Dorita Giuffrida, hija de inmigrantes italianos en el valle
NEUQUEN
Vivió en las primeras cuadras de nuestra recordada calle Mendoza. La familia Giuffrida fue una típica familia italiana arribada en la segunda década del siglo pasado. Don Sebastián Giuffrida, italiano de Sicilia, llegó a estas tierras en tren. Según relató Dora, la menor de sus hijas, lo único que don Sebastián podía ver desde el andén era la cárcel y el cementerio: el resto eran yuyos y arenales.
Eso era el Neuquén en 1923. A los seis meses de haberse establecido, don Sebastián mandó a buscar a su esposa, doña Francisca Conti de Giuffrida, y a sus hijas María, de tres años, y Ángela, de un año y medio, que llegaron al país en la embarcación Conti Rosa. En la Argentina nacieron los demás hijos de la pareja: Rosa, Osvaldo, Alberto y Dorita. La cercanía de la calle Mendoza con el antiguo emplazamiento de la escuela N° 2, ubicada en Avenida Argentina y Carlos H. Rodríguez, hizo que don Sebastián enviara a sus hijos allí a cursar la primaria.
María, la hija mayor, se casó con Santos Paterniti, también italiano, y se mudaron a Plaza Huincul pues él trabajaba en la destilería de YPF.
Ángela, la segunda hija, se casó con Héctor Arzeno, un ferroviario proveniente de Bahía Blanca que trabajaba en el galpón de máquinas del ferrocarril. Héctor hallaría una muerte anticipada: el galpón que guardaba la maquinaria se incendió, arrasándolo todo. Osvaldo, que trabajaba en Vialidad Nacional, se casó con Delia Fernández.
Siempre amó la música, integró con su hermano Beto y su cuñado Domínguez la Copacabana Jazz Band. Rosa se casó con Adolfo Aravena, que también trabajaba en la destilería de YPF de Plaza Huincul.
Alberto fue peluquero; su peluquería estaba en calle Mendoza 24, la recordada Peluquería Beto. En la Copacabana Jazz Band tocaba el acordeón. Los ensayos de la Copacabana se hacían sentir por toda la calle Mendoza y aledañas. Se casó con una española, Vicenta.
Dorita, la menor, se dedicó a la peluquería como su hermano, también en la mencionada calle. Autora de estas memorias, Dorita nació el 15 de agosto de 1937, se casó con Leopoldo Domínguez, que trabajaba de perito mecánico en la División Tránsito del puente carretero. Leopoldo, baterista de la Copacabana Jazz Band, era sobrino de Alberto Domínguez, presidente del Concejo Deliberante del primer gobierno de Neuquén provincial.
El relato realizado por Dorita, hace más de una década, da cuenta de la intervención de su padre, don Sebastián, en la construcción de monumentos y casas del Neuquén de ayer: entre otras, trabajó en la construcción de la fuente que se encuentra en la Avenida Argentina, frente de donde hoy está emplazada la casa matriz del Banco de la Provincia del Neuquén, la casa e imprenta de don Otto Max Neumann, en la esquina de Alberdi y diagonal 25 de mayo, hoy demolida, entre otras construcciones del ayer.
En la foto que acompaña el escrito vemos a las hermanas Ángela, Rosa y la más pequeña, Dorita, con su amiga y vecina María Perri, madre de la autora del escrito, también italiana del sur. Nuestra homenajeada tuvo dos hijos, Carlos y Alejandra, y cinco nietos. Enviudó muy joven y volvió a formar pareja. Su hijo Carlos falleció muy joven, y esa tristeza la llevó siempre en su alma. A pesar de su pesar realizó cursos de labores, costura gimnasia. Formó parte del Coro de Adultos mayores de la provincia con el que viajó mucho, tuvo activa vida social.
Dorita nos dejó hace un mes, su recuerdo está presente para todos aquellos que conformamos la historia de un Neuquén pequeño, de aquella calle Mendoza que nos brindaba abrigo y donde compartíamos las veredas veraniegas. Nuestro homenaje.
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