“Chito Ceballos, el cantante afincado en Neuquén”

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Quiero destacar una figura representativa del paisaje cultural de nuestra ciudad: don Prudencio “Chito” Zeballos, un hombre que dedicó su obra a la propagación del folclore, y cuya vida es imposible de resumir en breve para la autora de este relato.

Don Chito Zeballos nació en Chilecito, provincia de La Rioja, el 15 de julio de 1936. Fue hijo de doña Elba Rivera y de Prudencio Nicomedes Zeballos, el boticario que tuvo la primera farmacia del pueblo llamada La Botica del Ángel.

Siendo joven partió a La Plata a estudiar Derecho. En la pensión de estudiantes de esa ciudad Zeballos se reencontró con dos “viejos” conocidos, Ramón Navarro y Amable Flores, junto a ellos, y a la temprana edad de trece años, había formado un conjunto folclórico en La Rioja. A partir de entonces, su vida comenzó a transcurrir entre el estudio y el canto. Una vez finalizado el servicio militar, Chito se dirigió a Córdoba para terminar los estudios.

Por supuesto que es imposible imaginarnos un Zeballos alejado de su pasión, la música.

Allí, en la populosa capital cordobesa, los folcloristas se reunían en la confitería El Foro, y Chito conocería a Luis Amaya y Lalo Homer. Estos notables músicos en la década del 60 conformaron el grupo Tres para el folclore, con celebradas presentaciones en Cosquín, donde fueron, inicialmente, destacados como Artistas Revelación.

En la prestigiosa radio El Mundo, Chito realizó el recordado programa “Surcos estelares”, por el que pasaron enormes figuras de la escena nacional: Ariel Ramírez, Jaime Torres, Domingo Cura, Mercedes Sosa y Luis Amaya, entre otros. Estos músicos participaron en el Festival de Música en Miami, haciendo que Argentina ganara el primer premio, éxito que, luego, los llevaría a presentarse en Portugal.

Entre tanto, Chito apresuró la terminación de su carrera de abogado en Córdoba. Se las ingeniaba para hacer que la convivencia entre la música y los estudios funcionaran. Y la cosa marchaba: sin abandonar sus estudios, abrió la peña La Casa de Chito Zeballos en la calle Sucre, en pleno centro cordobés.

Es que Chito emprendió, desde niño, una carrera musical siempre en ascenso. Su primer disco fue grabado gracias a un contrato ofrecido por la discográfica Philips de Buenos Aires. Dicho volumen contiene, entre los temas más destacados, “La Peñaloza” y “La Olvidada”.

Aquellos fueron años de mucha actividad: mientras se encontraba grabando en Buenos Aires surgió el proyecto de representar la Misa Criolla por Europa, junto a artistas de la talla de Mercedes Sosa. El ensamble se presentaba por el Viejo Mundo como “Baguala, canto y danza argentino” y ofrecían un espectáculo que pretendía unir en una misma impronta la identidad del aborigen con la del español, cuya mixtura dio luz al criollaje.

Chito vino a estas tierras en 1978 aconsejado por un colega, lugar del que nunca partió. Formó su hogar con Juana Inés Arias, cordobesa. Ella es quien nos brinda amablemente sus memorias. Se habían casado en marzo de 1968, y tuvieron a Inés María, quien les dio cuatro nietos.

Entre las principales canciones de su repertorio se destacan “Zamba de los mineros” de Jaime Dávalos y Cuchi Leguizamón, entre tantos imposibles de consignar. Chito Zeballos, emblema del folclore nacional, falleció el 26 de octubre de 1996. Su deceso enlutó al folclore. Por fortuna, su tránsito por esta vida quedó grabado, indeleble, en el mundo de la música argentina.

Beatriz Carolina Chávez

DNI 6.251.256

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