¿Qué enfermedades tenían los dinosaurios?
Un estudio de investigadores de museos de Neuquén y Río Negro junto con el Conicet reveló los detalles al estudiar a los abelisáuridos
Como otros animales, los dinosaurios también sufrían enfermedades. Recientemente un grupo de investigadores del Museo Municipal “Ernesto Bachmann” de Villa El Chocón, en Neuquén, la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), el Museo Carlos Ameghino de Cipolletti, y el Conicet, entre otras instituciones, identificaron pruebas de enfermedades que padecieron tres especies de dinosaurios abelisáuridos.
Esos animales vivieron en la Patagonia a fines del periodo Cretácico, aproximadamente entre 90 y 70 millones de años atrás. El trabajo analizó restos de las especies Elemgasem nubilus, Aucasaurus garridoi y Quilmesaurus curriei.
Los abelisáuridos fueron una familia de dinosaurios bípedos y carnívoros. Tenían huesos del cráneo con ornamentaciones, las extremidades anteriores muy reducidas y un esqueleto axial rígido por las articulaciones peculiares de algunas de su vértebras. El nuevo estudio fue publicado en la revista BMC Ecology and Evolution y reveló detalles sobre las condiciones de salud de esos reptiles ya extintos.
En una primera fase de la investigación, los paleontólogos notaron deformaciones en la superficie externa de algunos huesos a nivel macroscópico, especialmente en las vértebras caudales de ejemplares de Elemgasem y Aucasaurus. Este hallazgo llevó a la hipótesis de posibles patologías, que condujo a los investigadores a analizar tanto la morfología externa como la estructura interna de estos especímenes.
Se realizaron tres tipos de estudios: el primero consistió en el análisis macroscópico de la estructura externa de los huesos. El segundo fue de tipo histológico, se centró en Quilmesaurus y Elemgasem, para examinar cambios a nivel microscópico, tanto en el exterior como en el interior de los huesos. En tanto, el tercer estudio incluyó tomografías computadas en algunos elementos de Aucasaurus, para evaluar cómo una posible patología afectó el tejido óseo.
Los resultados revelaron tres tipos distintos de patologías. El ejemplar de Aucasaurus tuvo una enfermedad congénita de desarrollo. Indica que el individuo nació con una malformación, que sin embargo le permitió vivir muchos años sin afectaciones graves.
En el caso del Elemgasem, se diagnosticó espondiloartropatía o espondiloartritis, una enfermedad también presente en los humanos (aunque por supuesto que no convivieron con ellos). El trastorno provoca la fusión de vértebras y la consiguiente inflamación.
El ejemplar de Quilmesaurus mostró signos de alguna patología que no pudo ser determinada con precisión, aunque es diferente a las detectadas en los otros dos abelisáuridos.
Qué implican los resultados
La última fase del estudio consistió en la recopilación y el análisis estadístico de todas las enfermedades registradas en dinosaurios terópodos a nivel mundial. Este paso permitió establecer la base de datos más completa hasta la fecha para este grupo de animales extintos.
“Este trabajo no solo expande nuestro conocimiento sobre la salud de los dinosaurios, sino que también destaca la presencia de enfermedades que persisten en la actualidad, sugiriendo posibles conexiones entre el estudio de organismos extintos y la investigación de enfermedades contemporáneas”, dijo el primer autor del estudio, Mattia Antonio Baiano, quien participó del estudio en el marco de una beca posdoctoral del Conicet.
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Otro de los científicos, Diego Pol, sostuvo que intentó “descubrir un poco las marcas que dejan en el esqueleto los comportamientos de los dinosaurio” . También participaron de la investigación: Ignacio Cerda, investigador del Conicet en el Instituto de Investigación en Paleontología y Biología, y Filippo Bertozzo, del Instituto Real Belga de Ciencias Naturales, en Bélgica.
Los investigadores destacaron que el estudio de las enfermedades de los dinosaurios podría arrojar luz sobre el origen de varias patologías actuales.
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