Presencialidad y acceso igualitario

Alejandra Perinetti, Directora Nacional de Aldeas Infantiles SOS Argentina. (texto reducido)

BUENOS AIRES

Cada año, el inicio del ciclo lectivo pone de manifiesto una realidad que atraviesan millones de niños, niñas y adolescentes de nuestro país: la desigualdad en el acceso al derecho a la educación. Una realidad que quedó aún más en evidencia en estos dos últimos años de pandemia.

La crisis sanitaria y social desatada por el Covid-19 generó fuertes impactos para las infancias y adolescencias. Según las estimaciones del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, en 2020 el número de niños y niñas viviendo en la pobreza en Argentina pasó de 6 millones a 7,5 millones. Es decir, un 60% de la población infantil no tiene garantizadas las condiciones mínimas para una vida digna. Las vulneraciones de derechos estuvieron a la orden del día: los controles de salud disminuyeron, la inseguridad alimentaria creció, la salud mental de niños, niñas y adolescentes se deterioró abruptamente, mientras que las diversas formas de violencias intrafamiliares aumentaron de forma alarmante.

Si bien en 2021 se hicieron enormes esfuerzos para que la presencialidad sea una realidad en todos los establecimientos educativos del país, sabemos que el derecho a la educación también estuvo lejos de estar garantizado de manera igualitaria para todos los niños. Por poner una cifra, en 2020 más de un millón de estudiantes mantuvieron bajo o nulo contacto con la escuela.

Estamos convencidos que la educación de niños, niñas y adolescentes debe ser una prioridad para este año lectivo que comienza, y la presencialidad debe estar garantizada para todos ellos. Y esto, no solo para la adquisición de conocimientos y la garantía de los aprendizajes, sino también porque la escuela cumple un rol central en su desarrollo integral.

La escuela ejerce una función irremplazable en la protección infantil y es un eslabón clave de la red de actores que contribuyen a que millones de niños y niñas accedan a otros derechos como la alimentación, el resguardo ante la violencia, el cuidado de la salud y en el desarrollo de habilidades sociales fundamentales. La falta de escolaridad presencial impide el desarrollo integral a la vez que genera mayor déficit de aprendizaje, en un mundo que cada día presenta menos oportunidades.

Este año queremos que el inicio del ciclo lectivo esté definido por una discusión que vaya más allá. La educación debe ser la prioridad, por el presente y por el futuro de toda la sociedad.


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