La navidad

Carta de Lector

Por Carta de lector

Humberto Guglielmin, DNI: 10.401.180

Bahia Blanca

SU IMPORTANCIA

Para los cristianos el hecho más trascendental de la vida de Cristo fue el cumplimiento de la misión que le encomendó Dios Padre y que culminó en su muerte y resurrección. Sin embargo, la Navidad, el nacimiento del Niño Jesús, es la más celebrada de las fiestas cristianas por encima de la Pascua. Es también la fiesta más popular en el mundo entero, incluyendo los países no cristianos, donde es tomada como una fecha para exaltar los valores de la familia y de la buena vecindad; no existe referencia alguna al nacimiento de Jesús; es la fiesta de Papá Noel, que con su trineo cargado de regalos viene desde el país de las nieves a premiar a los niños buenos.

Es la más celebrada porque con mayor o menor conciencia se acepta que, sin desmerecer otras culturas, el cristianismo impuso valores que revolucionaron la historia de la humanidad. No en vano la dividimos en dos períodos, uno anterior y el otro posterior a Cristo.

¿Quién hubiera pensado en ese tiempo que el hecho del nacimiento de Jesús sería tan importante? Hay una afirmación de Teilhard de Chardin (filósofo y sacerdote jesuita, 1881/1955) que bien podríamos relacionar con la trascendencia del cristianismo y con el nacimiento de Jesús. Teilhard escribió: “Cuando en cualquier dominio, una cosa verdaderamente nueva empieza a surgir, no lo advertimos de inmediato; y eso es así porque nos haría falta ver su futuro despliegue para, reparar en sus comienzos, si valiera la pena. Sin embargo, al querer reconstruir los comienzos, frecuentemente nos encontramos con datos destruidos, olvidados o faltantes”.

En ese momento nadie advirtió que en un pequeño pueblo de Judea había nacido Jesús, el Salvador y a nadie se le ocurrió documentar adecuadamente ese importantísimo hecho. Por eso, los detalles sobre el nacimiento e infancia de Jesús son escasos y solo los podemos encontrar en los evangelistas Lucas y Mateo, pero no en Marcos y Juan y, curiosamente, tampoco encontramos dato alguno del nacimiento de Jesús en los numerosos escritos de San Pablo.

En los textos bíblicos canónicos -los libros que la integran- falta la información que nos gustaría tener sobre la vida oculta de Jesús, o sea, sobre el nacimiento de Jesús en Belén y su infancia y juventud en Nazaret. Tampoco tenemos mayores datos sobre la Virgen María y San José durante este período.

EVANGELIOS APÓCRIFOS

Este vacío es el que, con mucha posterioridad a los hechos, trataron de llenar los textos no canónicos sobre esa etapa de la vida de Jesús. A estos textos se los denomina apócrifos -falsos- porque imitan y simulan ser escritos contemporáneos a la vida de Jesús, o apenas posteriores.

Pero la verdad es que fueron escritos a partir del siglo II y hasta el siglo IV, por lo que no fueron considerados como inspirados por Dios, y por lo tanto no incluidos en la versión oficial de la Biblia. Ya a partir del s. V se comenzó a excluir de los escritos canónicos algunos libros apócrifos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Fue el Concilio de Trento, de mediados del s. XVI el que establecería el canon definitivo.

Los evangelios apócrifos refieren muchas anécdotas de la vida de los padres de la Virgen María y también sobre ella, mucha información sobre San José, sobre Isabel, sobre Juan el Bautista, sobre el nacimiento de Jesús en una cueva en Belén, historias sobre los pastores, la visita de los Reyes Magos etc. (entre otros datos, dan el nombre de cada uno de esos Reyes y de su lugar de origen, y también el nombre del soldado que clavó su lanza en el costado de Jesús en la cruz; datos estos que no están en los textos canónicos pero que son generalmente admitidos).

Estos textos apócrifos en ocasiones son fantasiosos, no se privan de atribuirle a Jesús parábolas y enseñanzas que no están en los textos canónicos; muchas de ellas coherentes con las de los evangelios canónicos, pero otras no. Varios de esos escritos niegan la divinidad de Cristo y lo consideran solo como un hombre lleno de sabiduría y bondad, pero no Dios hecho hombre.

A pesar de que en la antigüedad estos libros fueron muy leídos y respetados por diversas comunidades cristianas, su evidente anacronismo histórico y la frecuente incoherencia doctrinaria con la del resto de los libros bíblicos, fueron las razones principales de su exclusión de la Biblia. Así las cosas, lo que dicen esos libros sobre la Navidad e infancia de Jesús, aunque satisfagan nuestra curiosidad, no va más allá de lo anecdótico.

LA NAVIDAD SEGÚN LOS EVANGELIOS CANÓNICOS

Cayo Octavio (63 a.C.- 14 d.C.), sobrino e hijo adoptivo de su tío abuelo Julio César, luego de su victoria sobre Marco Antonio comenzó a suprimir la república proclamándose Tribuno Vitalicio, Cónsul Perpetuo, Pontífice Máximo y finalmente “Imperator Rome”, el que manda en Roma. Desde esa posición fue subordinando a su arbitrio todas las instituciones de la república, que pasaron a tener un papel completamente decorativo.

Octavio, dispuesto a tener una administración ordenada y justa de toda la extensión de su imperio propuso una tarea gigantesca y difícil: saber exactamente los recursos económicos y humanos de todas las provincias del imperio, el número de habitantes, sus edades, oficios, industrias, grandes propietarios etc. Por supuesto, uno de sus objetivos tenía que ver aspecto impositivo. El censo fue un enorme desafío que movilizó a todos los habitantes del imperio, entre ellos a María y José.

Debían censarse en el lugar de origen de cada familia. Esta decisión imperial fue, sin dudas, sumamente inoportuna para María y José. María cursaba un avanzado embarazo que preocupaba muchísimo a José porque por cuatro o más días con sus noches, debían marchar por caminos irregulares y pedregosos hasta llegar a Belén, lugar del que surgió la familia de David, a la que pertenecía José. Le preocupaba, además, cerrar el taller de carpintería con sus herramientas y dejar de lado encargos e ingresos que le vendrían muy bien antes del parto de María.

Se supone que los Nazarenos descendientes de David viajaron en caravana, ayudados por camellos y burros, necesarios para trasladar las pertenencias que podrían necesitar en el camino de ida y vuelta. Un grupo de hombres se ubicaba delante de la caravana, luego vendrían las mujeres y los niños y atrás de todo, otro grupo de hombres. Preocupaban no solo los asaltantes de caminos sino también los posibles encuentros nocturnos con jaurías de lobos y de otros animales.

Al igual que lo que sucede hoy en algunas partes de esa región, al anochecer la caravana de hombres y animales hacía un alto para comer y prepararse para la fría noche que les esperaba. Era un duro invierno. Los hombres daban agua y alimento a los animales y algunas mujeres salían a buscar agua en algún pozo del lugar. Los pozos de agua eran de uso libre.

Aunque el viaje hubiera sido en burro, seguramente María estaría cada vez más cansada y preocupada, porque el niño próximo a nacer que llevaba en su vientre pateaba sin cesar y, además, no conocían una matrona que les pudiera ayudar en la eventualidad del nacimiento

Llegan por fin a esa pequeña aldea construida sobre una colina llamada Belén, “la casa del pan” por los trigales que la rodean. La llegada de la caravana molestó a los residentes, que temían por su seguridad y por sus bienes; claramente no simpatizaban con los recién llegados por lo que José y María se vieron obligados a buscar un lugar reparado en las afueras de Belén para el inminente nacimiento de su hijo Jesús.

Lc. 2.6-20: “Mientras se encontraban e Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue”.

“En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turnos sus rebaños durante la noche. De pronto se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el ángel del Señor les dijo: “No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial que alababa a Dios, diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amado por él!”.

“Después que los ángeles volvieron al cielo, los pastores se decían unos a otros: “Vayamos a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado”. Fueron rápidamente y encontraron a María, a José y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores”.

“Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.”

¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!


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