Lanata se equivoca
W. Augusto Wayar, DNI 17.423.819
BUENOS AIRES
Hablando en su programa de radio sobre lo mal que nos va a los argentinos y la incidencia de la educación en ello, el periodista sostenía que, si bien era un factor de nuestra decadencia no era tal, ya que quienes nos han llevado a esta situación son “los educados”, los que se formaron; lo cual es una equivocación.
Todos acordamos y los periodistas de su programa también, que la educación argentina viene en decadencia desde hace por lo menos cuarenta años. Los exámenes, valoraciones y pruebas nacionales e internacionales así lo indican, de la misma manera que nuestros propios datos dicen que la mitad de nuestros alumnos no termina la secundaria en tiempo y forma, que muchos de los que la terminan tienen serias dificultades de comprender un texto y otros indicadores, que no hacen más que confirmar lo que nadie niega.
Y esta decadencia educativa, no solo abarca a quienes no terminan sus estudios secundarios, o no lo hacen en debida forma, sino también a quienes sí la terminan e incluso, a quienes obtienen títulos profesionales, es decir a los llamados “educados”.
Y ahí radica el equívoco de Lanata, en llamar “educados” a quienes, por haber terminado una carrera secundaria o universitaria, automáticamente se los califica como tales.
Es obvio, que una institución que brinda pobre o mala educación, solo puede otorgar títulos con poco o mal prestigio y conocimiento. Y esto es lo que viene ocurriendo en Argentina desde hace más de cuarenta años y en lo que todos estamos de acuerdo.
Tantos años en la vida de un país, significan dos o tres generaciones de políticos dirigiendo un Estado (los Cafiero, los Moreau, los Menem, por dar unos ejemplos)
Pero esto va más allá, porque no se trata solo de dirigentes poco preparados, sino de trabajadores (profesionales o no) poco preparados.
Los profesionales con buena preparación, surgidos de reconocidas Instituciones pueden desempeñarse en el ámbito privado sin mayores problemas, aquí o en el exterior. Sin embargo, los otros, generalmente terminan en organizaciones relacionadas con lo público o directamente en el propio Estado, haciendo el Estado que tenemos: ineficiente, gigante, corrupto, donde poco lugar tiene el mérito y el conocimiento.
Si bien podríamos calificarlos de “educados” por haber terminado el secundario o la universidad, la realidad es que en muchos casos no lo son y, en consecuencia, generan un mal funcionamiento del órgano donde estén, ya sea como dirigentes o no.
Es así que muchos dirigentes capaces y probos (que los hay), en varios casos, no cuentan con gente preparada para realizar una tarea.
Entonces, es una equivocación restarle incidencia a la educación decadente que tenemos desde hace años, como también es una equivocación, sostener que los “educados” nos han llevado a esta situación de pobreza jamás vivida en la Argentina.
Por el contrario, son los “no educados” que dirigen y trabajan en la Argentina, los que nos han llevado a la situación en la que estamos.
Que nos vaya mal, termina siendo una consecuencia lógica de lo que hacemos.
Extraño sería, que haciendo lo que hacemos y educándonos como nos educamos, nos vaya bien.
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