Conmebol y UEFA, los dueños perversos del fútbol
Ambos organismos dieron una demostración del poder que tienen con sus decisiones. Manejan el fútbol mediante dirigentes que hacen prevalecer lo económico por encima de cualquier circunstancia.
Reconocer que el fútbol es una industria más no significa ningún crimen. Más allá de la idea romántica sobre la pelota y la intención de que el deporte se manche lo menos posible, hay miles de familias que viven de la actividad en todo el mundo y sostener el negocio es importante. Pero una cosa es tomarlo como tal y otra es llevarlo a niveles perversos como se vio en las últimas horas.
Entradas en calor que no se pueden hacer por los gases lacrimógenos de una represión policial fuera del estadio, música fuerte para tapar el ruido de las detonaciones, delegaciones que no pueden salir del hotel para jugar y otros hechos graves, han ocurrido en estos días en torneos organizados por Conmebol.
El límite pareció estar la semana pasada, cuando los equipos colombianos fueron obligados a jugar de local en Paraguay, tanto por Libertadores como por Sudamericana, para evitar que los manifestantes en las calles de Colombia cumplan el objetivo de hacerse oír suspendiendo esos encuentros.
Sin embargo, esta vez fueron más allá y un equipo argentino tuvo que padecer las consecuencias de jugar a como de lugar en Barranquilla.
Ayer, mientras tanto, UEFA confirmó el cambio de sede para la final de la Champions, de Turquía a Portugal, con el objetivo de jugar con público incluso en pandemia.
Los dos organismos más importantes que regulan el fútbol en Sudamérica y Europa tomaron decisiones que evidencian la falta de empatía de los dirigentes para con el deporte mismo y sus protagonistas.
El vínculo con los gobiernos de los distintos países es muy fluido, de hecho se podría afirmar que los presidentes de ambas entidades tienen más poder que muchos mandatarios.
Desde la política, el fútbol está visto como un arma fundamental. Así lo dejó en claro Iván Duque Márquez, presidente de Colombia, quien insiste en ratificar que su país organizará la Copa América porque, según él, las garantías están dadas.
Para el mandatario, como para tantos otros que llegan a esos puestos de responsabilidad, organizar un torneo de alcance continental es una demostración de poder. Algo así como un mensaje: ‘‘acá mando yo’’.
A los dirigentes de Conmebol, con el presidente Alejandro Domínguez a la cabeza, les interesa que sus competencias se lleven adelante por los compromisos económicos ya asumidos.
En segundo plano, para la gestión del dirigente paraguayo también es una demostración de poder para propios y ajenos, pero su ‘ley motiv’ siempre estará en la billetera.
Para describir a los que manejan los destinos de la UEFA, el contenido de los párrafos anteriores se podría copiar y pegar. En el caso de Europa, la demostración de poder de Aleksander Ceferin (tiutlar de UEFA)y compañía pasa por tener gente en las tribunas en medio de la pandemia, sin importar las consecuencias.
Cuando ocurren hechos de esta magnitud y el poder de los directivos se manifiesta con este nivel de impunidad, la pregunta que surge es ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar?
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