Por los que no tienen techo
Siempre hay barilochenses dispuestos a ayudar. Y la Red Solidaria lo sabe mejor que nadie: hace 17 años que conecta a los que necesitan con los que puedan dar. Campañas, colectas, donaciones, búsqueda de personas, todo entra en el radar de los voluntarios.
Si alguna familia necesita ayuda porque perdió todo en un incendio, o la ciudad se cubrió de ceniza volcánica de la noche a la mañana, si algún vecino necesita una cama donde poder dormir o una mochila de oxígeno que quizás no puede comprar, hay barilochenses dispuestos a ayudar. No importa el motivo. El compromiso está.
Pensando en crear un “puente solidario”, Juan Carr creó la Red Solidaria en Buenos Aires en 1995. En Bariloche, desembarcó a principios del 2000 de la mano de Inés Ongay que continúa su trabajo solidario al día de hoy.
“Los primeros siete meses estuve sola, recorriendo los juzgados, el hospital, todas las instituciones y contando qué era la Red Solidaria porque no la conocían. Fueron sumándose voluntarios que poco a poco, van dejando el espacio a los más jóvenes”, recuerda Ongay.
Cada dos o tres años, “hay recambio de voluntarios” y la razón es sencilla: el trabajo es tan enriquecedor y conmovedor como agotador, aseguran quienes participan de la institución.
A diferencia de otras instituciones, los voluntarios de la Red Solidaria Bariloche no se reúnen semanal ni mensualmente: los convoca la necesidad.
Todos concuerdan en que la jornada “Bariloche, mi casa” en junio del 2011 fue histórica. Más de mil barilochenses se concentraron en el Centro Cívico para conmemorar el Día de la Bandera y encarar la limpieza de las cenizas volcánicas.
La inundación que afectó a La Plata en el 2013 concentró muchísimas donaciones y más de 100 voluntarios en esta ciudad. Otros recuerdan el trabajo “codo a codo” con la Cruz Roja cuando el terremoto y el tsunami azotó a Chile seis años atrás. También se logró crear el voluntariado del hospital zonal Ramón Carrillo, con personería jurídica, en el 2002. Y un poco más atrás en el tiempo, se gestionó la entrega de comida en los supermercados para asistir a las personas más vulnerables en la crisis del 2001.
El modo de operar ante un conflicto o una emergencia resulta hoy mucho más sencillo que años atrás. En sus inicios, se pedía ayuda a través de e-mails o los medios de comunicación. Actualmente, las redes sociales facilitan la difusión y la tarea solidaria.
“Ser conocidos nos facilita la tarea. Los primeros años fueron más complicados porque nos teníamos que hacer camino”, recordó Ongay.
Quienes conforman la Red Solidaria coinciden en que ante una necesidad, la reacción de la sociedad es inmediata y conmovedora. El modelo fue tan exitoso que la Red Solidaria ya se replicó en Chile, Uruguay, Ecuador, Colombia y Estados Unidos.
La evaluación de los pedidos
La Red Solidaria Bariloche recibe alrededor de 10 pedidos de donaciones por semana. Pero cada necesidad se analiza puntillosamente.
“Muchas veces, nos llaman de los barrios para pedirnos cosas. En seguida, chequeamos con los presidentes de las juntas vecinales”, explicó José “Cachito” Lepio, otro referente de la Red Solidaria Bariloche.
En época de elecciones, los pedidos bajan considerablemente. “Tiempo atrás cuando tuvimos cuatro elecciones juntas en la provincia, hicimos la plancha. Sólo intervenimos ante incendios y por las nevadas en la Línea Sur”, indicó Lepio.
Recalcó: “no estamos en contra de los gobiernos. Aplaudimos cuando hacen las cosas bien”.
Lepio recordó la demora en la apertura del centro de salud Ojo de Agua en el barrio Malvinas. “Estaba terminado pero no se habilitaba por falta de gas. En el Centro Cívico, se brindó una clase de baile masiva a cambio de que la gente aportara elementos de primeros auxilios para colaborar con el centro. Logramos llamar la atención y las autoridades pusieron fecha de apertura”, señaló Lepio.
Los años del inicio
1995
Juan Carr fundó Red Solidaria en Buenos Aires.
2000
Inés Ongay impulsó la organización en Bariloche.
En el 2010 la Red Solidaria Bariloche puso en marcha la campaña Un Ladrillo Solidario para levantar el Hogar Emaus, destinado a las personas sin techo, en un terreno donado por el Obispado barilochense.
Con el apoyo de varios corralones, se invitó a la gente a comprar un ladrillo para construir el edificio.
Dos años más tarde fue posible inaugurar el hogar que hoy funciona en la calle Otto Goedecke 1170.
Luego del éxito de la propuesta, se reedita ahora para poder terminar la obra de la casa de recuperación de pacientes oncológicos de la fundación Cerca Tuyo.
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