Hace falta un veranito

Julián Álvarez, DNI 7.574.027
ZAPALA

En una ola de frío agravada por el regreso del Covid, es imprescindible un veranito, porque el frío se nota cada vez más, también en los bolsillos, así que ni metiendo las manos en ellos se logra protección. Están vacíos, o en todo caso llenos de frío también.

El veranito necesario no vendrá de la mano de mejoras salariales sino se aplican medidas de “shock” sobre los precios, porque toda mejora en los ingresos, venga del frío o del sol, del vino o de la cerveza, de las paritarias o del aumento de asignaciones sociales, será como un Geniol para un paciente en coma.

Es evidente que todo aumento de ingresos para los trabajadores, informales o formales, resulta en realidad un aumento de ingresos para los comercializadores de alimentos y algo de indumentaria, lo único que se vende porque son consumos imprescindibles. “No elásticos”, dicen los economistas.

En tanto las paritarias y las decisiones económicas oficiales llevan largas y difíciles discusiones, los aumentos se acuerdan por teléfono en segundos, y tanta práctica tienen que quizás ni eso: lo hacen por puro instinto y automáticamente.

Así que mientras los aumentos de ingresos los capturan en pleno vuelo las corporaciones económicas, terminan por resultar un aumento de egresos para los consumidores. En el mejor de los casos, un “empate técnico”.

Creer, con fundamentos científicos o sin ellos, que el crecimiento macroeconómico va a derramar algo alguna vez, es ignorar que la teoría del derrame ha sido siempre superada por la realidad de la baranda, que se eleva para evitar todo derrame.

Creer que se pueden sostener a largo plazo esas políticas es más estúpido aún, pues sin los votos suficientes, aunque no se pierda, no hay manos en el Congreso para legislarlas, ni las habrá.

Y también es pura fantasía que se puedan aplicar, si se dictaran, con una Corte dispuesta a ejercer la suma del poder público y a declarar inconstitucional cualquier norma que la reforme.

La lucha es muy seria y muy grave. No se puede enfrentar invitándolo a cenar amablemente a Pagani. A los que se quejan diciendo que “con mis impuestos mantienen vagos”, no se los escucha reclamar porque le pagamos una cena a un tipo que aumentaba los precios mientras morfaba a cuenta del presupuesto de la Presidencia.

Por eso, en todos los frentes, necesitamos que llegue urgente, ya que estamos en junio, el veranito de San Juan. El de San Juan Domingo para la política.


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