¿Los dinosaurios convivieron con insectos en Patagonia?
Una experta en entomología del Parque Nacional Nahuel Huapi participó en un importante hallazgo que da cuenta del ambiente de hace 70 millones de años.
La presencia de restos fósiles de dinosaurios hace más de 65 millones de años destaca a la Patagonia en el mundo. Un grupo de investigadores, que incluyó a una experta en entomología del Parque Nacional Nahuel Huapi y del CONICET, descubrió el primer registro fósil de insectos a nivel mundial que vivieron en la última etapa de la era Mesozoica, hace 70 millones de años atrás. Sí, convivieron con los últimos dinosaurios.
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El hallazgo se hizo en la Formación Chorrillo, en la provincia de Santa Cruz. Por su importancia científica, el trabajo fue publicado en la revista Communications Biology, que es publicada por Nature Portfolio.
Qué significan los resultados
En diálogo con Diario RÍO NEGRO, los investigadores explicaron que el análisis de los insectos identificados permitirá avanzar en la reconstrucción de los ecosistemas que antecedieron al actual territorio de la Patagonia. Además, ratificaría la teoría de la tectónica de la placa, que postula que la corteza terrestre se encuentra fragmentada y en permanente desplazamiento.
“Fue una enorme sorpresa ver que teníamos la documentación de insectos, que se desarrollaron en el agua hace 70 millones de años. Fue una gran emoción encontrarse con los bichos que revoloteaban con los dinosaurios antes de que cayera el meteorito que los extinguió”, sostuvo el investigador superior de CONICET y primer autor del artículo, Fernando Novas, a Diario RÍO NEGRO.
El área donde realizaron la extracción de los fósiles es actualmente conocida como estancia “La Anita”, y se ubica a unos 30 kilómetros al sur de la localidad de El Calafate. Ese sitio es un resguardo para un vasto patrimonio natural. Allí se han encontrado fósiles de dinosaurios gigantes, tanto herbívoros como carnívoros, restos de ranas y peces, dientes de mamíferos, caracoles terrestres y acuáticos, y restos de plantas.
“Sabíamos de la presencia de fósiles de dinosaurios a raíz de estudios efectuados por geólogos en 1980. Por eso, decidimos recorrer el sector en 2019. Así nos dimos cuenta de la riqueza formidable del yacimiento. No solo encontramos huesos de dinosaurios de gran tamaño, que oscilan entre 25 a 30 metros de largo, sino también huesos de aves del tamaño de un gorrión, dientes molares de mamíferos y más”, amplió Novas.
Las características de preservación de la Formación Chorrillo son excepcionales. En el caso de los insectos reportados en Communications Biology, se lograron identificar fragmentos en tres dimensiones de cabezas, alas y escamas de tamaño microscópico.
Cómo se descubrieron los insectos
El descubrimiento ocurrió por simple causalidad. Todo comenzó durante la búsqueda de restos de polen y esporas entre los sedimentos. Esta labor fue llevada a cabo por especialistas, llamados palinólogos.
“Mientras se procesaba el material, comenzaron a aparecer partes de algo orgánico, que había pertenecido a algún tipo de criatura viva. Cuando se lo observó a través del microscopio, caímos en cuenta que eran parte de las cabezas de insectos”, explicó Novas.
Estos fragmentos de difícil caracterización fueron sometidos a exhaustivas comparaciones con otros insectos fósiles y vivientes, en la participaron entomólogos de todo el país.
La investigadora de CONICET y del Parque Nacional Nahuel Huapi, Julieta Massaferro, fue convocada para un crucial trabajo colaborativo e interdisciplinario. La barilochense es una de las pocas expertas del país en el estudio de los quironómidos, una familia de dípteros similares a los mosquitos, pero con la particularidad de que no pican.
“Soy especialista en quironómidos, pero no trabajo en grupos tan antiguos. Suelo enfocarme en fósiles en torno a los 20 millones de años. Para mí fue un desafío enorme abordar especies que ya se extinguieron”, relató Massaferro en diálogo con Diario RÍO NEGRO.
Pese a la labor desarrollada, la probabilidad de que se trate de quironómidos se encuentra comprobada en un 80%. Según explica la científica, esto se debe a que “no hay posibilidad de comparación con nada”, porque no hay más registros de aquella época.
“Lo que se encontró en la formación son las cabezas de larvas, que tienen máximo dos milímetros de longitud. Después de ponerlas bajo el microscopio, analizamos las estructuras. Cada estructura permitió asimilar al insecto con una familia y luego pasamos a determinar el género. Fue un proceso bastante largo”, explicó en referencia al proceso de identificación.
Además de quironómidos, se encontraron lepidópteros (mariposas y polillas), y efemerópteros (efímeras, parientes lejanos de las libélulas). También hubo varios especímenes incompletos que no pudieron ser clasificados dentro de la gran diversidad de insectos.
Un llamado de atención a la comunidad científica
El descubrimiento de insectos de hace 70 millones de años en El Calafate reviste una importancia crucial. Se trata de uno de los registros más antiguos de fósiles preservados por la propia acción de los sedimentos del suelo. Si bien, hay conjuntos que datan de períodos similares, estos suelen encontrarse generalmente cubiertos por ámbar (resina fosilizada).
Fernando Novas, jefe del del Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados (LACEV) del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACNBR, CONICET), espera que la identificación de fragmentos de invertebrados fosilizados en rocas comience a volverse más habitual en el futuro.
“Suele suceder que el especialista de estos descubrimientos, el palinólogo, quizás no repara en ese sobrante orgánico que no se vincula con los granos de polen que espera descubrir. Entusiasmamos a los palinólogos del mundo a buscar de la manera que hicimos nosotros porque por ahí se pueden llegar a encontrar con la misma sorpresa. Quizás estos casos puedan seguir apareciendo. Si no, entonces quiere decir que tuvimos mucha suerte”, amplió.
Cómo se relaciona con las placas tectónica
El hallazgo de insectos que vivieron con los dinosaurios en el periodo Cretácico tardío develaría una singular conexión entre lo que actualmente se conoce como Sudamérica, Oceanía y la Antártida. Según los investigadores, los conjuntos fosilizados de El Calafate presentan similitudes con fósiles y especies vivientes de Australasia.
La teoría de la Tectónica de Placas supone que, en aquellos años, estas grandes masas de tierra aún se habrían encontrado unidas, o próximas entre sí. Por lo tanto, habrían compartido condiciones paleoambientales muy parecidas, con un clima subtropical a tropical.
“La implicancia de este descubrimiento no es solo el hallazgo de un fósil que ahora no existe. Era la época de la Pangea, que es el período donde estaban todos los continentes unidos. Es probable que estos insectos hayan vivido en Patagonia, Australia y Nueva Zelanda. Es al día de hoy que encontramos insectos similares en esos lugares”, detalló la entomóloga Julieta Massaferro.
Los quironómidos son la evidencia más clara. Los especímenes identificados fueron asimilados a una subfamilia endémica que existía en Nueva Zelanda y que después desapareció.
Además, se cree que esa clase de dípteros servía de alimento para el Patagorhynchus pascuali, un antepasado del actual ornitorrinco cuyos restos también fueron descubiertos por los científicos de CONICET también en la Formación Chorrillo de Santa Cruz. Su descripción fue publicada en febrero por la revista Communications Biology.
“Esto demuestra una conexión entre los continentes. Todo el actual hemisferio sur compartía una fauna y una flora muy parecida. De hecho, los bichos que hoy viven asociados al ornitorrinco en Australia, son quironómidos. Y esa asociación también vivió hace 70 millones de años al sur de Calafate, en ese ecosistema ya desaparecido”, detalló Novas.
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