El Te Deum del 25 de mayo
Humberto Guglielmin, DNI 10.401.180 (texto reducido)
Bahia Blanca
Las dos grandes fiestas patrias suelen tener una conmemoración religiosa en la Catedral Metropolitana, para agradecerle a Dios por las bendiciones dispensadas en el pasado y para pedirle que en el futuro su protección acompañe a nuestros gobernantes y al pueblo. Se trata de una celebración estrictamente, exclusivamente religiosa, frecuentemente solemnizada por un coro, si lo hubiera. Este himno religioso en lengua latina comienza con las palabras “Te Deum” (A ti Dios…). Este himno de alabanza y agradecimiento a Dios por su bondad y protección suele entonarse cuando hay motivos muy importantes de festejo. El Te Deum es un himno de carácter ecuménico, en una oración al Dios único compartida por todas las religiones monoteístas y no objetada por los no creyentes.
En Argentina la celebración del Te Deum es una tradición que no debería interrumpirse porque el objetivo de la ceremonia es el de unir a todos los argentinos en una oración a Dios para agradecer sus bendiciones, impetrar su misericordia por nuestras faltas y pedirle su protección sobre nuestra patria. No debería ser ocasión para homilías acusatorias que solo sirven para dividir. Esta celebración de ninguna manera debería perder su carácter exclusivamente religioso.
Las ya esperables recriminaciones de la Iglesia al gobierno que se hacen cada Te Deum, en general admiten algunas observaciones:
a) En el templo solo está el Poder Ejecutivo; faltan el Poder Judicial y, especialmente, falta el Poder Legislativo; habrá tal vez algunos de sus integrantes. El gobierno lo forman los tres poderes del Estado pero a veces, uno o ambos, recurren sistemáticamente al obstruccionismo impidiendo que el Ejecutivo cumpla con el plan de gobierno que quiso el pueblo al designarlo, y no es justo criticar solo al Ejecutivo de lo que es responsabilidad de los tres poderes del Estado.
b) Esas recriminaciones suponen que quien las hace está en una posición de superioridad moral respecto al criticado, y que en su institución no se dan las cosas que recrimina a otros.
c) Cuando las recriminaciones se hacen sin tener en cuenta todo el contexto del momento, como por ejemplo la herencia recibida- por parte de cualquier gobierno- y los obstáculos que le presentan a diario la oposición sea desde el Parlamento o desde los gremios, hacen que esas críticas, además de ser insuficientemente fundadas, dejen abierta la posibilidad de que el aludido use su derecho a réplica y explique las cosas con mayor información y deje muy mal parado a su crítico. Eso hizo Alfonsín 35 años atrás, cuando el vicario castrense lo acusó públicamente de que en su gobierno había corrupción. Con gran altura, la respuesta que le dio Alfonsín fue letal.
El Te Deum de este 25 de Mayo fue apenas diferente a los anteriores. Esta vez las denuncias estuvieron a cargo del nuevo Arzobispo de Bs. As. Jorge Ignacio García Cuerva, cuya autoridad para dar cátedra sobre temas sociales o políticos es más que discutible.
Como integrante de la Iglesia y siguiendo el consejo del papa de “hacer lío” cuando dentro de la iglesia se observen cosas objetables, tengo derecho a opinar y a suplicar que la ceremonia del Te Deum sea una ceremonia exclusivamente religiosa y ecuménica, y que sirva para unir a los argentinos y no para enfrentarnos.
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