Cómo salvan al bosque del pehuén milenario con una iniciativa que incluye a científicos y pobladores mapuches

Se lleva a cabo en el Parque Nacional Lanín y se tiene en cuenta la amenaza del cambio climático. Qué descubrieron.

En el Parque Nacional Lanín, en la provincia de Neuquén, se lleva a cabo un proyecto para la conservación de la planta araucaria o pehuén. Foto: Parque Nacional Lanín

En el Parque Nacional Lanín, en la provincia de Neuquén, se lleva adelante la restauración más fuerte de la Patagonia. No es el único dato llamativo: se realiza además en forma asociativa y participativa entre voluntarios, guardaparques, brigadistas, técnicos, investigadores científicos y pobladores mapuches.

En tres años se han plantado más de 19 mil plantines de araucaria en el norte del área protegida. Este trabajo de reforestación se lleva a cabo en una zona del lago Ñorquinco que había sido severamente afectada por un incendio que alteró más de 1500 hectáreas en 2013. Se trata del «Proyecto Pewen», que -en realidad- se gestó 25 años atrás cuando se observó el estado de amenaza que enfrentaba la araucaria araucana, también conocida como pehuén.

Por qué el pehuén se destaca en el mundo

El pehuén es una especie autóctona endémica, la única en su tipo a nivel mundial que vive en un clima templado frío. Su abundancia se redujo significativamente en los últimos 200 años y, en la actualidad solo hay 39.000 hectáreas de araucaria en Argentina y Chile.

Las amenazas son múltiples: una larga historia de deforestación, incendios cada vez más frecuentes y severos en la Patagonia, el impacto de los mamíferos exóticos que consumen la semilla, y la ganadería que altera el hábitat y afecta las condiciones del suelo. El cambio climático también impacta sobre este ecosistema.

“Hoy vemos que el bosque está en decaimiento por las olas de calor. Se está secando. Vemos que cambia la forma en que la araucaria produce las semillas. Los árboles crecen menos que antes y hay más mortalidad de la regeneración de los plantines que tratan de sobrevivir”, describió el doctor en biología, Javier Sanguinetti, trabajador en el Parque Lanín desde 1995 y líder del proyecto Pehuén.

Qué estrategias de conservación se usan

Frente al escenario delicado de conservación, el Parque Nacional Lanín y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en Bariloche habían iniciado el Programa Pewen en el año 1999. El objetivo fue generar información sobre el estado de conservación de esos bosques y las problemáticas que enfrentaban para diseñar líneas de investigación.

El programa es gestionado por un consorcio integrado por el parque Lanín, el Consejo Zonal Pewenche, la asociación civil Propatagonia, la Corporación Interinstadual Pulmarí, la Subsecretaría de Producción y la Dirección de Bosques del Neuquén.

En la iniciativa llamada Proyecto Pewen, colaboran desde guardaparques hasta científicos y pobladores mapuches. Foto: Parque Nacional Lanín

Luego de 24 años de trabajo interinstitucional e internacional colaborativo se pudo generar conocimiento científico sobre los aspectos culturales y genéticos, la producción de semillas e interacción de la fauna nativa con el piñón, disturbios como el fuego y la capacidad del bosque de recuperarse, los cambios inducidos por las invasiones biológicas y el cambio climático.

Tres años atrás, el Proyecto Pewen obtuvo financiamiento de la Fundación Franklinia, de Suiza, que apoya propuestas de conservación de árboles categorizados como “en peligro” por parte de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN). El pehuen integra ese listado desde 2012. “Nos presentamos a esa fuente de financiación, competimos con miles de propuestas y fuimos seleccionados”, explicó Sanguinetti.

En 2021, los técnicos se propusieron como desafío la restauración ecológica de las zonas afectadas por los incendios en el área Tromen del parque Lanín en 2009 y cuatro años después, en Ruca Choroi y lago Ñorquinco.

“A raíz de esos incendios, surgió un proyecto de conservación del pehuén que vincula la ciencia con el manejo. Los investigadores alimentan de información a quienes tomamos decisiones para restaurar el sitio”, puntualizó Sanguinetti.

El programa desarrolla múltiples proyectos de investigación aplicada junto a otras instituciones, como el Conicet, el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianigla), el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medio Ambiente (Inibioma) y universidades de Chile, Francia y Estados Unidos.

El proyecto busca restaurar zonas del bosque de araucaria que fueron afectadas por incendios, entre otros objetivos. Foto: Parque Nacional Lanín

Hallazgos científicos

“Venimos generando una red de articulación para generar conocimiento científico que sea aplicado a la conservación, al patrimonio genético, ante disturbios naturales, como incendios, o bien en la producción de semillas de la araucaria”, definió Sanguinetti.

Destacó que el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA), de Mendoza, estudió los factores que provocan más mortalidad de árboles, cómo el cambio climático está afectando el crecimiento y qué lugares serán difíciles de recuperar en tanto no hay posibilidad de que los árboles crezcan en esos sitios.

Otro descubrimiento correspondió al investigador del Inibioma Marcelo Castro que detectó que al sembrarlas “acostadas” (y no de punta), las semillas germinan y crecen más rápido. “A partir de ahora, los viveros que producen las plantas destinadas a la restauración pueden sembrar las semillas acostadas y tenemos una planta en ocho meses. Antes tardábamos dos años. Es un claro ejemplo de cómo la ciencia puede ayudar a la conservación y manejo”, detalló Sanguinetti.

También se descubrió que las plantas tienen más posibilidad de sobrevivir si se colocan junto a troncos caídos. A partir de estos conocimientos, los voluntarios tienen la consigna de colocar los plantines solo en determinados lugares en el bosque.

Por otro lado, dado que las zonas quemadas están afectadas por la ganadería, hasta ahora se había plantado mayormente araucaria ya que los animales no la consumen. Los técnicos definieron los lugares donde se colocaron alambrados para impedir el ingreso de los animales. “Las vacas no se comen los pehuenes, pero pueden pisarlos y dañarlos. Ahora, con la nueva infraestructura, pudimos empezar a plantar otra especie muy afectada por el incendio, el coihue. Esta planta sí es muy sensible al ganado porque se la comen”, indicó Sanguinetti.


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