Alicia Figueira de Murphy, maestra, actriz, dramaturga
Hizo arte y magia con los títeres. Fue homenajeada como Mujer de la Cultura neuquina en 2010 por la Legislatura neuquina.
Dramaturga y actriz, homenajeada como Mujer de la Cultura neuquina en 2010 por la Legislatura, nació el 30 de julio de 1934. Era hija de don Valentín Figueira Ares, español de Galicia, y de Sofía Turiel, argentina, nacida en Bahía Blanca, que en 1924 adquirieron un campo en Cinco Esquinas, Río Negro, y se trasladaron a vivir al lugar. Alicia estudió en la vieja escuela San Martín, se recibió primero de perito mercantil, y luego de maestra normal nacional en 1958. Luego cursó el profesorado de Arte Dramático en la Escuela Superior de Bellas Artes de Neuquén, 1979. Obtuvo el certificado de capacitación en la Especialidad Títeres, dictado por Alcides Moreno de Cecilia Andrés de dos años de duración. Realizó cursos intensivos sobre manipulación, interpretación y puesta en escena con títeres, dictados por Héctor Di Mauro y Cholo Laureiro, uruguayos.
A fines de la década del ‘50, Alicia conoció a Guillermo Murphy, descendiente de irlandeses, con el que se casó en 1960. Tuvieron tres hijas: Gabriela, María Victoria y María Virginia, que les dieron varios nietos y bisnietos. Sintetizar su vasto curriculum no es tarea fácil. Fue delegada del Fondo Nacional de las Artes en la provincia, secretaria de la Escuela Provincial de Bellas Artes, integrante de la Comedia Neuquina, protagonizó a Juana Azurduy en Tres jueces para un largo silencio, dirigida por José Digiglio. A fines de la década del 60 con el grupo “Títeres de la luna” realizó giras al interior neuquino. Como integrante de la Comedia Neuquina junto a Guillermo Murphy y Evaristo Giménez realizaron “El Amasijo” también dirigida por Digiglio.
Cofundó la Escuela Provincial de Títeres (mayo de 1968), y fue su directora durante 18 años. Presidenta de la Comisión Organizadora de la Semana del Títere en la educación en 1970. Participó en encuentros de títeres en Buenos Aires, en Tucumán integró la comisión ejecutora de UNIMA, Unión Internacional de Marionetistas Argentinos, en el que participó en la redacción de los Estatutos.
Dictó cursos de perfeccionamiento en distintas localidades de las provincias de Neuquén y Río Negro. Realizó giras artísticas con teatro y títeres por Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, con el Teatro el Grillo en 1977. Obtuvo numerosos premios: en el Concurso Nacional de Obras para Teatro de Muñecos, 1977, el premio Emi (Región Comahue) a la mejor actriz, 1987. Al cumplirse el 25º Aniversario de la institución se le impuso su nombre a la Escuela Provincial de Títeres por Resolución del Consejo Provincial de Educación, 1993. Además, obtuvo Diploma al Mérito del Consejo Provincial de Teatro de Neuquén, en el 2000. Integrante de “Mujeres de la Cultura neuquina” en 2010. Fue invitada al Encuentro Internacional de Escuelas Artísticas, especialidad Títeres en Charleville, Francia en 1996. Actuó en el Teatro libre del Neuquén Amancay, desempeñó papeles protagónicos en Un día de octubre, Ha llegado un inspector, entre otras. Co fundadora del Teatro del Bajo de Neuquén, se desempeñó como directora y actriz.
Entre muchas, actuó en Bernarda Alba. Como directora de la Escuela Provincial de Títeres actuó o dirigió los trabajos El verdulero Giussepín, Pepe el marinero, Murrungato del zapato, El romance del enamorado y la muerte, El gato y los ratones, Mi amigo Michay, El mago y el payaso, Nada más que un sueño, La calle del buzón, Buen día caracol, Historia de perros, Dos farsitas medievales cada día más actuales, entre otras. En algunas de las obras nombradas actuó con Kike Sánchez Vera, afamado titiritero radicado en la zona. Ambos hicieron la película Los Titiriteros bajo la dirección de los recordados Kelly y Procopiuk.
Participó, también, como actriz y titiritera en el Teatro KU de Jorge Onofri en 1987 y 1988. Ha dictado cursos sobre técnicas de títeres, incluyendo la técnica del Teatro Negro, a un grupo de actores de Neuquén. Hoy la homenajeamos recordando nuestro encuentro- hace unos años- en la placentera calidez de su hogar, donde rememoró su amor por los títeres a los que dio vida. Hace unos días partió a otra existencia. Su inmensa e intensa labor es un sello imborrable en estas tierras y un espejo en el que se miran y mirarán las generaciones siguientes.
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