Amor sin barreras
Dios, nuestro Padre, no envió a su hijo Jesús, el Cristo, a condenar al mundo y sus habitantes, sino a salvarlo por su intermedio.
El camino de salvación que asumió fue, y es, el del amor mutuo incondicional. Empecemos a amar en lo pequeño. Actuemos de manera favorable y positiva con nuestro prójimo, demorándonos en juzgar, condenar y rechazar.
Guardemos las armas y abramos nuestro corazón para alojar al otro, creando un espacio que nos contenga a todos, más allá de eventuales diferencias que, conjugadas, muchas veces enriquecen.
La gimnasia del amor nos invita a no aferrarnos combativamente a nuestras inclinaciones y a dejar crecer positivamente lo que aporta al bienestar de todos.
Sin obsesiones ni rigideces pero con sensatez para lo bueno, sumar, construir, instruir, mostrar con el ejemplo, enseñar y perdonar. Dar otra oportunidad. Intentarlo de nuevo. Empezar otra vez con todo lo aprendido y con mucha fe.
Reconocer los errores y enmendarlos. Disculparse. Recomenzar. El amor abre las puertas del cielo y convoca a las voluntades a dar lo mejor de sí.
¡Para el amor no hay barreras!
Alberto Félix Suertegaray
DNI 14169481
Roca
Dios, nuestro Padre, no envió a su hijo Jesús, el Cristo, a condenar al mundo y sus habitantes, sino a salvarlo por su intermedio.
Registrate gratis
Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento
Suscribite por $2600 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Comentarios