Bilardo, más allá de las cábalas, las locuras, los alfileres y el gatorei
“Kiricocho, escuchame… Vos a recibir a todos los equipos que vengan acá a La Plata a jugar contra nosotros”. Este hincha de Estudiantes, cuyo nombre fue asociado por siempre a la mala suerte a partir del ‘82, aceptó usar su fama para ayudar a su amado equipo y al Doctor. El Pincha ese año salió campeón y en el único partido de local que perdió (fue ante Boca), Kiricocho no fue. Creer o reventar. Para Carlos Salvador Bilardo, lo segundo no figura como opción posible en el manual de cosas imposibles.
La cábala, la obsesión por el fútbol, la victoria como único fin y la veneración de todos aquellos jugadores que quisieran compartir su manía en pos del objetivo. Todo ello y mucho más describe el carácter del Doctor. Hoy cumple 83 años el entrenador que todo lo hacía factible y donde el azar era una mala consejera.
Al Narigón una enfermedad neurodegenerativa lo tiene alejado de lo que siempre fue su mundo, a tal punto que desconoce aún que Diego Maradona partió para siempre hacia el planeta de los barriletes cósmicos. Creen que el Doctor no soportaría saber que el jugador que él ayudó a ser el más grande entre los grandes se fue sin saludarlo.
En un país donde las grietas afloran por intolerancia nomás, Bilardo cerró los cuestionamientos cuando su libreto hizo posible el éxito de la obra. Por mucho tiempo incomprendido y aún en las antípodas de su estilo, los de la vereda de enfrente no tuvieron otra opción que la aceptación y el respeto por un entrenador donde la eventualidad no tenía lugar.
“A mí me hacía patear córners. Como 30 córners de un mismo lugar hasta que la ponía en un lado. Vos tenías que agarrar la pelota y la tenías que poner donde él te dijo”. Pepe Basualdo, Mundial Italia ‘90.
En esa concentración en Trigoria, una noche el Doctor enganchó a Goycoechea y Caniggia jugando a los videojuegos. ¿Así que están sin sueño? Vamos a ver unos partidos que les quiero mostrar algo…
Atento a todo, quién comía, quién dormía, quién tenía problemas en la casa, Bilardo entendió siempre que eso también formaba parte de ser un entrenador. Los campeones del mundo que él supo moldear maldicen y se toman la cabeza cada vez que recuerdan los métodos del Narigón, aunque todos saben que sin mucho de todo eso, no sabrían cuánto pesa la Copa del Mundo, como alguna vez preguntó el ‘10’ a los que hablaban de gloria.
Mandar a Ruggeri a bailar a lado de Careca en el casamiento de Diego para saber cuánto mide, los alfileres, el bidón, el gatorei, el ser campeón siempre “porque el segundo no sale en la foto”, las locuras. Todo eso y muchos títulos más tiene Carlos Salvador Bilardo, venerado por los suyos y reconocido por la contra.
Feliz cumpleaños Doctor, lo tiene muy bien merecido.
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