Pescando en un barril
Cristina de Cano-Galván, DNI 4.780.240
Roca
El día 13 del corriente febrero, el servicio de Internet contratado -y pagado con puntualidad- a la empresa Personal_Flow, se cortó. El 27 de febrero, dos semanas después, con reiterados reclamos, incumplidas promesas y cortas e inútiles visitas de técnicos de la empresa Personal_Flow, en mi casa seguimos sin Internet, que es lo mismo que decir que en mi casa no hay wifi, ni computadoras, ni televisores smart, ni ebook y tampoco homebanking, email y diarios y tanto más, como la música y los celulares.
Ante el fracaso absoluto y caprichoso para resolver el problema, decidimos cancelar nuestro abono a Personal Flow, para lo que -desde un teléfono fijo- pedimos las condiciones para contratar un nuevo proveedor. Grande fue la sorpresa cuando Personal Flow nos dijo que para ‘dejarnos en libertad’, deberíamos pagar la totalidad del servicio de marzo entrante sin, claro, provisión de señal. La razón para ese pago grotesco, dijeron, es que “la factura de marzo ya ha sido extendida”.
Ante mis nuevas protestas, dado que mi liberación de PF me costará el pago de un mes completo más el medio mes de febrero que pagué sin recibir nada, la empresa ratificó esa decisión como única vía para deshacer el convenio. Para empezar, la factura es virtual: no existe.
Unas pocas averiguaciones sobre situaciones parecidas en este campo del comercio, la electrónica en general, no hay reglas honestas. Queda claro que el que tiene el arma de mayor calibre, impone las pautas. O la extorsión o chantaje, como es mi caso: soy el perjudicado pero, para terminar con el padecimiento, debo pagar mi rescate. Es, al fin de cuentas, como pescar en un barril.
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