Nonatos con nombre
Fabián Wotnip
Buenos Aires
La reciente decisión del Registro Civil de permitir asignar un nombre a los nonatos honra la dignidad humana y la sacralidad de la vida. Este acto proporciona a las familias un recurso valioso para transitar el duelo con mayor serenidad. En la perspectiva de la Torá y el Talmud, todo ser concebido es portador de una chispa divina. Desde la concepción, se reconoce una conexión espiritual con lo sagrado. Aunque no nacido, el nonato tiene un valor inherente que merece reconocimiento.
Para la Cábala, el alma del nonato refleja energía divina, gloria y santidad. Nombrarlo es afirmar su dignidad y lugar en la comunidad.
Esta medida no solo enriquece la vida espiritual de las familias, también construye una cultura que valora cada vida. Es un avance ético que fortalece los lazos entre individuo, familia y Estado. Asignar un nombre a los nonatos es un acto de humanidad que reconoce el valor de cada vida y nos engrandece como sociedad.
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