Comercios aliviados y expectantes en el primer día de reapertura en Bariloche
Abrieron los negocios de productos no esenciales. Aunque el movimiento en las calles Mitre y Onelli fue moderado, se mostraron satisfechos con volver a la actividad.
Varios cientos de comercios cuyos rubros estuvieron prohibidos desde el comienzo de la cuarentena tuvieron ayer su primer día de puertas abiertas y generaron un movimiento en la zona céntrica que no se veía desde hace dos meses.
Las chocolaterías, las zapaterías y tiendas de ropa que predominan en la calle Mitre volvieron a atender al público desde las 11, luego de algunos días en los que solo tuvieron delivery.
Las ventas no fueron gran cosa, aceptaron casi todos los consultados. Pero más de uno destacó que la reapertura “ayuda a cambiar el ánimo y a mover la rueda”.
En la casa de camping y deportes Patagonia Anglers, sobre calle Quaglia, Romina García, aseguró que había gente que esperaba para entrar a las 11, cuando abrieron al público por primera vez en casi ocho semanas. “No es un gran movimiento –dijo–, pero abrimos caja y ya es importante”.
Las penurias de los comerciantes de las actividades “no esenciales” fue motivo de continuos reclamos y presiones para que el municipio flexibilice .
En la calle Onelli, orientada al público residente, el movimiento ya era nutrido desde hace un par de semanas y se acentuó ayer, con la habilitación de tiendas, zapaterías y casas de electrodomésticos. Estas últimas tenían cola en la puerta pero sólo para cobranzas. El shopping de Onelli y Elflein abriría recién el lunes, porque el municipio quiere alentar las compras puntuales y evitar las salida de “paseo”.
Mitre había lucido paralizada y en cambio ayer fue visible el mayor movimiento vehicular y de peatones. Aun así, los comercios abiertos no superaban el 70%. Los hoteles y agencias de turismo permanecen cerrados, los restoranes solo ofrecen delivery y varios optaron por no abrir.
Alejandro Rolandelli, de la zapatería Tiempo, dijo que algunos no abren “porque ya tienen un acuerdo con el dueño, que este mes los dispensó del alquiler” y deberían pagar si reanudan la actividad. Rolandelli dijo que ya había empezado a trabajar algo con el delivery y ahora “debería andar mejor”.
Jorge Huinca, un taxista con parada en Rolando y Mitre, comentó que el cambio fue notable porque la zona céntrica era un páramo. “Volvió la vida”, observó el chofer.
Las peluquerías fue otro rubro muy esperado por los clientes. En Glam, de Mitre al 300, terminaban ayer al mediodía con los preparativos para abrir por la tarde, sin clientes en espera y con estricto turno previo. “Acá trabajamos dos profesionales y ya tenemos todos los turnos otorgados en las próximas dos semanas”, aseguró Omar Lazarte.
En casi todos los locales había alcohol en gel a la mano del cliente y se solicitaron documentos. La gente que circuló por la vía pública se mostró cauta y respetó el distanciamiento y el uso de barbijo.
En muy pocos comercios de los habilitados ayer hubo colas en la puerta, como es habitual en los supermercados. Un par de excepciones se observaron en una juguetería y librería de la calle Moreno y una mercería de Gallardo al 800.
Liliana Cabrera, propietaria de Casa Raúl (librería y juguetería) dijo que el parate de casi dos meses les causó grave perjuicio y abrir “al menos es un estímulo”, aunque en su caso optó por impedir las recorridas por todo el local y sólo atiende en un mostrador cercano a la puerta. “Las ventas son chicas, pero algo se mueve -comentó-. Esto va a empujar un poco, pero no creo que haya mucha gente en condiciones de gastar en estas cosas, más bien guarda para comer”.
Turismo, el gran ausente
No es tan decisivo en el resto de la ciudad, pero para los comerciantes de Mitre y Moreno el flujo de turistas es el pan de cada día. Y en función de esa expectativa de ventas está fijado, por ejemplo, el precio de los alquileres. Por eso algunos piensan dos veces antes de abrir, mientras la ciudad está vacía de visitantes.
En la chocolatería Rapa Nui, por ejemplo, en la primera hora y media tuvieron apenas ocho clientes. Lo mismo le pasa a Cerámica Bariloche. Su propietario, Pablo Razza, abrió puntual a las 11 y una hora después no había hecho venta alguna. “Los artículos nuestros son un 90% para el turismo, pero vengo a abrir porque ya no me aguantaba en casa”, admite.
César Murúa, titular de una óptica dijo que “la gente se acerca por algún arreglo. Pero recetas no hay y todo lo que es recreativo y de sol, bajó a cero”.
Comentarios