Capas de violencia y odio en Mascardi


El gobierno decidió intervenir y la Justicia provincial lo acompañó. Arabela Carreras le puso el cuerpo a un conflicto que ya está visto que no se soluciona por sí solo.


Es preciso quitar varias capas de odio, violencia y racismo del conflicto mapuche en Villa Mascardi para llegar al corazón del asunto. Los derechos de los pueblos indígenas, que son anteriores a la creación del Estado argentino, fueron reconocidos en la Constitución de 1994. Hasta ahora ningún gobierno hizo demasiado por avanzar en su consagración, como ocurre con tantos beneficios introducidos por el Pacto de Olivos para obtener la reelección presidencial.

Tal vez sea una cosmovisión demasiado diferente, pero es difícil entender que en Villa Mascardi se defienda algo parecido a la espiritualidad (el regreso a la tierra, la necesidad de que una autoridad religiosa se forme) a puro piedrazo, amenaza y violencia.

Los dueños de los lotes sobre los que avanzaron y de las construcciones que destruyeron en esa parte del parque nacional Nahuel Huapi tampoco viven allí ni utilizan la tierra para sacarle una renta productiva, pero el Estado les dio títulos de propiedad.

Cuando se lanzan por las redes sociales convocatorias a hacerles frente a los jóvenes encapuchados de la comunidad mapuche, los comentarios se llenan de un racismo que no debería quedar impune.


Logró que quedaran a un lado el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas que conduce Magdalena Odarda y los jueces del fuero federal, cuya inacción explica gran parte del asunto.


La gobernadora Arabela Carreras le viene poniendo el cuerpo al conflicto pero esta semana se arriesgó demasiado. En agosto volvió a su ciudad, Bariloche, para advertirles a los que tenían previsto marchar hasta Mascardi en contra de la ocupación que debían desistir. Sabía que podría haber sido un enfrentamiento de sangre y, después del crimen de Rafael Nahuel a manos de la Prefectura, su esfuerzo está puesto en que, si no hay paz, aunque sea no crezca la violencia.

La Policía impidió que la caravana llegara al ACA de Villa Mascardi y Carreras fue personalmente a uno de los puntos del corte para hablar con los manifestantes.

El lunes se expuso más. Mientras se realizaba un desalojo que para el gobierno y la Justicia fue impecable en El Foyel, al norte de El Bolsón, la comunidad Lafken Winkul Mapu salió del bosque y cortó la ruta 40 en Villa Mascardi. La Justicia Federal ordenó la liberación del tránsito. Carreras fue hasta el lugar, sin policías de uniforme, casi sin custodios, para tratar de convencerlos de que desactivaran la medida.

“Yo tengo que velar por todos los rionegrinos”, explicó a quien quiso oírla. Recibió las mismas agresiones que gritan y lanzan con sus boleadoras los jóvenes encapuchados cada vez que en un corte alguien los aborda.

Uno de ellos le preguntó, a los gritos: “¿Usted está loca?”. La presencia de la gobernadora lo había descolocado. Carreras nunca perdió la línea.

El jueves integrantes de la comunidad en conflicto enfrentaron la acusación de la Iglesia en la Justicia provincial por la usurpación del campamento que el Obispado de San Isidro tiene allí desde hace años para solaz de los jóvenes. Un juez ordenó el desalojo, pero como hay una apelación el desenlace no está claro.

La estrategia de acudir a la Justicia de Río Negro en vez de esperar la decisión de un juez federal parece ser el camino elegido por el gobierno provincial. No hacer nada o hacerlo mal empeoraría las cosas.

De hecho, es lo que se hizo desde hace tres años: nada. Y cuando el Estado nacional quiso hacer algo mató a un joven de 22 años.

De lejos

Carreras se vio esta semana con el presidente Alberto Fernández y logró correr del tema Mascardi al Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, que conducen la exsenadora rionegrina Magdalena Odarda y el referente mapuche de Bariloche Luis Pilquimán. Cree que son parte del problema, no de la solución.

Corrida la Justicia Federal y el INAI, el gobierno provincial se propone ahora poner orden en esa zona clave del parque nacional Nahuel Huapi, que es además un paso clave para el desarrollo turístico y comercial de varias provincias patagónicas e incluso de Chile.


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