Construye su casa con botellas de plástico y ayuda de los vecinos
A Alicia le adjudicaron un lote social. Como no puede alquilar, puso manos a la obra. De todos lados le traen ladrillos, vigas y materiales para el techo.
Alicia Moriconi saluda entusiasmada y con la campera y las manos llenas de caliza. Es que en medio de la desesperación por quedarse sin un lugar para vivir, resolvió levantar su propio hogar con botellas plásticas. Como su situación se hizo conocida, empezaron a llegar las donaciones de materiales de construcción pero en especial de manos, que regalan trabajo y compañía.
Hacia el sudeste del ejido urbano, donde se comienzan a demarcar las últimas calles del barrio Progreso, en Hilario Estévez, entre Yrigoyen y Neuquén, se observa la construcción de Alicia. Es casi la única de esa manzana. El terreno social que recibió de la comuna cutralquense la empujó a que no se quedara tranquila y buscara la solución para tener la casa propia.
“Llegué a esta situación porque donde alquilaba, me habían dado hasta noviembre (de 2018) porque necesitaban demolerla. Era una casa que se estaba viniendo abajo, por esto también pude alquilarla, porque era muy económica”, describe.
Accedió al terreno pero no a la platea de la casa así que su hija le sugirió que empiece a construirla con botellas. “Ella me buscó por internet y de ahí sacamos cómo hacerlo.
La posibilidad de permanecer con el alquiler hasta enero, la alivió un poco y se dedicó de lleno a la construcción. “Hice el zanjeo, la base con ladrillones, y la empecé como pude. Pedí ayuda a la organización Barrios de Pie para que me ayuden a llenar botellas. Cuando vino Romina García, ella vio que estaba sola y entonces ahí empezó a viralizarlo”, describió.
Esta no es mi casa solamente. Es también mi necesidad, mi sueño, porque toda la vida quise tener mi casa propia”.
contó Alicia Moriconi, que vive en una casa alquilada que será demolida.
En una de las paredes, tiene ya colocadas 336 botellas. Al principio, las rellenaba con arena, después optó por hacerlo con caliza. “El proceso es colocar un poco de agua en la botella, luego le ponés caliza, la agitás para que se moje bien y cuando hay unos dos centímetros de caliza seca porque el agua no es suficiente, la volvés a rellenar con agua. Y hay que amasarla. Después te queda como una piedra”, describe. Encuentra como ventajas que las paredes son antisísmicas y además térmicas. “Esta no es mi casa solamente, es mi necesidad y mi sueño porque toda la vida quise tenerla”, cuenta.
Alicia relata que cuando se acercó el arquitecto desde el municipio, y corroboró que se estaba levantando la casa, le informó que le iban a dar el techo y las vigas. A medida que la comunidad se entera de lo que hace Alicia, llegan con donaciones: de botellas, colchones, ventanas. De hecho, la platea se la donaron “tres muchachos de una empresa”, cuenta Alicia.
“Una señora me trajo una bolsa de caramelos porque era lo único que tenía”
Las muestras de solidaridad con Alicia, desde que se conoció su historia, no se hicieron esperar. Desde materiales de construcción, hasta una estufa a leña y “caramelos” que le acercó una vecina, disculpándose porque era lo único que podía aportarle.
Mientras se levantan, de a poco las paredes, Alicia pide que ya no le lleven más botellas plásticas porque no tiene lugar donde guardarlas hasta su utilización. La suerte de galpón que montó con un colchón a modo de una de las paredes, ya no es suficiente para albergar las botellas.
Un vecino se acercó y no le dijo ni el nombre porque no quiso que se sepa, le trajo mil ladrillones. Los ceramistas de Cersinpat le dejaron dos palets con 300 cerámicos. Y el dueño del camión que los trasladó, le donó el flete. La que más emocionó a Alicia fue una mujer que se acercó y le entregó una bolsita de caramelos porque “es lo único que puedo aportar”, le dijo.
Ladrillo ecológico
- 336
- envases plásticos lleva colocados en una de las paredes de la vivienda. Se rellenan con caliza.
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