Vivir en el suelo inestable de la barda del Ñireco

Aún con riesgos, en el último mes se levantaron nuevas casas en esa toma ubicada a 1,5 kilómetros del centro de la ciudad cordillerana.

Martina tiene 50 años, y sufre artritis reumatoidea. Con su único ingreso, una pensión de 5.000 pesos, no conseguía ningún lugar para alquilar. Un amigo le ofreció una pieza en su precaria casa de madera localizada en la barda del Ñireco. La mujer accedió y ya lleva dos semanas en ese lugar, sin importar demasiado la inestabilidad del terreno.

En los últimos dos meses, unas 10 viviendas más se sumaron a las que ya estaban en la barda, a sólo 1,5 kilómetro del centro de la ciudad. Casillas de madera pequeñas, algunas con techos de chapa, otras simplemente cubiertas con nylon. La mayoría, todavía deshabitadas.

“La gente prueba. Coloca tres o cuatro postes y alambra un sector. Cuando ve que no pasa nada, arma la casilla y se instala. Suelen aprovechar sábados y domingos o fines de semana largos”, advirtió Roberto Paillacoi, presidente de la junta vecinal del barrio Lera.

Los riesgos de vivir en una barda son altísimos. Pero la urgencia habitacional no contempla temores y menos aun importa el hecho de no contar con ningún servicio. “¿Miedo?, reconoce Mauro, un joven de 20 años, sí, me genera temor pero no tengo otro lugar a dónde ir”.

María tiene 57 años y desde hace 7, alquila una casilla sobre la barda al comienzo de la calle Vuelta de Obligado. “Nos damos cuenta de que la casa se hunde cada vez más. Pero por ahora, no tenemos otra alternativa para pagar. Buscamos pero no conseguimos, más aun porque somos 7 con mi esposo, hijos y nietos”, explicó la mujer .

Julio del 2004 marcó un antes y un después en ese sector de la ciudad. Un desmoronamiento arrasó con una casa del barrio 150 Viviendas y los temores se reavivaron. Siete años después, se logró lo que se había intentado por años: trasladar a la gente de la barda a las 270 Vivienda. En ese momento, las familias firmaron un acta acuerdo con el municipio en la que cedían sus derechos sobre los terrenos que dejaban. “Pero el acta no se respetó en muchos casos porque algunos alquilaron las viviendas que les dieron y las casillas sobre la barda no se demolieron”, agregó Paillacoi.

En el último tiempo, la barda se fue poblando nuevamente. La presidenta del Instituto Nacional de Tierras y Viviendas, Laura Zanoni, aseguró que constantemente “hay denuncias por nuevas ocupaciones y órdenes de desalojo. La idea no es criminalizar a la gente. Tengo autorización judicial para proceder a desarmar las casillas pero lo cierto es que las cuadrillas municipales están abocadas al Plan Calor”.

“Los que vivimos acá no pensamos en los riesgos que tiene este lugar. Simplemente es el lugar donde podemos vivir”.

Martina, habitante de la toma.

“Hay peligro de que haya caída barranca abajo, con movimiento de suelos. Y cuanta más gente, aumenta el riesgo”.

Carlos Beros, subsecretario de Medio Ambiente.

Pendiente

Vivir en el suelo inestable de la barda del Ñireco

Datos

“Los que vivimos acá no pensamos en los riesgos que tiene este lugar. Simplemente es el lugar donde podemos vivir”.
“Hay peligro de que haya caída barranca abajo, con movimiento de suelos. Y cuanta más gente, aumenta el riesgo”.
80
metros es el desnivel que tiene la barda. El suelo es arcilloso y cada tanto se producen desprendimientos.

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