Gutiérrez dejó sus conceptos sobre la gobernanza en la apertura de la Maratón de Comunicación Política. (Gentileza).-
Opinión Debates

Consensos en democracia, tan frágiles como necesarios

La necesidad de pensar el largo plazo, afrontar problemas estructurales, incorporar nuevos actores y desbloquear antagonismos que paralizan la gestión del Estado fueron ejes de las jornadas de comunicación Política en Cipolletti #MaratonComPol.

Está de moda decir que en Argentina, y en los sistemas democráticos en general, “se necesitan consensos”. El problema es que no todos entienden lo mismo cuando hablan ello y se termina de complicar cuando se interroga el cómo, sobre todo en sociedades polarizadas y en tiempos de exceso de información, noticias falsas, la dinámica de las redes sociales y medios, entre otros factores, que activan mecanismos que exacerban las diferencias y el “efecto burbuja”. Esa fue la temática que abordaron desde diversos ángulos varios especialistas en el reciente encuentro de Comunicación Política denominado “#maratóncompol” realizado la semana pasada en Cipolletti.

Durante el encuentro de dos días, los cerca de 20 disertantes en el encuentro abordaron desde distintos enfoques los problemas y desafíos para un consenso democrático en el marco actual.

Los politólogos Paola Zuban y Gustavo Córdoba, de la consultora que lleva sus apellidos, abrieron la conferencia con una reseña de cómo cuesta generarlos y cuán frágiles son los consensos en nuestro país, tomando como ejemplo el desempeño de la imagen del presidente Alberto Fernández, que comenzó su mandato con niveles de aprobación altísimos, del 70%, que subieron al 84% en el inicio de la pandemia y se derrumbaron a menos del 36%, con diferencial negativo de imagen, en la actualidad.

Los consultores destacaron los frecuentes errores de lectura que hacen muchos líderes de sus niveles de aprobación y de las demandas sociales.

Paula Zuban, politóloga y consultora política.

Paula Zuban destacó que es en la esfera de la opinión pública donde interactúan medios (ahora también redes), oposiciones y el gobierno “para lograr una necesaria cohesión social, sea para construir legitimidad o para deslegitimar” las políticas públicas. En este marco, la politóloga puntualizó que ante infinitas demandas ciudadanas, se busca definir cuáles son centrales y cuáles son marginales para establecer prioridades.

“Alberto Fernández asume con significativos apoyos, pero ellos estaban más vinculados a la gestión de la pandemia que a su persona, no era un cheque en blanco, sino la necesidad de un acuerdo sobre ciertos temas elementales”, explicó Zuban, recordando el efecto “all around the flag (todos alrededor de la bandera”) típicos de las grandes crisis, que en realidad expresan la necesidad colectiva de tener certezas para salir de la situación.

De la postura institucional y la foto conjunta con líderes opositores se pasó a cierto exitismo, que junto a problemas económicos como el desempleo, inflación, endeudamiento e inseguridad que no fueron atendidos, fueron erosionando la credibilidad presidencial.

Zuban marcó como hitos de esta caída la expropiación de Vicentín (que le costó casi 20 puntos de caída de imagen), el vacunatorio VIP y la foto del cumpleaños de la primera dama Fabiola Yáñez, que rompieron este consenso previo y generó una creciente imagen negativa de la gestión.

Gustavo Córdoba señaló que hoy los niveles de enojo y sentimientos negativos en la sociedad argentina llegan al 80%, con lo cual “los tiempos de tolerancia de la ciudadanía se acortan. La sociedad argentina veía un fin de ciclo y eligió a Macri como instrumento para castigar a Cristina, luego a Alberto para castigar la mala gestión económica de Macri y al cabo de dos años de tiempo para generar algo distinto, decide castigar a Fernández también” señala. Y se preguntó: ¿aprende de las derrotas la dirigencia política? “Estamos en un caldero de enojo y se necesita una lectura humilde de estas situaciones” agregó Córdoba.

Gustavo Córdoba: «hay un bicoalicionismo muy fuerte» y un «empate hegemónico» que a menudo paraliza.

Este clima no es un fenómeno exclusivo de la Argentina, sino de las sociedades actuales en general. “Las protestas extremas, la incertidumbre y la generación de emociones negativas nos ponen al límite del sistema democrático” y en este contexto, a través de los medios y las redes “hay una creciente instalación de discursos de odio e irracionalidad”, dijo Córdoba. A menudo, la dirigencia política, al revés de otras épocas donde se cuidaban las formas o se buscaban acuerdos para moderar antagonismos, “se ha transformado en un vector de polarización”.

Señaló que la Argentina hoy tiene un “bicoalicionismo muy potente” entre el FdT y JxC, donde hoy desgraciadamente existe un “empate hegemónico”, destacó Córdoba citando al historiador Juan Carlos Portantiero. “Ninguno de los dos bloques logra imponer su proyecto político, pero ambas partes tienen el poder de veto sobre los proyectos a futuro de la otra fuerza”, explicó.

No obstante, señaló que hay aspectos para el optimismo. En primer lugar, existe una demanda social de lograr acuerdos, que se refleja tanto en las encuestas, donde un 71% apoya niveles de acuerdo entre la dirigencia en aspectos centrales, y en la “persistencia de buscar liderazgos moderados” en distintas votaciones. Pero para ello la dirigencia debería tomar nota de las demandas insatisfechas y darse cuenta que mucho del apoyo logrado es sólo temporal. “Buena parte de la oposición cree que con los resultados de las legislativas tiene asegurada una victoria en 2023. En nuestra consultora creemos que en realidad hoy el JxC y el FdT tienen las mismas posibilidades de ser gobierno”, ejemplificó Córdoba.

Parte de este hilo fue retomado por el politólogo Matías Bianchi, quien en su disertación aseguró que son necesarias nuevas formas de gobernar poniendo a la “inteligencia colectiva” en el centro de las decisiones. Aunque Bianchi ponderó el rol de la tecnología y la Inteligencia Artificial para la toma de decisiones públicas, advirtió que los algoritmos y plataformas “no son instrumentos neutros, tienen sesgos” que se deben contemplar.

Agregó que las sociedades actuales enfrentan problemas hipercomplejos como la pandemia, el cambio climáticos o las migraciones masivas que “tienen efectos sistémicos” y afectan todas las dimensiones políticas, desde lo global a lo más local. Estos cambios generan “fenómenos políticos diferentes para los que no estábamos preparados cuando se diseñaron nuestras instituciones”, dijo.

Matías Bianchi, cientista político habló sobre «inteligencia colectiva» en política.

Bianchi propuso poner a la inteligencia colectiva en el centro de las decisiones, donde “nadie sabe de todo, pero todos sabemos un poco”, para tender problemas como el cambio climático o la pandemia. Se debe tomar conciencia que “ningún gobierno, institución o empresa puede dar respuesta solitariamente a los problemas y desafíos que tenemos enfrente. Se deben tomar decisiones en base a la participación y el escrutinio de nuestra sociedad”, apuntó.

En el cierre del encuentro, el especialista en comunicación política Mario Riorda, planteó que el consenso político es “más que una virtud, una necesidad. Sin consenso político no se gobierna”, explicó. El politólogo se preguntó “¿Hay que restaurar consensos (volver a lo anterior), reconstruir (reparar lo dañado) o rehacer (de nuevo)?”, inclinándose hacia la última alternativa. Riorda explicó que el consenso no elimina los conflictos, algo propio de la vida en democracia, sino evitar “ese disenso que sólo bloquea y paraliza a un gobierno” y que además, en exceso, puede ser desestabilizante.

Explicó que nuestro país, y Latinoamérica en general, vive una ola de fuerte escepticismo entre sus ciudadanos. “Casi dos tercios de las personas consultadas piensan que sus hijos van a vivir peor que ellos. Eso significa la pérdida de la aspiración al ascenso social”, detalló. Ante esta realidad , criticó que mucha de la comunicación de gobierno actual “es pura inventarialidad (promover obras o supuestos logros) vía inversión publicitaria. Si bien muchos gobiernos se han volcado a la utilización de las redes e internet, hay “poco servicio, mínima interacción y nula consulta” a los ciudadanos. “Es imposible pensar a la comunicación de gobierno sin mecanismos de participación”, concluyó.

Mario Riorda, experto en comunicación política y de gobierno, cerró el encuentro.

En este sentido, llamó a rescatar la mirada de largo plazo, la apertura y la necesidad de institucionalizar el disenso, donde la formas importan tanto o más que el contenido.

“Las formas para llegar al consenso son tan importantes como los temas que se discuten, a veces más importantes. Las grandes transformaciones acarrean transacciones, apoyos y negociaciones. Cuando son impuestas sin ceder, si luego ese gobierno pierde, todo vuelve a cero”, agrega Riorda. «A menudo la retórica sobre el qué bloquea el cómo”, señala y llamó a los gobiernos a buscar consenso “cuando más apoyo tengo, no cuando lo pierdo”.

Encontrar un equilibrio entre consenso y disenso implica aceptar el codiseño, la cogesión y corresponsabilidad sobre las políticas públicas, destacó.

Finalizó llamando a gobernantes y dirigentes a abandonar la zona de confort, los discursos agresivos, la estigmatización e incorporar la perspectiva del otro para construir acuerdos básicos que una mayoría reclama. “Si no hay mito de gobierno (que articule pasado y futuro para explicar las políticas del presente), si no hay plan de comunicación, si no hay una mirada hacia la gente; es difícil que te quieran de verdad”, concluyó.


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