Por qué la pesca artesanal de caracol debería ser regulada
Científicos hicieron un estudio en las costas del Golfo San Matías, en Río Negro. Cuáles fueron los datos valiosos que aportaron para la preservación.
Cuando la extracción de recursos naturales no es reglamentada, existe un serio peligro de sobreexplotación o, incluso, de destrucción de los ecosistemas. Un caso notable ocurre con el caracol Buccinastrum deforme, una especie nativa de las costas de Argentina y Uruguay, que se extrae desde hace 20 años en las costas del Golfo San Matías, en Río Negro.
Científicos del CONICET de la Argentina y del Centro de Ecología e Hidrología del Reino Unido estudiaron a un grupo de pescadores artesanales dedicados a la extracción de esta especie y analizaron cómo las reglas informales de trabajo garantizaron la supervivencia del molusco.
Los resultados de la investigación fueron publicados en enero en la revista científica Fisheries Research, de la editorial Elsevier.
“Este trabajo recabó datos históricos de la pesquería de caracol, que es una pesquería que empezó en la década de 2000 y continúa en la actualidad. Es un tipo de pesca en la que no existen medidas de manejo, pero que sigue funcionando. Por lo tanto, discutimos qué factores hicieron esto posible y si puede sostenerse aún más en el tiempo”, comentó a Diario RÍO NEGRO la primera autora, Soledad Avaca. Los hallazgos de la investigación podrían aportar información valiosa para la gestión de otras especies.
Qué permitió la subsistencia del caracol
La pesca artesanal del caracol Buccinastrum deforme surgió como una alternativa a la pesca de la tradicional vieira, mejillón y cholga. La pesquería comercial comenzó con tres licencias experimentales emitidas en el año 2000.
Para la captura se coloca cebo (generalmente restos de pescado) y la recolección se ejecuta de forma manual a través del buceo. La selección de los ejemplares se realiza bajo un criterio de tamaño, el cual es fijado previamente por los compradores.

“Encontramos que si bien no hay medidas de manejo en la pesquería, hay un tamaño de caracol que pide el mercado. Ese tamaño es bastante coherente con lo que uno sugeriría biológicamente para garantizar la subsistencia de la especie”, agregó Avaca. Este dato, obtenido a partir del análisis de las capturas, permitió arribar a conclusiones respecto a cómo se logró la preservación de los caracoles en las costas rionegrinas.
Los individuos del Buccinastrum deforme pueden vivir hasta ocho años y alcanzar un tamaño máximo de 62 milímetros de longitud. Las hembras, cuya madurez es alcanzada a los 44 milímetros, suelen ser las más recolectadas.
“Cada vez que se reproducen las hembras dejan en el ambiente aproximadamente 60 caracoles. Si una persona las captura, les quita 60 nuevas posibilidades de vidas”, mencionó Avaca respecto a las consecuencias de la recolección de caracoles hembras.
En tanto, el análisis de las estadísticas pesqueras permitió observar que no siempre los requerimientos del mercado se mantienen estables en el tiempo. A comienzos de la década pasada hubo un mayor incremento de la demanda, y consigo, una imposibilidad de cumplir con el tamaño medio de pesca.
“Entre el 2010 y el 2011 hubo exportación de caracol y aumentaron mucho las capturas. Se registró el récord de capturas con 82 toneladas. En ese periodo entraron embarcaciones nuevas y hubo una falta de posibilidad de cumplir con las capturas, así como del tamaño de los individuos que el comprador quería”, destacó Avaca.
Las variaciones de las demandas tienen un efecto directo en la subsistencia del recurso. Por eso los investigadores insisten en la necesidad de regular la extracción de este caracol así como de otros tipos de pesquerías.
“Con este nivel de explotación (un promedio de 30 toneladas anuales) y con esta medida que está pidiendo el comprador, la pesquería estuvo funcionando. Pero necesitaría igualmente una regulación por estas situaciones donde aumenta el estímulo para pescar o cambia el criterio del comprador. Cuando el estímulo es fuerte, es natural que se opte por el recurso de mejor explotación”, aseveró la científica.
Cómo discutir un plan de manejo para la pesca de caracol
En Río Negro, la actividad pesquera artesanal marítima se encuentra regulada por la ley provincial 2519, que fue sancionada en septiembre de 1992. Esta normativa define un régimen de pesca y los criterios de comercialización.
Sin embargo, la pesca artesanal de caracol no tiene un plan de manejo propio y que sea capaz de preservar la subsistencia del recurso natural en las costas rionegrinas. En el Golfo San Matías se han empleado diversas estrategias de gestión para la vieira tehuelche.

La elaboración de un plan de acción para el caracol Buccinastrum deforme debería elaborarse, según los investigadores, con el aporte de todos los actores involucrados en la actividad.
“Las medidas de manejo se tienen que conversar y consensuar con los pescadores, porque el biólogo o la bióloga puede pensar algunas cuestiones, pero son los pescadores quienes conocen el recurso. Saben por qué hacen lo que hacen. Uno puede establecer que se separen los individuos menores de 35 milímetros —por ejemplo—, pero quizás ellos no puedan cumplir con ese criterio a la hora de ejecutar las capturas”, afirmó Avaca.
El estudio destacó que las personas que viven de la pesca “no reconocían plenamente la importancia de esta práctica para mantener la sostenibilidad de los recursos. Además, a pesar del deseo de participar en los procesos de gestión y su conocimiento de los vacíos regulatorios, muchos expresaron dudas sobre la eficacia de las medidas sugeridas”.
Finalmente, la científica Avaca consideró que son las autoridades quienes finalmente detentan la palabra final en la implementación, o no, de un esquema de acción.
La pesca artesanal no es sinónimo de subsistencia
Las pesquerías de pequeña escala, a diferencia de lo que sostiene la creencia popular, están regidas por las leyes de la oferta y la demanda. Son parte de una actividad comercial dedicada al “mejor postor”.
“Que sea artesanal no implica que sea de poca importancia económica ni que sea de subsistencia. Las pesquerías artesanales se engloban en actividades de distintas envergaduras, que van cambiando dependiendo de los contextos”, mencionó Avaca.
Esa adaptabilidad de la pesquería artesanal la vuelve más susceptible a los cambios bruscos. “El contexto puede cambiar debido a la disponibilidad del recurso o a los estímulos de mercado. Esto está avalado por el permiso de pesca, que es multiespecífico. Al no otorgarse para cada especie en particular, solo hay que saber acomodarse al arte de la pesca”, destacó.

Por otra parte, la investigación también evidenció el interés por la pesca en la zona atlántica de la provincia. Así se desprende de los argumentos expuestos por los pescadores a la hora de explicar su acercamiento al oficio.
“Pescan porque tienen familiares en el rubro o porque les parece una actividad económica interesante. En San Antonio Oeste, es un área importante, entonces siempre hay algún familiar que facilita el poder introducirse en ella”, explicó.
Cuando la extracción de recursos naturales no es reglamentada, existe un serio peligro de sobreexplotación o, incluso, de destrucción de los ecosistemas. Un caso notable ocurre con el caracol Buccinastrum deforme, una especie nativa de las costas de Argentina y Uruguay, que se extrae desde hace 20 años en las costas del Golfo San Matías, en Río Negro.
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