Ceniza y sequía fuerzan al éxodo en la Región Sur
INGENIERO JACOBACCI.- A un año de la erupción del volcán Puyehue, Jacobacci y gran parte de la Región Sur rionegrina continúan su lucha para lograr una recuperación que vuelva menos tentador el éxodo. El impacto más fuerte lo sufrió la ganadería ovina y caprina, base económica de la zona.
La lluvia de ceniza volcánica que se precipitó en la madrugada del domingo 5 de junio dejó un manto que alcanzó hasta quince centímetros de espesor y ocasionó sus primeros efectos en la visión y en las vías respiratorias de animales y humanos. Luego se multiplicaron los trastornos.
La ceniza se sumó a la intensa sequía y causó la pérdida de miles de animales que no pudieron alimentarse durante días y además sufrieron severos problemas respiratorios. Por mortandad, por traslado, por ventas, las majadas se redujeron en más de un cincuenta por ciento.
Por su lado, los habitantes también acusaron el duro golpe. La ceniza y el viento los mantuvo por cuatro largos meses encerrados en sus casas. Las actividades sociales, culturales, deportivas y educativas tuvieron una drástica restricción. También se resintió el comercio. Algunos vecinos optaron por irse de Jacobacci, afectados por problemas de salud o por querer “escaparse” de una realidad que los superó.
Con el objetivo de atenuar el duro impacto de los dos flagelos, desde el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de Nación en el último año se han inyectado al sector ganadero de Río Negro unos 25 millones de pesos en subsidios y cerca de diez más en créditos a valor nominal. Tras la erupción, la rápida asistencia del Estado con forraje sólo fue un bálsamo para prolongar la agonía. Los animales que lograron sobrevivir tuvieron un acelerado desgaste dental a causa del efecto corrosivo de la ceniza.
Y así como la inesperada fuerza de la naturaleza dejó muchas y profundas secuelas, la ayuda del Estado y las muestras de solidaridad de distintos organismos y personas fueron cuantiosas.
El municipio recibió 4.500.000 pesos de los 10.000.000 que aportó Nación a la región afectada por la ceniza para asistir con forraje a los productores ovinos de la zona y otro 1.000.000 de pesos para hacer lo propio con los caprinos. A éstos se sumaron 2.000.000 de pesos de la provincia y 1.000.000 de Nación, entre otros fondos que llegaron para asistir a las familias de la zona urbana y readecuar el hospital para que funcionara con la mayor normalidad posible. También más de medio centenar de Repro, cientos de planes sociales y las exenciones impositivas –Ingresos Brutos, Patentes, Impuesto Inmobiliario– dispuestas por la provincia, beneficios que actualmente están vigentes y que representan varios millones de pesos que los damnificados por la ceniza no tuvieron que pagar. Por su lado, la AFIP otorgó una prórroga de 90 días y el Banco Nación instrumentó una línea de créditos subsidiados que muy pocos clientes utilizaron.
Rápidamente, jacobacinos residentes en distintas localidades del país organizaron una colecta a nivel nacional a través de las redes sociales que derivó en el acopio de miles de kilos de alimentos, agua, leche, ropa, calzado, barbijos, antiparras y medicamentos que llegaron a Jacobacci en camiones y fueron distribuidos por el grupo “Unidos por Jacobacci” en las zonas urbana y rural. Fue quizá la muestra de acompañamiento y solidaridad más grande que recibió la localidad. Por otro lado, el municipio recibió leña, chapas, pasto, ropa, alimentos y otros elementos donados por ciudades del Alto Valle. A esto se sumó una importante ayuda de Nación, con colchones, frazadas, calzado, alimentos, barbijos y antiparras, entre otros.
Pero la presencia de la ceniza coincidió con distintos procesos electorales que tuvo Jacobacci (una interna para intendente, el 23 de julio de 2011; las primarias para presidente, el 14 de agosto; la elección a gobernador e intendente, el 25 de septiembre, y la elección a presidente, el 24 de octubre), por lo que gran parte de la ayuda que llegó a la localidad fue utilizada para “hacer campaña”.
Actualmente, la situación en la zona urbana ha mejorado sustancialmente y la presencia de ceniza es leve. La vida se normalizó. Los jacobacinos miran el futuro con optimismo y esperan tiempos mejores.
Sin embargo, en la zona rural el panorama continúa siendo preocupante. Desde el Estado se busca apuntalar la actividad económica con la inyección de fondos, asistencia técnica y producciones alternativas para revertir la crítica situación y evitar la migración de los productores a la ciudad.
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