Consejos para “entenderte” mejor con tu perro

Estas mascotas son muy buenas observadoras de nuestros movimientos, gestos y tonos de voz. “Son maestros del lenguaje corporal”, le dijo a Río Negro el educador canino Luis Ayala.

¿Quién alguna vez no le ha hablado a su perro como si fuera una persona más? Seguramente, el perro mirará, volteará la cabeza y, quizás, mueva su cola. Nos pondremos contentos porque pensamos que nos comunicamos y nos entendemos. Pero lo que realmente sucedió fue que el animal es un gran observador de nuestros movimientos y gestos, y también del tono de voz, en definitiva, ellos conocen más de nosotros, que nosotros de ellos.


Con repeticiones asocian sonidos con acciones, como: “a pasear!”, “a comer!”, pero no entienden nuestro lenguaje hablado, explica Luis Ayala, educador canino, de Allen. “Ellos son maestros del lenguaje corporal”, sostiene.
Según el experto, los perros manifiestan y muestran cómo se sienten con su cuerpo y nos observan todo el tiempo, además aprenden y comprenden nuestros gestos, tonos y movimientos. Intuyen nuestros estados de ánimo más que nuestro lenguaje verbal. Pueden diferenciar con claridad la intención que carga nuestro tono de voz, si es amable, firme, amistosa u hostil, pero no nos entienden.


Ayala asegura que para una buena fluidez comunicativa con nuestro perro es mejor hablar poco y lo necesario. “Lo demás es ruido que confunde”, dice. Y agrega: “Debemos aprender de su enorme poder de observación para estar más atentos a lo que nos solicitan, que siempre se trata de una estructura jerárquica (sentir que pertenece a la manada, no que tiene un jefe), coherencia, seguridad y amor de calidad, sin empacharlos de amor”.

“La buena gestión de las emociones son fundamentales y podemos inculcarlas desde muy temprana edad”.

Luis Ayala, educador canino de Allen.


Para no distorsionar esa comunicación – aclara Ayala – debemos premiar o corregir puntualmente en el momento preciso
. Si al llegar a casa encontramos que se comió la planta, comió un zapato o hizo pis adentro, eso ya sucedió y el perro tiene sus sentidos en nosotros, ya se olvidó de lo que hizo. Si le damos un “chirlo” como suele pasar, no sabrá nunca por qué fue reprendido.


“Una manera eficaz de lograr una comunicación clara es estableciendo rutinas de acción y comportamiento, desde el día que el perrito llega a casa”, explica Ayala y asegura que esas rutinas se construyen en momentos claves para el perro donde aprenderá en qué lugar y momento comerá o dónde dormirá, entre otras cosas.
“Poner la ración en el comedero delante del perro y caminar hacia el lugar elegido para él, mientras nos quedamos quietos con el comedero a la altura de nuestro pecho, sin hablar”, explica Ayala.


El educador asegura que, de esta forma, el perro dará unas vueltas, saltará, gemirá, porque quiere su comida, pero nosotros debemos quedarnos quietos
. “Pasado un momento, el perro se sentará y ahí, le bajamos el comedero dejándolo comer tranquilo”, indica.


Si bien existen varias técnicas y procedimientos, Ayala asegura que ese es el lenguaje del cuerpo. Así nos interpretan, leyendo nuestro lenguaje corporal, de esta manera es como mejor nos interpretan y comprenden. Y cierra diciendo: “Deberíamos responder recíprocamente aprendiendo a observar el lenguaje corporal de los perros”.


Para tener en cuenta:


No fregar la nariz del perro en el pis, no pegarle, no asustarlo, nada de esto le construye algo al perro, solo inseguridad.

Tenemos que comprender que todo lo que este a su alcance puede ser “probado”, por lo tanto es nuestra responsabilidad que el perro no llegue a destruir nada definiendo un espacio seguro y placentero para él.

Su lugar de descanso y tranquilidad debe quedar claro para que no se apropie de camas o sofás que pueden llegar a ocasionar conflictos por posesión.

El momento clave más descuidado es el paseo: “vamos a pasear” y el perro explota una emoción porque ha aprendido que “esa es la manera” de salir. Así empiezan los conflictos más notorios de reactividad, miedos y ansiedad.


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