Chicos en la calle: el desafío de visibilizar a los más vulnerables en Neuquén
Un refugio les ofrece un espacio de contención, además de comida y una ducha caliente. Es el eslabón más delicado de una cadena de olvidos.
Situación de calle no es lo mismo que dormir en la calle. Por eso se dice así, situación, porque es resolver todo lo que cualquiera hace día a día, pero sin tener dónde hacerlo: cocinar, lavar la ropa, ducharse con agua caliente.
El único refugio de Neuquén es el Cura Brochero, que es administrado por la iglesia católica y solo recibe a hombres en sus 25 camas disponibles. Ya en abril advirtieron que no tenían más lugar porque la demanda no dejó de crecer desde fines de 2018.
Los que no entran, las mujeres, niños y adolescentes se reparten entre guardias de hospitales, veredas, bancos de plazas, “viviendas” precarias y obras en construcción.
Pero todos, quienes logran dormir bajo techo y quienes no, pasan las horas del día en la calle. Y en ese grupo están los niños y adolescentes que asisten al refugio que administra la Provincia sobre la calle Alderete.
Cuando comenzó a funcionar, en 2008, salían a buscar a los chicos en las puertas de los supermercados y comercios del centro. Hoy tuvieron que reformular el trabajo e ir al oeste, explicó Roberto Bobadilla, uno de los operadores que forma parte del equipo de 20 trabajadores que se reparte de lunes a viernes, de 8 a 20.
Los chicos ya no bajan al centro porque “les caló la violencia policial”, explicaron. Semanas atrás, uno de los operadores llevaba a los chicos del refugio al cine. Cuando llegaron a la esquina de avenida Argentina y Belgrano terminaron todos contra la pared, para ser identificados por efectivos policiales.
En números
- 29
- casos de personas en situación de calle, fueron relevados por Red Solidaria en la ciudad de Neuquén.
Un tarea delicada
“El trabajo es que los chicos no estén en situación de calle. La excusa es que vengan a comer, a bañarse y, a partir de eso, trabajar con ellos”, detalló el director del refugio, Patricio Rojas.
Una de las primeras tareas es hacerles el DNI. Después, trabajar lazos familiares, que vuelvan a la escuela, que cuiden su salud. A las mujeres, si aceptan, les ponen el implante anticonceptivo conocido como “chip”, contó la operadora Susana Araya. También hay que acompañar a los que fueron padres: niños criando niños.
El gran objetivo es que ellos mismos sepan que su destino no está escrito y tienen caminos para elegir. Pero para que haya oportunidades tiene que estar el Estado, con fondos e infraestructura suficientes para dar respuestas a largo plazo. “Somos la última barrera, cuando todo falló”, resaltó Bobadilla.
Sin embargo, también son un volver a empezar. “Hay horarios donde nosotros no estamos con ellos y no sabemos qué pasa”, resaltó el operador Claudio Peralta. En esas horas acechan los peligros, se mandan “algún moco” (como dicen los operadores) pero también hay un lugar al que volver. Y los chicos vuelven.
Vuelven a ese lugar donde no los miran distinto por tener gorra y capucha. Bobadilla fue contundente: “te arman la estética de un pibe y vos no sabes la historia que hay detrás”.
Días atrás se conoció el primero relevamietno con números oficiales en la capital neuquina. Lo realizaron voluntarios de Red Solidaria. Pudieron contabilizar 29 personas, entre adultos y menores de edad, viviendo en las calles de Neuquén. Esta visibilización solo parece un primer paso para enfrentar un problema que tiene víctimas reales.
“Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada”, como los llama Eduardo Galeano en un poema, saltaron a la agenda pública en febrero, por el video de un hombre prendiendo a fuego a otros dos que dormían en la vereda. Llegó el invierno y Sergio Zacarías murió de frío.
En Neuquén se impulsó desde el Concejo Deliberante la creación del observatorio de personas en situación de calle y Red Solidaria decidió visibilizarlas con el primer relevamiento de la ciudad a comienzos de julio.
El resultado fue de 29 casos, pero “hay más”.
Además, el viernes repartieron más de 100 platos de comida caliente en el centro. Así se están convirtiendo en la mejor manera de conocer a quienes no tienen donde vivir.
“Tres niños vendiendo medias son parte de la escena nocturna”. Hablan de adicciones, de lazos familiares rotos, de búsquedas laborales, de “temor a la policía”. Desde la organización, que a nivel nacional dirige Juan Carr, resaltan el objetivo que no hay que abandonar: el bienestar de las personas.
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