Bariloche: detectaron 80 muelles en lago Moreno y la mayoría son clandestinos
El municipio realizó un relevamiento en la margen norte y promete seguir por la zona sur. Según la normativa vigente, los propietarios deberían pagar entre 200 y 700 mil pesos el "derecho de construcción". Habrá multas.
De los 80 muelles y embarcaderos que relevó el municipio en el lago Moreno sólo el 10% tiene expediente iniciado en la dirección de Obras Particulares y el resto son clandestinos. Sus propietarios comenzarán a ser intimados en los próximos días para que regularicen la situación y algunos deberán remover las construcciones porque no se ajustan a la normativa.
El delegado municipal de Lago Moreno, Claudio Otano, señaló que el relevamiento se realizó en los primeros días de febrero con auxilio de embarcaciones y abarcó los lagos Moreno y Morenito, donde hay gran cantidad de construcciones de madera, de piedra y de hormigón que ingresan en el agua. “Hay algunas en la península Llao Llao que incluyen hasta un quincho sobre pilotes, dentro del lago”, dijo Otano.
Dijo que la proliferación de muelles irregulares es consecuencia de “la falta de planificación que se extendió durante décadas” y admitió que el municipio tiene “una deuda histórica” en materia de fiscalización.
Este diario publicó un informe en noviembre pasado según el cual la municipalidad resigna una recaudación equivalente a 2 millones de pesos anuales por no registrar los muelles en el Moreno y cobrarles la tasa respectiva.
Otano dijo que el ingreso económico para el municipio puede ser mucho mayor si los dueños cumplen con el trámite de habilitar las obras no declaradas. Los derechos de construcción de un muelle tienen un costo equivalente 100 litros de nafta súper por metro cuadrado, de modo que sólo para registrarlos sus propietarios deberán pagar entre 200 y 700 mil pesos, según el tamaño de la estructura.
De allí en más la tasa aplicable, según la ordenanza de muelles, es de 100 litros de nafta súper por semestre. Otano dijo que tienen en preparación un proyecto para cambiar esa imposición y darle frecuencia mensual o bimensual, como el resto de las tasas municipales.
Señaló que en la actualidad están en el proceso de constatación en Obras Particulares de cuáles de los muelles relevados tienen expediente de obra, aunque sea inconcluso. Dijo que “no son más de un 10% del total”.
Luego comenzarán con el envío de cédulas de notificación a los titulares, entre los que hay varios con domicilio en Buenos Aires. “Tendrán multas en los casos que corresponda y un plazo de adecuación a la normativa”, explicó el funcionario.
Insistió en destacar “la voluntad política” del actual gobierno por revertir la dejadez acumulada por el municipio en el control de muelles. “Faltó visión planificadora, que se ve no solo en el avance de los muelles sin registro alguno, sino también en la falta de servidumbres de paso, que complica cualquier tarea de control”, afirmó.
Los agentes municipales de la delegación Lago Moreno y de la Protección Civil debieron trabajar embarcados para documentar las construcciones irregulares.
Por la misma vía trabajaron en las costas para retirar obstáculos como alambrados y otras instalaciones que impedían el libre tránsito por el espacio público. Otano dijo que comenzaron por la margen norte del lago y continuarán en breve con la margen sur.
Aclaró que aquellos que decidan regularizar sus muelles “tal vez deban hacer alguna obra complementaria para cumplir con la ordenanza”, que fija largos y anchos máximos y exige también diseños que no interrumpan el libre tránsito costero.
Admitió que las actuaciones iniciadas en febrero último generaron “resistencia y algún enfrentamiento” con los propietarios, pero “después de explicarles y razonar sobre los derechos que están en juego la gente entendía”.
Otano aseguró que los disparadores para comenzar con el control sobre los muelles fueron la nota publicada por este diario en noviembre y la trágica desaparición de Andrés Quinteros, cuya embarcación se dio vuelta el 9 de diciembre en el lago Moreno y cuya búsqueda se vio entorpecida por los alambrados que impedían el desplazamiento por la costa.
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