24 de Marzo/Antonio y Ester, una vida de exiliados

Hoy comparto con mi comunidad de lectores el relato de una pareja de migrantes radicados en la española Murcia, en la década del ’70. Entre dos orillas, título que lleva la publicación de las memorias de Ester Gilma Monasterio de Del Vas, que son ni más ni menos que “el relato de mi vida junto a mi amado esposo, Antonio Alberto del Vas”, tal como ella lo dice. Veamos cómo Ester describe su vida junto a Antonio: “Un hombre de inmensa valía, esposo, padre, abuelo, profesional y político comprometido.
En 1975 nos conocimos. Él era viudo y tenía cuatro hijos: Selva, Paula, Mariela y Pehuen, a quienes aprendí a amar como míos. Pronto iniciamos una relación con la complicidad y el cariño de sus hijos, mientras él se desempeñaba como vicegobernador y presidente de la Legislatura de Neuquén.
La situación política en Argentina era tensa, con Isabelita en el poder, y nadie imaginaba la feroz dictadura que se avecinaba. Antonio, sin saberlo, estaba fichado como subversivo desde su época de estudiante. Cuando los militares tomaron el poder en 1976, lo citaron a declarar y nuestra vida cambió para siempre. A pesar de las amenazas, nos casamos el 23 de mayo de ese año en Villa La Angostura.
«No llegará vivo al casamiento», palabras de un militar dirigidas a él. Al regresar, la realidad nos golpeó con dureza. A Antonio le prohibieron trabajar como médico en hospitales y solo podía ejercer en su consultorio privado, a pesar de que él, antes de ser ministro de Sanidad y vicegobernador, había sido director del Hospital de Plaza Huincul. Fueron días muy difíciles.
El exilio se convirtió en nuestra única salida. El 7 de mayo de 1977 llegamos a Madrid y luego nos trasladamos a Murcia. Gracias a la ascendencia española de Antonio obtuvimos la ciudadanía rápidamente, lo que le permitió trabajar como cirujano en Lorca.
“La vida en España fue un desafío. Mi madre, sus hijos y la recién nacida Aluminé vivíamos en un piso en Murcia. Pronto nos mudamos a Lorca, donde nació nuestro hijo Antonio (Toni). Al año siguiente, nos establecimos en Murcia, donde Antonio trabajó como cirujano y yo como arquitecta. A pesar de la nueva vida en Murcia, la idea de regresar a Argentina siempre estuvo presente. En 1978, Antonio fue designado diputado regional de la Comunidad Autónoma de Murcia. Mientras tanto, le dieron traslado al grupo de cirujanos del Centro de Especialidades, lo que mejoró su situación profesional. Nuestra vida había cambiado considerablemente, pero la esperanza de volver a nuestro país nunca se desvaneció. Yo trabajaba con un arquitecto muy importante, y mi marido continuaba su labor como cirujano.
En 1983, con el fin de la dictadura en Argentina, nuestra ilusión de regresar se hizo más fuerte. Fuimos llamados y nos propusieron volver. Inmediatamente me comuniqué con ACNUR, quienes, reconociendo nuestra condición de exiliados políticos, nos ofrecieron apoyo para el traslado. Sin embargo, esta decisión generó una situación familiar compleja: algunos de nuestros hijos no querían regresar, mientras que otros tenían reservas. A pesar de ello, vendimos nuestro piso hipotecado y emprendimos el retorno, la adaptación fue difícil. La familia extrañaba España y a Antonio se le habían cerrado las puertas en la política. Después de un año, decidimos regresar a Murcia, comenzando de nuevo.
“Otra vez a hacer maletas, dejar la casa, padres, hermanos y amigos. Fue un viaje muy difícil, ya que era sin regreso y yo era muy consciente de ello. Regresamos a Murcia para empezar de nuevo. Por su valía, fue nombrado director médico de la Ciudad Sanitaria Hospital Virgen de la Arrixaca. Nuestra vida transcurrió luchando por criar y educar a nuestros hijos y por trabajar. Él decía y creía que la mayor riqueza del hombre era la familia y los amigos. Lo comparto, aunque le agrego la vida. En 1998 realizamos los dos un viaje a Argentina y don Felipe Sapag le pidió que regresara. Era tarde, ya que la mayoría de nuestros hijos no nos acompañarían.
En 2004, a Antonio le diagnosticaron cáncer. Al mismo tiempo, nuestro hijo Pehuen fue diagnosticado con leucemia, sumando más dolor a nuestra familia, pero dos trasplantes lo salvaron. Un día le pregunté ¿valió la pena haber dejado tu actividad profesional en Argentina para dedicarte a la política?; Él me contestó “hoy puedo operar hasta 40 enfermos por mes, pero con el Plan de Salud que creamos en equipo en Neuquén, seguiremos salvando gente, más allá de nuestra existencia. Esto para mí valida mi etapa como político.”
Antonio falleció el 15 de mayo de 2008, después de cuatro años de lucha contra el cáncer. Recuerdo mi vida junto a Antonio como un «baile de firuletes», donde los abrazos nunca se deshicieron, a pesar de las dificultades y los cambios de rumbo. Mi vida transcurrió «entre dos orillas», países que marcaron nuestra historia”.
Firma Ester Gilma Monasterio de Del Vas. Fragmentos de una historia signada por el desarraigo que marcó la vida de esta pareja y, también, forman parte importante de la historia de la Nor Patagonia.
Journalism Trust Initiative Nuestras directrices editoriales

Formá parte de nuestra comunidad de lectores
Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.
Quiero mi suscripción
Comentarios