Los senadores y la empatía
Jorge Alfredo Guido, DNI 4.548.075
Cipolletti
No se podía esperar otra cosa que la falta de empatía de los senadores o cenadores, que se aumentaron su dieta. De honorable, la Cámara de Senadores tiene poco. La situación de la Argentina es deplorable, no solo en los aspectos económicos. La culpa sin duda es de nuestra clase dirigente, en la cual se incluye a los C(S)enadores. ¿O si no de quién? Cada senador tiene 20 asesores, o sea cada uno con una mini-pyme. Pero alguien los votó y tendremos que hacernos cargo.
Ahora se pretende que, mágicamente, en 6 meses volvamos a ser un país con futuro, después de 78 años de decadencia. Hasta que no nos demos cuenta que la culpa es nuestra, no hay posibilidad de remontar y comprender que primero hay que pagar por el despilfarro y el saqueo y después iniciar el camino de la recuperación.
Cuando los judíos durante el éxodo empezaron a padecer hambre le reclamaron a Moisés que querían volver, porque antes, al menos recibían comida del Faraón, pero eran esclavos. Ya se escuchan reclamos similares en la actualidad, por el ajuste, porque no se quiere soportar las consecuencias. Todavía sigue vigente lo que expresó el historiador Romano Tito Livio: “Nosotros no podemos soportar nuestros vicios ni sus remedios”. El poeta José Rafael Hernández consideraba que no tenía suficientes méritos para ser senador. Ahora tenemos una que descubrió la espada de Domocles o los “Cenadores” de las tarjetas Banelco.
Conclusión: los hechos demuestran que el derroche de recursos de nuestra dirigencia solo aportó a la decadencia de la Patria y al patrimonio de muchos pícaros o corruptos, para ser más precisos, que no se hacen cargo de su aporte.
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