Una reforma antifederal

Manuel Aguirre, Diputado nacional, UCR
Corrientes

En medio del caos político y económico que azota a Argentina, es necesario analizar con mayor detenimiento las propuestas del entonces candidato Milei y su impacto en nuestro país. Si bien se entiende la necesidad de adoptar medidas drásticas para enderezar la economía, resulta alarmante la forma en que estas propuestas se extienden más allá de lo económico, generando consecuencias negativas en otros aspectos fundamentales de nuestra sociedad.

El cierre de empresas deficitarias y la simplificación de trámites aduaneros pueden ser medidas razonables para revitalizar la economía. Sin embargo, al arancelar la Universidad para extranjeros y alterar el sistema de elección de diputados nacionales, favoreciendo a las zonas más pobladas en detrimento de las provincias alejadas, se evidencia una falta de legitimidad. Estas propuestas no cuentan con el respaldo de la mayoría que se expresó en las últimas elecciones.

Pero las preocupaciones no terminan ahí. Las reformas laborales propuestas, que mayoritariamente favorecen a los empleadores, y la idea de internación compulsiva para presuntos insanos, plantean serias dudas sobre el rumbo que se pretende imponer en nuestra sociedad. Estas medidas transformarían nuestra realidad social en algo que nunca fue debatido ni sometido a consulta popular.

Además, la propuesta de divorcio sin tribunales y sucesiones solo con escribanos, además de facilitar maniobras fraudulentas, resultarían inaplicables y erosionarían el significado mismo del matrimonio.

Detrás de estas propuestas se esconde un Presidente que se presenta como un ferviente defensor del liberalismo económico, pero en realidad lo que se propone es un país descristianizado y centralizado, donde la lógica del mercado es el único motor del progreso. Se desdibujan los valores históricos, el federalismo y la importancia de la familia.

La UCR, como partido tradicional, defiende estos valores fundamentales y rechaza las ideas postmodernas que han demostrado, en la historia y en el mundo, que cuando el dinero y el lucro se convierten en los motores del progreso, se crea una sociedad egoísta, carente de sentido de pertenencia y comunidad.

No deseamos una Argentina sin corazón, sin alma ni moral.

Señor Presidente, los cambios que busca implementar no fueron discutidos durante el proceso electoral y, por lo tanto, carecen de legitimidad por parte del 56% de los votantes que lo respaldaron. Jamás tuvo la honestidad de exponer claramente, como candidato, que su objetivo era una reforma política antifederal.

Hoy, marco un límite. Espero que tenga la prudencia de no intentar rebasarlo.


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