¿El amor es “ciego”?
Una científica, nacida en Río Negro, reveló un mecanismo neuronal que da una respuesta
Popularmente se dice que “el amor es ciego” para indicar que cuando alguien se enamora no puede identificar defectos en la otra persona, e incluso puede tomar decisiones perjudiciales que van en su contra. Una científica, nacida en Roca, Río Negro, aportó nuevo conocimiento sobre qué pasa en los animales cuando deciden prioridades.
Es la doctora Carolina Rezaval, profesora y líder de un laboratorio en la Universidad de Birmingham, en el Reino Unido. Con sus colaboradores, la investigadora utiliza el estudio de la mosca de la fruta Drosophila para desentrañar cuáles son los mecanismos escondidos en las elecciones relacionadas con los comportamientos.
En diálogo con Diario RIO NEGRO, Rezaval contó: “Nuestro trabajo, que fue publicado en la revista Nature, se enfoca en conocer cómo los animales priorizan en situaciones de conflicto. Por ejemplo, en algunos momentos tienen que decidir entre aparearse o alejarse de un predador. “Cuando desarrolla el cortejo en busca de una pareja, también se expone a peligros como los potenciales predadores. Nos preguntamos cómo el cerebro evalúa las opciones y las oportunidades y prioriza un comportamiento por sobre otro”, afirmó.
El objetivo de la investigación fue entender mejor cómo el cerebro evalúa los riesgos y oportunidades en cada momento para tomar decisiones.
Entonces, se diseñó “un experimento con moscas de la fruta, que pueden aprender, dormir, tienen comportamientos de cortejo muy sofisticados y memorizan. Pero su cerebro es mucho más sencillo que el de los seres humanos. Esto hace que las moscas sean un modelo para manipular e investigar”, precisó.
Con diferentes herramientas de las neurociencias, la genética y la biología molecular, se pueden aprender principios generales que podrían estar presentes en otros seres vivos, como los seres humanos.
En el ensayo, “dejamos que un macho de la mosca de la fruta empezara a cortejar a una hembra”, dijo. Luego los investigadores le sumaron un estímulo que asustó al animal. El macho decidió abandonar el cortejo, y priorizó su supervivencia por encima de la reproducción.
En cambio, “cuando el cortejo estaba más avanzado y estaba más cerca de la cópula, el macho seguía de cerca a la hembra y no podía detectar más el peligro del depredador. Es como si estuviera ciego de amor”, puntualizó.
Qué resultados obtuvieron
Al hacer los estudios con las diferentes herramientas, “encontramos un mecanismo neuronal que está por detrás de ese proceso”, acotó. Demostraron por primera vez que existen redes neuronales del cerebro de la mosca que dirigen el proceso de toma de decisiones. El neurotransmisor llamado dopamina desempeña un papel protagonista.
“Cuando el macho se acerca al apareamiento, deja de ver el peligro y se focaliza en la hembra. Este mecanismo está mediado por la dopamina. A medida que el macho avanza en el cortejo, hay un aumento de la dopamina. Esta suba de la dopamina opera como un filtro y hace que se inhiban las neuronas que responden a la amenaza”, afirmó. Es decir, esas neuronas están suprimidas y el animal ya no puede ver más al predador.
“Consideramos que el mecanismo mediado por dopamina hace que el animal no se distraiga y se enfoca en el cortejo y el apareamiento. Hace que cambie prioridades”, explicó Rezaval. Esos resultados demuestran que el mecanismo podría estar presente en otros organismos. “Nos gustaría seguir estudiando en otras especies, incluyendo los seres humanos”, comentó.
“Todos los días tomamos decisiones que nos obligan a sopesar oportunidades y riesgos -dijo-, pero sabemos muy poco de lo que ocurre en nuestro cerebro en ese momento”.
El trabajo se realizó en colaboración con colegas de Alemania y Reino Unido. La investigación contó con el apoyo del Biotechnology and Biological Sciences Research Council, The Leverhulme Trust, Marie Skłodowska-Curie Actions, German Research Foundation (DFG), European Research Council y Wellcome Trust.
Quién es Carolina Rezaval
A los 7 años, Rezaval quería ser bióloga marina y lo escribió en un cuaderno que aún está en la casa de sus padres en General Roca. Obtuvo el doctorado en biología de la Universidad de Buenos Aires. Luego, partió hacia Inglaterra para realizar una investigación postdoctoral en la Universidad de Oxford. Allí estudió las bases genéticas y neuronales del comportamiento utilizando a la mosca de la fruta como modelo.
En abril de 2018, Carolina ganó una beca para fundar su propio grupo de investigación en la Universidad de Birmingham, en el Reino Unido. En 2021 fue nombrada becaria FENS-Kavli 2021, un honor que le permite integrar una prestigiosa red de neurocientíficos que trabaja para mejorar las neurociencias en Europa.
Comentarios