo Sepúlveda, Daniel Ulises Romero, José Lorenzo Retamal, José Walter Quintana y Carlos Roberto Vergara.
Por omisión de evitar el delito de tortura seguida de muerte y falsedad ideológica fueron condenados Héctor Ledesma a seis años y seis meses, José Roberto Sosa a seis años y Daniel Ricardo Huenul a siete años.
Grobli deberá cumplir una pena de seis años por encubrimiento doblemente agravado, mientras que Juan Carlos Heredia recibió una pena de cuatro años y Miguel Angel Carrilao de tres años y seis meses por omisión de denuncia del delito. Mario Leiría resultó absuelto.
Pelozo Iturri tenía una condena larga por delitos violentos y los hechos ocurrieron cuando ingresó, ya que venía trasladado desde el penal 1 de Buenos Aires. Según el testimonio del juez Sergio Delgado que tenía a cargo la ejecución de su condena, no debió haber llegado a Neuquén y el servicio penitenciario nacional le ocultó ese traslado.
El hecho ocurrió el 8 de abril de 2008 y el juicio tardó 10 años en llegar a debate, entre otras circunstancias, porque inicialmente la muerte del interno fue consignada como “muerte súbita”. El fallecimiento por causas violentas se ocultó con la elaboración de sumarios que en opinión de los peritos buscaron ocultar los hechos, informes médicos que describieron una muerte natural por problemas cardíacos o sobremedicación.
Según revelaron algunos internos durante las audiencias, Pelozo Iturri era un testigo presencial en una causa de muerte de un interno en Ezeiza a manos de penitenciarios. Ese proceso aún no llega a debate.
En el caso de su propia muerte, el interno que presenció la paliza en la ex U9 de Pelozo Iturri, Luis Abella, murió apuñalado en un descampado de Buenos Aires ni bien logró la libertad.
La estadía en unidades federales de ese testigo protegido se vio prolongada más allá de la condena que tenía por una causa interna, que luego en juicio que se desarrolló en Buenos Aires, se demostró que había sido “inventada”.
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