Cómo ayudar a los niños cuando aprenden a hablar
Cada niño aprende a hablar a una velocidad distinta, a veces algunos padres se preguntan por qué sigue cometiendo determinados errores a su edad. ¿Cómo actuar?
SOCIEDAD
“Fuego” en lugar de “juego”, “babá” en lugar de “papá”. Son detalles que suelen aparecer cuando los niños comienzan a hablar. Los padres los observan con ternura y acompañan el proceso interpretando muchas veces lo que quiere decir el pequeño. Sin embargo, no todos lo toman del mismo modo. Dado que cada niño aprende a hablar a una velocidad distinta, a veces algunos padres se preguntan por qué sigue cometiendo determinados errores a su edad. ¿Cómo actuar?
Muchos padres se preocupan porque su hijo de cuatro años apenas se puede dar a entender cuando está con extraños. A veces los niños no aprenden a hablar al mismo tiempo que otros, o evitan las palabras más complicadas, no pronuncian la parte final de algún término, hacen errores en la construcción de la oración o no logran tener fluidez en las frases.
Es importante saber que no todo lo que llama la atención es necesariamente un trastorno de aprendizaje, pero en caso de que la situación resulte muy preocupante, se recomienda conversar con un especialista para sondear posibles causas.
En general los padres concurren como primera instancia al pediatra, que puede derivarlos a un fonoaudiólogo o logopeda, que harán una evaluación del habla del niño teniendo en cuenta otros factores.
En muchos organismos de salud se plantea el interrogante de con qué frecuencia es bueno recurrir a los especialistas del habla. ¿Se hace mucho o demasiado poco?
Lo cierto es que muchas veces se recurre a especialistas no porque los pequeños presenten algún tipo de déficit o trastorno, sino porque los padres se sienten inseguros al creer que los pasos que dan sus hijos no son suficientes. ¿Estará desarrollándose bien? ¿Esto será normal?
Son sobre todo los padres primerizos los que tienen más dudas porque no tienen punto de comparación. Ahí es donde se plantean los interrogantes y a veces suelen volcar demasiada presión sobre su hijo.
Algunos fonoaudiólogos dicen observar justamente una fuerte presión por parte de los padres hacia los niños y también hacia los especialistas, ya que son los padres los que insisten en que el niño haga una terapia y avance a determinada velocidad.
Por eso es bueno evaluar el caso desde una perspectiva global, ya que los padres, a su vez, también pueden estar siendo sometidos a presiones por los maestros de la escuela a raíz de la falta de comprensión o de problemas de comunicación con el niño. Ahí es cuando los padres, desconcertados, recurren a la consulta médica exigiendo resultados.
Para quien no tiene el oído entrenado es difícil captar exactamente dónde se están produciendo las fallas y en qué momentos se producen. Para un especialista es importante detectar no sólo el error, sino también cuándo y en qué contexto se produce.
Si un niño confunde “tasa” con “casa”, seguramente resulte poco útil pedirle que repita la palabra una y otra vez cuando se equivoca. Los logopedas apuntan que es mejor hacer hablar al niño insertando esa palabra en una frase o en una historia.
Hay fonoaudiólogos que trabajan con canciones, rimas y juegos que van acompañados con movimiento. Lo importante es que los padres hablen en un tono tranquilo con sus hijos, con paciencia, y que se tomen el tiempo para compartir momentos con ellos en esa etapa de aprendizaje. Puede parecer obvio, pero no lo es.
Por ejemplo, si lleva a sus hijos de compras, en lugar de estar pensando y organizando las compras para sus adentros, haga participar a los niños haciéndoles preguntas mientras avanzan por la tienda. Ellos suelen querer participar. Esas ganas se pueden aprovechar y pedirles, por ejemplo, que vayan a buscar la leche. Luego, en la caja, se puede repasar la compra junto al niño. ¿Qué compramos? Y con una simple pregunta se ejercitan pronunciación, vocabulario, sintaxis y otros tantos secretos de la lengua.
DPA
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