Cándido Pérez y Dina Landaeta, símbolos del Cine Teatro Español neuquino
Neuquén
Los territorios nacionales en los primeros años del siglo pasado comenzaron a organizar su vida política y cultural para darle un marco más constituido. En ese contexto un grupo de españoles, bajo la iniciativa de don Arsenio Martín, apeló a su colectividad a que se uniese para crear una sociedad de Socorros Mutuos. La invitación era el domingo 14 de febrero de 1909 en el salón Argentina, de Imperiale y Cía. para cambiar ideas y nombrar una comisión. Así se creó la Asociación Española de Socorros Mutuos. El Cine Teatro Español de Neuquén fue el resultado de la perseverante labor de los miembros de la Asociación estudiada y anunciaba un prometedor porvenir. En el contrato firmado con los hermanos Esteban -Domingo, Fortunato y Alfonso, que tuvieron gran actuación en General Roca -para la explotación del cinematógrafo, la locadora se reservaba ciertos días al año para funciones de beneficencia
Tanto el Cine Belgrano de Neuquén, el Cine San Martín de Cipolletti y el Cine Roca de General Roca también eran propiedad de los hermanos Esteban. Actuaban como herramienta de transferencia de la cultura hispánica al nuevo mundo.
En estas fiestas las películas a exhibir debían ser españolas. Con ese criterio se festejó el 12 de octubre en 1941 y en 1942 se proyectó Héroe a la fuerza, donde actuaba Miguel Ligero: la función se completó con una película del cine nacional a elegir entre El maestro levita o La hija de Juan Simón. Cuando la oleada inmigratoria creció colosalmente a fines del 40 y principios de los 50, aumentó la oferta de espectáculos originados en la madre patria, por lo que los hermanos Esteban informaron que habían obtenido la película Ronda Española. Más adelante se proyectaron La monja gitana y De Madrid al cielo, entre tantas otras. Para esta época, 1956, los inquilinos Esteban decidieron mejorar el sistema de proyección dotando al cine de una pantalla panorámica. Y con ellos trabajó uno de los hombres señeros de nuestra juventud neuquina, don Cándido Pérez. Repasemos algo de la historia de su familia, que hemos narrado en otras oportunidades.
Cuando falleció su papá, Cándido tenía 18 años y se hizo cargo de su familia, trabajaba en el cine ambulante, y junto a su familia recorría en “catramina” los pueblitos de la provincia de Buenos Aires. Es así como se conectó con los hermanos Esteban, que necesitaban un operador para el Cine Español en Neuquén. Se vino “en tren al desierto” recordó hace unos años Dina Landaeta, la esposa de don Cándido. Como Cristina Muller tenía el bar en el cine y Dina trabajaba con ella, conoció a don Cándido. Dina nació en Las Lajas. Cuando murió su madre, se vinieron a Neuquén a vivir con una tía. Al poco tiempo de conocerse, Cándido y Dina se casaron, y tuvieron a Nélida Mercedes, Juan Manuel, Miguel Ángel y José Ignacio. Comenzaron a vivir en el cine, donde Cándido realizaba múltiples funciones: operador proyectista, electricista y también, si la situación lo requería, acomodador.
Para los que concurríamos en la década del ‘60 recordamos que las películas más importantes se daban en el Español y las más populares en el Belgrano. También recordamos que don Pérez, de acuerdo con los hermanos Esteban, proyectaba los viernes las llamadas funciones “continuadas”. El cine siempre fue concurrido por los neuquinos, lo elegían como favorito. En el intervalo iban a las confiterías a tomar café. Como en El Ciervo, su vecino: allí los esperaba el Gallego Antonio Alonso. Hoy los recordamos y homenajeamos como testigos de nuestra juventud: primero partió a otra vida don Cándido, luego su hija Nelly, sus hijos Miguel Ángel, Dina, – aquella mujer compañera que solía trabajar en el cine, ayudando ahí donde se la necesitase- y hace unos días José Ignacio. “Con mi marido vivíamos cada jornada como si fuera la primera y cuando se retiraba el público, sentíamos que le habíamos brindado todo”, relató la esposa de don Pérez hace unos años. “En el Cine Español, se criaron nuestros hijos y ya de grandes colaboraron con nosotros”.
Historias regionales que quedaron selladas en nuestros corazones como fieles testigos de un pasado pleno de emociones que conectó la vida de todos los pueblos del valle a través de la magia del cine.
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