Invertir en prevención de pandemias cuesta mucho menos que sufrir sus efectos
Lo estimó un estudio de 20 expertos liderados por la Universidad de Harvard en los Estados Unidos. Un científico argentino, Andrés Novaro, destacó las acciones que se necesitan para la prevención en Patagonia
Al entrar en el tercer año de la pandemia por el coronavirus, 20 expertos dirigidos por la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de la Universidad de Harvard de los Estados Unidos revelaron los resultados de un estudio que demuestra que invertir en la prevención de futuras pandemias cuesta menos del 5% del valor más bajo estimado de vidas perdidas por enfermedades infecciosas emergentes cada año, y menos del 10% del costo económico.
El estudio fue publicado en la revista Science Advances y ofrece un plan para los responsables de la toma de decisiones en salud pública tanto a nivel provincial, nacional o internacional para que se puedan evitar que surjan futuras pandemias al detener la propagación de la enfermedad en su origen. Las tres acciones principales según los 20 expertos son mejorar la vigilancia de la emergencia de patógenos tanto en los animales como en los seres humanos, realizar una mejor gestión de la fauna y la caza, y tomar medidas para la protección de los bosques.
Al ser consultado por RIO NEGRO, el científico Andrés Novaro, quien vive en Junín de los Andes, Neuquén, y es director de programas terrestres de la organización ambiental WCS Argentina, consideró que el trabajo publicado por los 20 expertos en Science Advances “es relevante también para la Patagonia en cuanto a sus tres principales recomendaciones”.
El equipo de científicos que hizo el trabajo fue liderado por el médico pediatra Aaron Bernstein, quien es investigador y director del Centro del Ambiente Global, la Salud y el Clima de la Universidad de Harvard. Señalaron que la pandemia del coronavirus que causa la enfermedad COVID-19 mostró que las pruebas, los tratamientos y las vacunas pueden evitar muertes, pero no detienen la propagación de los virus en todo el mundo.
Por eso, el estudio insta a organizaciones como la Organización Mundial de la Salud a prestar atención al componente crítico y de bajo coste como lo es la prevención de enfermedades, que ha sido sistemáticamente pasado por alto. En la actualidad, se espera que 3,3 millones de personas mueran cada año a causa de nuevas zoonosis causadas por virus, que son enfermedades que se «contagian» a los seres humanos.
El valor estimado de estas vidas perdidas es, como mínimo, de 350.000 millones de dólares, con 212.000 millones de dólares adicionales en pérdidas económicas directas. Esa estimación se basa en las vidas perdidas por cada nueva zoonosis viral desde 1918 que ha provocado la muerte de al menos a 10 personas, incluyendo el VIH, la gripe española, el SARS, el Nilo Occidental, el COVID-19 y muchas más.
«Si el COVID-19 nos ha enseñado algo, es que las pruebas, los tratamientos y las vacunas pueden evitar las muertes, pero no detienen la propagación de los virus en todo el mundo y puede que nunca eviten la aparición de nuevos patógenos. De cara al futuro, no podemos confiar en absoluto en que las estrategias posteriores a la propagación nos protejan por sí solas», dijo el doctor Bernstein en un comunicado. «Gastar sólo cinco centavos de dólar puede ayudar a prevenir el próximo tsunami de vidas perdidas por las pandemias, adoptando medidas rentables que impidan que la ola llegue a surgir, en lugar de pagar miles de millones para recoger los pedazos».
Según los autores, cuando los responsables políticos y las organizaciones multilaterales debaten sobre los riesgos de pandemia, rara vez se aborda la prevención del contagio en su origen, a pesar del papel fundamental que desempeñan los contagios en la propagación de las infecciones emergentes. Acuñan un nuevo paradigma: la «prevención primaria de pandemias» para definir las acciones que eliminan las nuevas enfermedades antes de que se propaguen, en lugar de las acciones que abordan los brotes de enfermedades después de que se produzcan.
«Los recursos destinados a reducir la deforestación son una inversión para prevenir futuras epidemias, pero también para mitigar las amenazas actuales, como el paludismo y las enfermedades respiratorias asociadas a la quema del bosque», afirmó Marcia Castro, profesora Andelot de demografía y directora del Departamento de Salud Global y Población de la Escuela Chan de Harvard. «Realizar estas inversiones en prevención aporta beneficios a la salud humana, al medio ambiente y al desarrollo económico».
Además de prevenir las pandemias, las acciones que los 20 expertos proponen ayudan a evitar las emisiones de dióxido de carbono, a conservar los suministros de agua, a proteger los derechos de los pueblos indígenas y a conservar la biodiversidad. También evitan los daños indirectos no incluidos en las estimaciones de costes, como los daños psicológicos derivados de la pérdida de puestos de trabajo, la pérdida de familiares o el aislamiento social, el retraso de los tratamientos médicos y la pérdida o el retraso de la educación.
Entre las acciones, los científicos proponen que se lleve a cabo un proyecto global de descubrimiento de virus para determinar dónde deben centrarse geográficamente las actividades de prevención. Esta biblioteca puede ayudar a identificar rápidamente los patógenos cuando surgen y acelerar nuestra capacidad para desarrollar pruebas y vacunas rápidamente y desplegarlas ampliamente.
Sugieren que se promueva la formación de más veterinarios, especialmente en los puntos conflictivos, para vigilar las enfermedades emergentes y prevenir el contagio de la fauna salvaje o el ganado a las personas. Se debería realizar una “mejor gestión del comercio de la fauna salvaje y de la caza”. Para reducir el comercio de riesgo es necesario aumentar el presupuesto y el personal de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), la Organización Mundial de Sanidad Animal y los organismos nacionales encargados de vigilar la importación de animales para que lleven a cabo la investigación, la vigilancia y la aplicación de la ley.
También se debe reducir la deforestación porque “hace que las personas entren en contacto con los animales cuando ingresan en los bosques para dedicarlos a la agricultura o la madera, construir carreteras o trabajar en las minas”. Consideraron que “los bosques más pequeños también son importantes fuentes de patógenos emergentes debido a su proximidad a los asentamientos densamente poblados. Vincular las medidas de conservación a las inversiones en el fortalecimiento del sistema sanitario puede servir de apoyo a las comunidades que viven en los bosques y sus alrededores”.
Con respecto a la agricultura, los expertos sostuvieron que debe reformarse para minimizar, o idealmente revertir, la conversión de la tierra, y también debe reducirse la demanda de alimentos menos sostenibles”.
Después de leer el artículo de los 20 expertos, el doctor Novaro dijo a RIO NEGRO que las acciones que se proponen son también cruciales para la Patagonia. “El monitoreo y vigilancia es clave tener mecanismos de seguimiento de posibles nuevas infecciones asociadas con zoonosis, con el fortalecimiento de los equipos de gobiernos locales y provinciales, incluyendo personal de salud y de manejo de fauna responsable de dichas tareas”.
Además, Novaro señaló que “como en otras regiones de la Argentina, en Patagonia se cazan y consumen innumerables especies de fauna silvestre, incluyendo especies nativas y exóticas. Parte de esta caza y consumo están regulados, pero otra parte no. Aún hay un muy escaso desarrollo de infraestructura y recursos para la prevención de posibles zoonosis y el monitoreo y vigilancia”, advirtió.
En particular en la zona andina de la Patagonia, “la expansión de la urbanización y el uso turístico hacen que se incremente cada año la incursión de las personas sobre hábitats naturales, incluyendo zonas boscosas y arbustivas, donde es imprescindible la planificación, zonificación, prevención y monitoreo para minimizar riesgos de zoonosis ya conocidas, como la producida por el virus hanta y en menor escala la generada por casos de rabia que tiene como reservorios a perros domésticos y también a especies de fauna silvestre, como también de potenciales nuevas zoonosis que puedan surgir”.
Qué se debería hacer en Patagonia
Después de leer el artículo de los 20 expertos en la revista Science Advances sobre la prevención de futuras pandemias, el doctor Andrés Novaro, biólogo y director de programas terrestres de la organización WCS Argentina dijo a RIO NEGRO que las acciones que se proponen allí son también cruciales para la Patagonia y una mejor relación entre los seres humanos y el ambiente .
“El monitoreo y vigilancia es clave para tener mecanismos de seguimiento de posibles nuevas infecciones asociadas con zoonosis, con el fortalecimiento de los equipos de gobiernos locales y provinciales, incluyendo personal de salud y de manejo de fauna responsable de dichas tareas”, dijo el científico.
Además, Novaro señaló que “como en otras regiones de la Argentina, en Patagonia se cazan y consumen innumerables especies de fauna silvestre, incluyendo especies nativas y exóticas. Parte de esta caza y consumo están regulados, pero otra parte no. Aún hay un muy escaso desarrollo de infraestructura y recursos para la prevención de posibles zoonosis y el monitoreo y vigilancia”, advirtió.
En particular en la zona andina de la Patagonia, “la expansión de la urbanización y el uso turístico hacen que se incremente cada año la incursión de las personas sobre hábitats naturales, incluyendo zonas boscosas y arbustivas, donde es imprescindible la planificación, zonificación, prevención y monitoreo para minimizar riesgos de zoonosis ya conocidas, como la producida por el virus hanta y en menor escala la generada por casos de rabia que tiene como reservorios a perros domésticos y también a especies de fauna silvestre, como también de potenciales nuevas zoonosis que puedan surgir”.
En Neuquén y Mendoza, la organización WCS Argentina lleva adelante un proyecto para mejorar la interacción entre los productores de ganado y la fauna silvestre. En colaboración con la Alianza Gato Andino, dan perros protectores que cuidan al ganado. Así se disminuye la depredación de ganado por parte de carnívoros silvestres y se promueve la coexistencia en la estepa patagónica. Es una herramienta que puede ser transferible a productores y autoridades de aplicación.
Comentarios