Qué hace la mosca soldado negra y cómo puede utilizarse

Científicos estudian un recurso viable para productores con dificultades económicas en la Patagonia

En un esfuerzo por mejorar la nutrición animal y reducir los costos de producción, un equipo de investigadores del Instituto de Investigaciones Forestales y Agropecuarias Bariloche (IFAB), que depende del CONICET y el INTA, evalúa una alternativa alimentaria basada en la harina de larvas de Hermetia illucens, conocida como la «Mosca Soldado Negro«.

La iniciativa busca reemplazar la tradicional harina de soja en la dieta de rumiantes menores, como las ovejas o las cabras, al ofrecer una solución más sostenible y accesible para los productores ganaderos de la región.

La iniciativa, que ya completó su fase experimental, fue presentada a los productores de la Cooperativa Agrícola Ganadera Calibuí. Esta cooperativa es asistida técnicamente por la Agencia de Extensión Rural (AER) del INTA en Ingeniero Jacobacci, provincia de Río Negro.

Durante el encuentro, se compartieron los resultados obtenidos y se discutieron las posibilidades de implementación a escala comercial. Participaron también integrantes del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) y el CET N°26.


Un alimento local con alto contenido proteico


La harina de larvas de la mosca soldado negro se destaca por su elevado contenido de proteínas, grasas y vitaminas, lo que la convierte en un recurso nutritivo de gran valor. Además, las larvas tienen la capacidad de transformar materia orgánica proveniente de alimentos descartados en productos altamente nutritivos.

Según explicó Mercedes Odeón, investigadora del CONICET en el IFAB, esta tecnología no solo mejora la calidad nutricional de los animales, sino que también reduce significativamente la huella de carbono al producirse localmente.

La huella de carbono es un indicador ambiental que mide la cantidad de gases de efecto invernadero que se emiten a la atmósfera.

«El alimento a base de harina de insectos tiene un potencial muy relevante, que es la posibilidad de generar localmente un alimento con muy alto contenido de proteínas. Esta tecnología, al producir el alimento en el lugar, no solo disminuye la huella del transporte, sino también reduce el costo final y permite que más productores puedan acceder a comprarlo», afirmó Odeón.

El desarrollo de esta alternativa responde a la necesidad de los productores ganaderos de la Patagonia de encontrar soluciones más económicas y sostenibles para alimentar a sus animales.

La dependencia de alimentos importados, como la harina de soja, representa un desafío logístico y financiero para los pequeños productores, quienes enfrentan altos costos y limitaciones de acceso. En este contexto, la harina de insectos se presenta como una opción viable y eficiente.

La cooperativa Calibuí de Río Negro manifestó interés en implementar la nueva tecnología en reunión con los investigadores/Conicet


Impacto en la producción ganadera local


El proyecto también busca abordar problemas específicos de la región, como la mortalidad animal y la baja productividad. Según explicó Sebastián Villagra, investigador del INTA en el IFAB, la cooperativa Calibuí mostró un gran interés en esta tecnología.

«Ellos están interesados. La cooperativa junta animales de muchos productores. Son unas 500 familias que están detrás de la cooperativa”, dijo. Los animales que se morirían en el campo son agrupados, engordados y se les da un valor agregado.

“Nosotros lo que estamos buscando es brindarles soluciones para que no tengan que comprar alimentos que vengan de afuera, con mucha huella de carbono y mucho costo», señaló Villagra.

Los ensayos realizados hasta el momento han demostrado resultados prometedores en el engorde de corderos, lo que ha llevado al equipo a planificar nuevas pruebas con ovejas en un entorno comercial.

Según detalló Villagra, esta próxima etapa permitirá evaluar el desempeño de la harina de insectos como fuente proteica en sistemas productivos reales, más allá del ámbito experimental.


 Un enfoque integral de investigación y extensión rural


El desarrollo de esta tecnología no solo se centra en la investigación científica, sino también en su aplicación práctica y en la transferencia de conocimientos a los productores.

Según explicó Valeria Fernández-Arhex, también investigadora del CONICET en el IFAB, el proyecto combina investigación básica y aplicada con actividades de extensión rural para ofrecer soluciones concretas a las problemáticas del sector.

«Nuestro trabajo se basa en investigar, hacer investigación básica e investigación aplicada, de la mano de la extensión rural y llevar soluciones o tratar de buscar soluciones a partir de una problemática que tengan los productores en el territorio», afirmó Fernández-Arhex.

La colaboración entre los investigadores y los productores ha sido clave para el éxito del proyecto. La participación activa de instituciones locales y cooperativas ha permitido adaptar la tecnología a las necesidades específicas de la región, lo que favorece la viabilidad y sostenibilidad de la iniciativa a largo plazo.


En un esfuerzo por mejorar la nutrición animal y reducir los costos de producción, un equipo de investigadores del Instituto de Investigaciones Forestales y Agropecuarias Bariloche (IFAB), que depende del CONICET y el INTA, evalúa una alternativa alimentaria basada en la harina de larvas de Hermetia illucens, conocida como la "Mosca Soldado Negro".

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