Conocé el torneo que te demuestra que la discapacidad no es ningún obstáculo
Desde hace ocho años se realiza en Neuquén el Torneo Metegol, un lugar donde las personas adultas con discapacidad intelectual y motora jueguen al básquet y al fútbol. Es un espacio único, donde los 100 jugadores que participan sólo quieren saber cuándo es la próxima fecha.
El gimnasio del Parque Central de Neuquén dividido por una tela divisoria. En un sector, una cancha delimitada con dos arcos, y del lado más cercano a la puerta de ingreso, un campo de juego con dos aros de básquet.
A partir de las 14 se reproduce en eco del sonido del silbato, y los profesores comienzan a levantar a los jugadores de las tribunas, en dirección hacia ambos campos de juego. Se trata del inicio de la segunda fecha del denominado “Torneo Metegol”, cuya actividad está destinada a integrar personas jóvenes y adultas con discapacidad intelectual y motora.
Las dificultades cognitivas o las restricciones físicas no son un impedimento para que estas personas puedan realizar actividades físicas, y divertirse con sus compañeros.
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Margarita Espinoza, jefa del área de Discapacidad de la Municipalidad, explicó que “hay chicos que tienen problemas para desplazase” y que “siempre es acompañado”. En caso de que una persona no pueda camina o le cueste, los profes lo ayudan a trasladarse.
Comienza el partido, el equipo de camiseta roja y negra se enfrenta al cuadro azul. Debajo de los tres palos, se encuentra una persona mayor de pie custodiando el arco. Calzado con guantes de arquero en sus manos, y con su mirada fija a la pelota, que rueda en la mitad de la cancha, espera a que llegue su momento de actuar. Sobre sus costados hay dos colchonetas que esperan amortiguar su posible caída. “Es una persona disminuida visual y auditiva, y tiene un problema motor”, explicó Mendoza, quien agregó que “para agarrar la pelota se tiene que tirar. Entones ponemos la colchoneta para protección”.
Roberto Sánchez, uno de los profesores que también oficia de árbitro de los encuentros, detalló que la función del acompañante es la de guiar al jugador de acuerdo a la dificultad motriz que posea. Si la pelota se dirige hacia ellos, el profe atrapa la pelota y se la da al jugador.
Sánchez explicó que los chicos no conocen las reglas específicas del deporte, y en la cancha juegan como si “nunca lo hubieran jugado” a pesar de practicar durante el resto de la semana. Por ejemplo en el básquet “agarran la pelota y siguen”. En este contexto las reglas del baloncesto son más flexibles.
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El profe también explicó que los jugadores experimentan las mismas sensaciones que se viven en cualquier disciplina de equipo. Por ejemplo expresan su felicidad cuando convierten un tanto. “Un gol para ellos es la Copa del Mundo de nosotros, y lo manifiestan a su manera”, dijo Sánchez.
Alberto Livello, director general de Eventos explicó que del certamen participan las asociaciones Neu.De.Dis, Nehuen quen, Asociación Integración Progreso, Lihue y un grupo “diversamente Iguales” de Senillosa. Es el octavo año en que se hace el torneo. En el Torneo Metegol participan habitualmente 100 jugadores.
Santiago jugó para los azules de Nehuen Quen, y observa con atención los últimos minutos del partido en el costado de la cancha. Porta unos anteojos con protección especial, similar a la que utilizan los jugadores profesionales de básquet. Se mostró feliz por su desempeño durante los minutos que le tocó ingresar al equipo. “Yo hice uno” dijo con orgullo. También contó que desde chico jugaba a básquet con su hermano, y que le gusta ver a Emanuel Ginóbili, que “es de Bahía Blanca” y que ahora “juega en Estados Unidos”.
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Espinoza agregó que los equipos son mixtos, y que la regla establecida es que como mínimo debe haber una mujer o un varón en cada equipo. Además detalló que cada partido, tanto de fútbol como para básquet, dura dos tiempos de ocho minutos, y la jornada se extiende por dos horas. El objetivo es que cada equipo pueda jugar la mayor cantidad de partidos posibles.
La funcionaria municipal comentó que los chicos se divierten, y que cuando termina la jornada comienzan a preguntar cuándo es la próxima fecha. “Creo que prefiero estar acá y no en otro lado”, comentó Espinoza, quien señaló que trabajar con personas con discapacidad “aprendés mucho, te das cuenta lo cariñosos que son”, y que “te transmiten muchas cosas”.
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