Cómo cuidarnos del otro virus que circula por Whatsapp: las noticias falsas
Las redes sociales, las cadenas de mensajes, los audios de supuestos especialistas, nos pueden hacer caer en la trampa de las noticias falsas, como el famoso audio de la microbióloga del Malbrán. Claves para ayudar a parar la desinformación.
En estos días de cuarentena obligatoria, nuestros celulares desbordan de mensajes y nos quedamos sin espacio en la memoria dos veces al día por lo menos. Fotos; memes; las recomendaciones; las clases de gimnasia para no seguir engordando; la entrevista de 26 minutos (sí, 26 minutos) que dio un especialista; las películas que se pueden ver, y los audios, saturan los grupos familiares, los de amigos, los de mamis y papis de los colegios.
Pero por mejores intenciones que tengamos, no todo eso que llega y que reenviamos es útil para hacerle frente a la pandemia. Y lo que es peor: muchas veces no es cierto. Y cuando no es verdadero, es riesgoso: las operaciones de información pueden poner en riesgo la salud de la población, viralizando acciones y comportamientos irresponsables.
Efectivamente, la desinformación es, en estos momentos, un peligro.
¿Cuántos de nosotros hemos recibido de algún grupo de familiares o de amigos (o por ambos a la vez) el ya famoso audio de la supuesta “Carina Martinich, microbióloga del Instituto de microbiología Malbrán”?
Casi con seguridad, la mayor parte de nosotros lo hemos escuchado, recibido o reenviado.
La mayoría -es bueno aclararlo- no lo hace con mala intención, sino para compartir una información que consideró de vital importancia para el resto del grupo. Pero lo cierto es que ese audio, de más de 6 minutos, expuso un sinfín de datos falsos.
Ese audio puede traer problemas, porque brinda datos irreales; alienta a generar pánico, y genera conversación alrededor de información que no es tal. Nada de eso es fácil de combatir luego. Y debemos combatirlo.
La periodista Laura Zommer, directora del sitio Chequeado, que justamente se ocupa de verificar información, se refirió a esta situación en particular:
“¿Cuántos de ustedes recibieron este mismo mensaje? ¿Cuántos de ustedes lo compartieron? ¿Cuántos de ustedes sintieron algo de miedo o angustia? ¿Cuántos de ustedes pensaron en salir corriendo al super, como recomendaba la supuesta doctora? ¿Cuántos efectivamente salieron a comprar antes de que cerraran a las 20? Ninguno de ustedes es tonto. Estos mensajes, o quienes los generan, se aprovechan de nuestras emociones, que en pandemia y con cuarentena están exacerbadas”, explica Zommer en una nota de opinión en La Nación.
Al mismo tiempo, la directora de Chequeado pide que “además de quedarnos en casa, seamos defensores del equipo contra la desinformación. Evitemos compartir contenido no chequeado y, si lo hicimos y lo advertimos, hagamos como mi suegra: pidamos disculpas y aclarémosle a todos que el contenido que le mandamos no era verdadero. Eso no es de tontos, sino de vivos”.
El problema con la desinformación no solo aplica al pánico que puede generar. Detrás de esos audios malintencionados hay nombres. Y esos nombres, en su mayoría utilizados sin permiso y con intención de darle un marco de seriedad a las fake news, pueden ser de personas reales que sufren los daños colaterales de estas situaciones.
Carina Martinich es ejemplo de ello. Es la protagonista del famoso audio, pero no tuvo nada que ver con eso.
“No soy yo. No es mi voz. Están haciendo circular algo que no es verdad. Los 2 audios meten pánico. Han tomado mi nombre y lo han asociado con mentiras. Tampoco sé cómo hacemos para defendernos”, se desahoga Carina durante una nota con Chequeado. La desinformación, una vez más, se cobra una víctima.
¿Cómo combatimos una situación así? Por lo pronto, Zommer deja un gran consejo en su sitio. “Hay que reemplazar el ‘comparto por las dudas’ por el ‘por las dudas, no comparto’”.
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Hay una realidad: en la mayoría de los casos, las personas que reenvían estos audios no lo hacen con mala intención. Buscan aportar. Por eso es clave señalarles el riesgo de hacerlo sin chequear de manera instructiva y con calma.
Un buen aporte puede ser combatir estos audios con fuentes oficiales. Compartir recomendaciones de organismos de salud, por ejemplo.
Es momento de entender que la desinformación es peligrosa. Y si no lo corregimos ahora, luego puede ser tarde. En esta batalla estamos todos del mismo bando.
Algunas claves para combatir este problema
– No todo audio que llega de parte de alguien “confiable” es cierto. Esa otra fuente puede haberlo reenviado sin saber que es una desinformación. Ante la duda, no compartir.
– Si tenés dudas respecto a cifras o medidas de prevención, siempre hay que recurrir a las fuentes oficiales como organismos de salud, gobiernos y municipios.
– Cuando la información tiene un tinte alarmista y busca generar pánico, evitá difundirla. Generalmente es falsa y tiene un interés oculto.
– Si llega un audio o texto con la supuesta firma de un reconocido profesional, chequeá que efectivamente sea un mensaje de esa persona. Muchas veces es información falsa.
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